MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Balanza publica

1.22.2010
Rafael Balanza frente al café Gijon. Fuente: bibliofiloenmascarado

El escritor alicantino Rafael Balanza ganó en Premio Café Gijón 2009 con la novela titulada Los asesinos lentos, una novela noir que encaja mejor en el thriller, según el autor. Ahora el libro será publicado por Siruela, que resume así la trama:

Valle y Cáceres formaron parte en los noventa de un grupo de pop rock. Ensayaban juntos, tocaban juntos, se emborrachaban juntos. Llevan muchos años sin verse cuando se encuentran en un café. Allí charlan animadamente y recuerdan, entre risas, anécdotas del pasado. Después Valle le anuncia a su amigo que ha decidido matarlo y que lo hará pronto. El resto de la novela viene a ser algo así como la onda expansiva de esta primera revelación, a partir de la cual el relato avanza trepidante hasta un desenlace sorprendente y extrañamente lírico que dejará al lector sin aliento. El jurado del Premio Café Gijón destacó la «audacia narrativa» de la obra de Rafael Balanzá, «cuya trama se sustenta en una estructura muy bien construida que mantiene en vilo al lector, llevándolo a un desenlace ingenioso e inesperado».


En su momento, esto fue lo que opinó Balanza sobre el premio:

Una novela que, en palabras del ganador, tiene muchas influencias de Kafka, que es el autor que más admira. 'Toda la novela está en la primera frase y su desarrollo depende de ella hasta el final', ha explicado el flamante ganador tras escuchar el fallo del jurado en el Café Gijón, el madrileño café literario por excelencia. 'Te voy a matar' es la primera frase del libro y es lo que le dice Valle a Juan Cáceres, dos amigos de juventud con vidas muy distintas. Una amenaza de muerte que dura hasta el final y una trama que a los miembros del jurado les ha parecido 'muy audaz', calificativo que Balanzá ha agradecido mucho pero con el que no se ha mostrado muy de acuerdo. 'Para mí es un elogio -dice-, pero la verdad es que yo no me siento muy audaz. Soy más bien un escritor clásico al que no le gustan los experimentos vacuos. Todo ya está inventado. El modernismo se ha acabado y estamos ya en la posmodernidad. Lo que hay que hacer es aprovechar todos los recursos que uno tiene para escribir una historia, el objetivo es la historia. La novela es una bala y sin historia no hay nada'. Pero el ganador ha querido dejar claro que no se trataba de una novela negra. 'Me gusta el género pero mi libro no tiene nada que ver con una novela negra al estilo de Agatha Christie. Un editor me dijo un día que yo dominaba el terror psicológico, y estoy bastante de acuerdo con ello', ha añadido. Rafael González Balanzá, que es su nombre completo, de 40 años, reside en Murcia desde 1986. En 2002 fundó la revista cultural El Kraken, considerada por el escritor Francisco Arrabal 'la mejor revista de Europa'; en 2007 publicó el libro de relatos 'Crímenes triviales', que reúne cinco cuentos y hasta la fecha el momento su única obra publicada. El jurado de este galardón, que cumple 60 años en esta edición, ha estado presidido por Rosa Regás, quien ha leído el fallo, y ha estado compuesto por José María Guelbenzu, Marcos Giralt-Torrent, Mercedes Monmany y Antonio Colinas. Balanzá también ha querido destacar la limpieza del premio: 'Me lo dijeron anoche cuando estaba viendo el telediario y yo no conozco a nadie en el mundillo literario. En tiempos en los que dicen que los premios están manchados yo quiero dejar claro que éste no'. A esta edición del premio Café Gijón, que está dotado con 30.000 euros, 12.000 más que en la pasada edición, y con la publicación de la obra ganadora por parte de Siruela, