MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Una década literaria argentina

12.22.2009
Mapa de la literatura argentina de última década. Fuente: suplemento ñ


El suplemento Ñ preguntó a 60 escritores argentinos sobre quiénes representarían la primera década literaria del siglo XXI en su país. Con una literatura tan prolífica como la Argentina, la falta de consenso era presumible. Y así fue. Por eso, el mayor acierto de la nota es quizá el título: Una galaxia de estrellas solitarias. Las preguntas fueron cinco: ¿Cuáles son, para usted, los libros de autores argentinos más significativos de la década? (Mencione cinco títulos en orden de prioridad.); ¿Qué autores, argentinos y extranjeros, tienen gravitación en su obra?; ¿Qué es hoy lo actual y lo caduco en la literatura argentina?; ¿Cómo percibe las relaciones entre literatura y mercado?; ¿Cuáles considera que son las principales instancias de legitimación literaria: la publicación en determinada editorial, el aval de escritores de prestigio, la universidad, la crítica periodística o académica, los suplementos literarios, los blogs, los premios, la presencia en mesas redondas y eventos culturales, la aceptación de los lectores? Las respuestas a tales preguntas resultaron bastante gaseosas, a decir verdad, pero algunas conclusiones son interesantes. Esta es la lista que logró conformarse:

LOS DESTACADOS

Cumpleaños, César Aira Novela (Mondadori, 2005. 106 pags.)

La grande, Juan José Saer Novela (Seix Barral, 2005. 435 Pags.)

Tener lo que se tiene, Diana Bellesi Poesía (Adriana Hidalgo, 2009. 1204 pags.)

Potlatch, Arturo Carrera Poesía(Interzona, 2004. 200 pags.)

Boca de lobo, Sergio Chejfec Novela (Alfaguara, 2000. 184 Pag.)

El último lector, Ricardo Piglia Ensayo (Anagrama, 2005. 190 pags.)

TRAYECTORIAS RECONOCIDAS

Cuentos completos, Fogwill Cuentos (Alfaguara 2009. 464 pags.)

El pasado, Alan Pauls Novela (Anagrama 2003. 560 pags.)

La mitad de la verdad, Irene Gruss Poesía (Bajo la luna. 339 pags.)

Donde yo no estaba, Marcelo Cohen Novela (Norma 2006. 728 pags.)

Un arte callado, Joaquín Giannuzzi Poesía(Ediciones del dock, 2008. 84 pags.)

Mundar, Juan Gelman Poesía (Seix Barral, 2007. 134 pags.)


LAS REVELACIONES

Cosa de negros, Washington Cucurto Relatos(Interzona, 2003 172 pags.)

Los topos, Félix Bruzzone Novela (Mondadori, 2008. 172 pags.)

El trabajo, Anibal Jarkowski Novela(Tusquets, 2008. 298 pags.)


DESTACADOS EN NO FICCION

Borges, Adolfo bioy casares Diario (Destino, 2006, 1664 pags.)

Osvaldo Lamborghini, una biografía, Ricardo Strafacce Ensayo y biografia(Mansalva, 2008. 895 pags.)

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LEONIDAS LAMBORGHINI por Daniel Mordzinski

11.17.2009
Leonidas Lamborghini. Foto: Daniel Mordzinski


Un homenaje de Daniel Mordzinski al gran Leonidas Lamborghini. Dijo el poeta: Aprovechando mi hora libre/ mi oportunidad o perdiéndola/ pero buscando en seguida otra más/ hasta agotar la última el último suspiro.

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Murió Leonidas Lamborghini

Leonidas Lamborghini. Fuente: azularte

Murió en Argentina, a los 82 años de edad, el poeta Leonidas Lamborghini, una voz fundamental de la poesía de los años 60. Era hermano del también escritor Oswaldo Lamborghini. "Se le extrañará pero con una limpia y sonoro carcajada" dicen. Silvina Freira le hace el homenaje en Página12:

¿Quién va a meter las patas en las fuentes de la poesía ahora que te fuiste, adorable bufón, “periférico” y “marginal”, de risa canalla? “El tono es todo, vos le cambiás el tono a un texto y chau”, dijiste a quien esto escribe, como puede, intentando que el acento no se precipite por el abismo de la tristeza alambicada. A Leónidas Lamborghini, que murió ayer a los 82 años, al poeta que revolucionó la poesía argentina con El solicitante descolocado y escandalizó a los vates elegíacos que lo acusaron de mancillar la poesía, no le gustaría una inflexión fúnebre, solemne, de efecto emotivo y lacrimógeno. Contra esa modulación, que asfixiaba a la poesía argentina de fines de la década del cincuenta, plantó sus banderas revulsivas sin concesiones. O mejor dicho, desafiante y también a la defensiva, porque intuía los rechazos que provocaría su estética socarronamente gauchesca, barajó y dio de nuevo al lanzar un experimento hasta entonces inconcebible, aunar lo nacional y popular con una propuesta vanguardista, burlona y lúdica, en una época de escasa fertilidad para comprender el “compromiso” que el poeta estaba asumiendo. Su voz será eternamente joven; el mote de octogenario le sentaba como una patada al hígado de sus versos, siempre nuevos y agitados por una respiración entrecortada, como si balbuceara. Quizá para escribir sobre Leónidas haya que entregarse a una suerte de “vagabundeo mental”, que es lo que el poeta practicaba, encerrado en su austero departamento de la calle Laprida, tratando como Prometeo de arrebatarle palabras al silencio en compañía de su perro Dodó. Un hombre joven, que había nacido el 10 de enero de 1927 en Buenos Aires, para colmo de males peronista y poeta, andaba desorientado por las calles de una Buenos Aires convulsionada por la represión de la “Revolución Libertadora” del ’55. [...] Hay que captar y ver lo que está volando para ponerlo en un poema”, sugería el poeta. “No hay originalidad, todo pasa por apropiarse de lo que cada uno crea que le sirve. Por eso hay que tener mucho cuidado con la palabra creación, como si fuera ex nihilo, es decir de la nada”, advertía Leónidas. “Hace rato que nos venimos influyendo, copiando y reciclando desde Homero, o antes que él. Hay un reciclaje continuo de temas, de expresiones, de versos, que se van presentando de otra forma. Yo adhiero a lo que dice el Eclesiastés, ese libro maravilloso: ‘No hay nada nuevo bajo el sol’. Cuando alguien habla de originalidad, o es un estúpido o es un impostor.” Leónidas confesaba que no se sentía cómodo con el actual reconocimiento y que añoraba la época en que se lo criticaba. “El sistema primero te rechaza y después te adopta, entonces uno tiene que tener mucho cuidado y desconfiar. No hay un libro mío que se parezca al otro; no para desacomodar al lector sino para desacomodarme a mí mismo y no acostumbrarme a estar en un mismo lugar, porque a mí entre otras cosas se me acusó de no tener estilo. Si hay una unidad en mi obra, está en el cruce entre lo ‘alto’ y lo ‘bajo’.” Cuando Ricardo Piglia presentó el poemario Odiseo Confinado en 1992 (reeditado por Adriana Hidalgo), escribió un recordado texto en el que confesaba que “todos admiramos a Leónidas Lamborghini y todos lo hemos copiado”. Se lo va a extrañar, pero con una limpia y sonora carcajada, de ser posible, al evocar sus poemas, sus reescrituras, su empecinamiento poético y vital. Leónidas fue el big bang de la poesía argentina. Tal vez ahora más que nunca sea pertinente citar una de sus frases de cabecera de su amadísimo Discépolo: “Tanto dolor que hace reír”.

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César Aira en Guayaquil

7.13.2009
César Aira en Guayaquil. Fuente: eltelégrafo

Se inició la Feria Internacional del Libro de Guayaquil "Expo Libro 2009". Tengo la suerte de haber sido invitado a la Expolibro, pero llegaré a Guayaquil recién el viernes 19, así que no podré estar en la Mesa Redonda sobre blogs que se organiza hoy día. Quien ya está ahí es César Aira, quien ayer realizó una conferencia en la que habló sobre el éxito literario (cuando eres medianamente famoso te preguntan cuándo escribes, cuando eres muy famoso te preguntan por tu mujer, dijo), su generación (Arturo Carrera, Oswaldo Lamborghini, Alejandra Pizarnik) y su obra. Dice la nota en "El Teléfgrafo":

Mientras más grueso es un libro, menos literatura tiene”. La frase fue una de las sentencias del escritor argentino César Aira (1949), durante un conversatorio desarrollado el pasado sábado en el marco de la Feria Internacional del Libro, en Guayaquil. Y el dictamen fue duro, cuestionable para muchos, pero ceñido a las convicciones del narrador no tan popular como otros de su nacionalidad, pero que en una de sus obras, Carlos Fuentes lo imagina como el primer premio Nobel de Literatura Argentina. (...) Y César Aira -autor de obras como La guerra de los gimnasios, Cómo me hice monja, Las aventuras de Barbaverde, entre otras- empezó el diálogo austero en sus respuestas. No obstante, a medida que se prolongaba la conversación, el argentino fue soltando “perlas” sobre su literatura y una que otra anécdota que hizo florecer sonrisas entre los espectadores. Sobre la referencia que Fuentes hizo en su novela, Aira comentó que se trataba de una réplica a un texto de su autoría titulado El congreso de su literatura, donde un científico decide hacer clones del autor mexicano a fin de dominar el mundo usando a un poderoso ejército de intelectuales, pero todo sale mal. Balseca, quien dijo que su dialogador representa “las posibilidades y realidades de la literatura latinoamericana actual”, indagó en las formas de construcción narrativa del escritor especializado en novelas cortas, a las que él llama ‘novelitas’. “Desconfío de los que hablan mucho”, dijo el invitado y mencionó que cuando escribe “trato de construir mis páginas de modo pictórico, pensando en qué se parece más al dibujo”. Además –explicó- intenta construir narraciones que, sobre todo, cumplan con cierta estética. Dentro de esta línea, alguna vez formuló el epíteto “esteta del olvido”, que suena bien, pero significa poco y ahora es utilizado por sus hijos cuando le recuerdan que debe darles la mesada.

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Hablando del asunto

6.05.2009
Statu quo. Fuente: mejilla hyde

Un tema fundamental para hablar de literatura actualmente es el tema del canon literario. Es inagotable, por cierto, y no se pretende llegar a un acuerdo (eso sería demasiado "canónico" justamente) pero la discución siempre es interesante. En la revista Ñ del fin de semana se invitó a dos escritores (Fogwill y Gonzalo Garcés) y a un crítico literario (Rafael Cippolini) a comentar el tema. No he podido, lamentablemente, leer lo que dice Garcés -el enlace está equivocado- pero lo que escribe Cippolini es interesante. Lo copio íntegro y subrayo partes interesantes:

¿Qué clase de fiesta es el ca­non? Cuando el consenso co­mienza a extenderse, ¿no en­gendra todo tipo de sospechas, de intrigas, de malestares, de revanchismos? ¿Acaso no son los mecanismos de exclusión los que lo mantienen vivo? ¿Existe canon que no sea odio­so por definición? La idea de canon mantiene viva la necesidad de demoler algo que llamamos status quo. Crispa la pluralidad de la voz, los invitados al banquete (su­cede en todos los casos: los elegidos –los autores canó­nicos– fatalmente se odiarían entre sí sin excepción), ya que al fin de cuentas a la magistral receta de todo canon acceden demasiados reposteros: tratán­dose de literatura, los implicados son escritores, críticos, editores, empresarios, filólogos y pedago­gos, todos y cada uno de ellos exhibiendo su ADNde lector (sus prejuicios, sus epifanías, sus insensatas apuestas.) Sin embargo no existe el canon personal y pertenecer a esa pri­mera persona del plural pocas veces resulta agradable. Pone de evidencia la vulgaridad de nuestros gustos. ¿Acaso todo canon no es prosaico, previsible, redundante? Los elegidos invaria­blemente deben sobrevivir a esta demoledora carga. Todo canon es una prueba de re­sistencia: demuestra cómo enve­jece un hábito de lectura. Al fin de cuentas el canon no es tanto cuestión de escritores como de lectores. ¿Qué somos capaces de leer? ¿Aqué llamamos leer? ¿Pa­ra qué sirve? Por otra parte el ca­non es un espejo social: desnuda un hábito colectivo, lo testimonia. Exhibe sus flaquezas, sus oscila­ciones, la fragilidad de cualquier afinidad electiva. Resulta fatal: constantemente coincidimos en algún punto del canon con aque­llos con los que jamás querríamos estar de acuerdo. Un ejercicio de convivencia cultural, de eso se trata. Por cierto, las razones de este reconocimiento suelen no ser demasiado cómodas. Esta incomodidad resulta central en la elaboración de cualquier canon, siendo como es produc­to de una coyuntura: tener más afinidades con un cementerio de notables que con un ranking. Persistentemente el mainstream huele a lápida, y sin embargo nin­gún canon es eterno. Resulta tan efímero como las circunstancias que lo producen. La suerte de un escritor puede o no coincidir con las simpatías que coseche su escritura. Y en ese clima de conjura zombie: ¿qué clase de lecturas mantienen vivo a un au­tor? Hace ya unos cuantos años, el semanario DIEZEIT propuso como central la siguiente pre­gunta en la encuesta realizada en torno a la confección de un canon: "¿Qué obras de la litera­tura en lengua alemana tendría que haber leído un estudiante de bachillerato durante los cursos de alemán?" El año pasado en esta misma revista se analizaba la reciente canonización de Osvaldo Lam­borghini. ¿No es la misma no­ción de canon, sus usos, utili­dades, necesidades y alcances la que incesantemente ingresa a debate? ¿Qué le exigimos a la literatura, a los lectores?

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Los mejores libros 2008 en Ñ

12.21.2008
Los libros del año según revista Ñ. Fuente: revistañ

La revista Ñ le pidió a 15 personalidades literarias, entre escritores y críticos literarios, que eligieran un libro que represente para ellos al Libro de Año y que luego escribieran sobre él. Lamentablemente, no están colgadas en la web las opiniones de cada autor, pero sí la lista de los elegidos y sus electores. Aquí está la lista:


"La gran literatura se hace con el cuerpo" El crítico Juan José Becerra rescata la reedición de "La novela luminosa", del escritor uruguayo Mario Levrero.


El polaco existencial "Gombrowicz en Argentina", dice Elvio Gandolfo, es un libro "sólido y complejo".


La oralidad literaria de Ricardo Zelarayán "Lata peinada" le permite a Luis Gusmán detenerse en un autor más allá de las modas, y que "ha producido un sismo".


La elección imposible Levrero, Calveyra, Bustriazo Ortiz son algunas de las preferencias de Fogwill.


La revolución histórica Un clásico de Jules Michelet reeditado en España es para Fernando Savater un acontecimiento.


Una prosa particular "Mil tazas de té", para Oliverio Coelho, es obra de un ensayista en "estado de gracia".


Una continuidad a la obra lamborghianiana Para la poera Tamara Kamenszain esta necesaria biografía de Strafacce sobre Lamborghini denota un gesto brutal.


Una obra gigantesca Luis Chitarroni elige la novela póstuma del escritor cubano Guillermo cabrera Infante.


Descrubir un bello libro aún por leer El escritor Pablo ramos dice que Bernardo Jobson es "un gigante". Y avisa: hay que leer "El fideo más largo del mundo".


Relatos melancólicos Pablo De Santis escribe sobre "Tres hombres elegantes", de Marcelo Birmajer.


Las crónicas de viaje de Claudio Magris "No es que Magris va a los lugares: los lugares van a Magris", dice el periodista Sergio Wolf sobre "El infinito viajar".


El mapa de un escritor La escritora Angela Pradelli elige "Cuaderno de notas", de Anton Chéjov.


La revelación de un mundo La obra completa de Miguel Angel Bustos permite descubrir a un poeta híbrido y mestizo que va a contrapelo de las modas.


Diagnóstico y epitafio de una década. Así define Edgardo Cozarinsky "Los libros de la guerra", volumen que reúne los artículos de Fogwill publicados desde los años 80.


Crónicas para repensar la "conquista del desierto" En "Ser en el sueño. Crónicas de historia y vida toma", el antropólogo Pablo Wright aborda en profundidad la cosmovisión toba en una comunidad de Formosa.


Además, la propia revista Ñ elije los mejores libros del año para ellos, en diferentes rubros (novela argentina, novela extranjera, revelaciones, bestsellers, etc.) En el rubro "revelación" destaca la presencia de nuestro añorado amigo B39, Daniel Alarcón, con Radio Ciudad Perdida.

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Biografía de Lamborghini

8.24.2008
Oswaldo Lamborghini. Fuente: adn cultura

Osvaldo Lamborghini, una biografía, editado por el sello Mansalva, es el esperado libro de Ricardo Strafacce al que ADN Cultura le ha dedicado su espacio principal este fin de semana. La nota principal lo califica de "genio exasperado" y dice:


(...) la figura central es siempre Lamborghini. En su andar cronológico, la biografía desmitifica a su personaje para, al mismo tiempo, hacerlo ingresar en la leyenda viva. De la infancia en Villa del Parque y la admirativa relación con su hermano mayor (el poeta Leónidas Lamborghini), de la adolescencia en Necochea al casamiento en la juventud, del acercamiento al peronismo ortodoxo a la bohemia posterior a El fiord , de Mar del Plata y Pringles al último refugio en Barcelona, va surgiendo el perfil de un escritor convencido de su genialidad y, más tarde, de su inevitable destino póstumo, incapaz casi siempre de conservar un trabajo, ciclotímico en sus relaciones y con un eterno aire desamparado. Esa vida nómada y desordenada, agobiada por el alcohol, por el recurrente cambio de parejas (principalmente heterosexuales, a pesar de lo que podría sugerir parte de su literatura), está impregnada por una sensación de fracaso y esterilidad que recuerda una frase de su relato "El niño proletario": "La exasperación no me abandonó nunca y mi estilo lo confirma letra por letra". Por lo poco que se conocía de esos períodos, es imprescindible referirse a dos partes de esta monumental biografía. Por un lado, la estancia de Lamborghini en Mar del Plata, adonde fue tras el golpe de 1976 a refugiarse en su familia y donde se embarcó en la aventura de fundar la Escuela Freudiana local (compuesta por una única persona: él mismo). Esa estancia en "el páramo", como denominaba al balneario Atlántico por el aislamiento, lo convirtió en un compulsivo escritor de cartas (a Héctor Libertella, Tamara Kamenszain, César Aira, Fogwill). La reproducción de muchas de esas misivas incluidas en Osvaldo Lamborghini... , reveladoras pero también magníficamente escritas, representan, por sí mismas, un acontecimiento. La otra sección, que conjuga alegrías y tristezas, es la última, en que se narra el exilio del escritor en Barcelona, a comienzos de los años 80. La muerte lo encontró allí, a los 45 años, con el cuerpo maltrecho, después de vivir los últimos meses recluido en un departamento. Antes, sin embargo, había podido tener un atisbo del paraíso. Fue en la capital catalana donde encontró, gracias a los buenos oficios de su pareja de entonces, Hanna Muck, las condiciones para dedicarse a escribir sin pensar en cómo ganarse la vida. Y escribió, por cierto. Que Strafacce termine su libro evocando esa circunstancia -y las despedidas que poco después publicarían algunos amigos cercanos- es un acto de justicia poética.

Por otra parte, también hay una entrevista a Strafacce en la que declara las razones para escribir esta biografía:


Si no sonara demasiado tremebundo, diría que el libro no retrata el mito sino que "desmitifica", en fin, muchos aspectos de la vida y la obra de Osvaldo Lamborghini. Tampoco pretende explicar (sería impertinente de mi parte) al autor. Pero es cierto: al relacionar textos y reponer contextos, el libro permitiría, no digo entender mejor, pero sí disfrutar más de esa obra. O disfrutarla de otra manera por lo menos. En lo personal, la investigación me permitió mitigar una curiosidad que me asaltó desde que lo leí por primera vez: ¿cómo será -cómo habrá sido- una persona que escribe así?

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Leonidas Lamborghini homenajeado

6.20.2008
Leónidas Lamborghini entrevistado. Fuente: página12

Cincuenta años cumplidos desde la aparición de El solicitante descolocado, y una nueva reeedición, es el pretexto ideal para rendirle un homenaje al poeta argentino Leonidas Lamborghini (hermano de aquel poeta extraordinario Oswaldo Lamborghini) hoy en la Biblioteca Nacioanal de Buenos Aires. Lo entrevista Silvina Freira en Página12 en su departamento, junto al "desdcaderado" perro Dodó. Comenta ahí cómo fue marginado de su generación por ser peronista, al igual que Leopoldo Marechal:
(...) pero más que nada es por la poética. Lo que se rechaza es la risa, que en estos personajes es una inmolación. La cosa es en serio, “¿cómo va a decir estas cosas en la poesía? Esto no puede ser poesía, esto es un chiste, una broma”. Y sí, pero con todo lo trágico de una broma que no entendés bien, pero al final resulta que hay una especie de cosa trágica que va a venir, la parodia y la tragedia, eso que yo admiro tanto de Discépolo: “Tanto dolor que hace reír”. En la poesía de los ’40 eran todos elegíacos. De lo que se trataba era de romper con el aburrimiento de ese tono poético. Había que encontrar una ruptura, y alguien tenía que hacerlo. como un día me dijo David Viñas: “Los precursores, Lamborghini, pagamos ese precio”. No sé si él se acordará, pero a mí me quedó grabado eso. Ahora todo el mundo ve esa risa de otro modo. Pero eso ha estado siempre; está en Melville, que decía que había que sorprender esa risa detrás de la tragedia, esa mofa, y en tantos otros autores. Pero acá importaban los modelos y todos escribían lo mismo: “cabeza adyacente”, “caballo muerto en el río”, todos temas poéticos. Y no hay antipoesía y nada por el estilo. Hay poesía que va tomando la forma y absorbiendo las influencias de su tiempo, de su época. Había una eclosión, un bullicio social, el ascenso de una clase, y la poesía no lo asumía. Los poetas del PC hablaban de un obrero idealizado y con un lenguaje poético y no con el lenguaje de la calle, no miraban que eso podía ser una poética también. Eso era inédito. El que lo aceptó fue Marechal, pero estábamos en la misma onda. Marechal me dijo que yo había abierto un nuevo camino para la poesía. Pero eso fue a posteriori, en los ’60, cuando nos conocimos.

En cuanto al evento de hoy, declara:
El homenaje me parece demasiado. Yo agradezco mucho, a mis amigos y a gente no conocida que me ha dado el estímulo para seguir adelante. Cuando te legitimás, empezás a sentirte molesto. La primera legitimación del poeta cuando hace cosas raras es la familia. Yo me atreví a decirles a mi padre y a mi madre: ‘Estoy haciendo un poema’. Y habrán dicho: ‘¡Está más loco que nunca!’. Después se tuvieron que aguantar no a uno sino a dos"

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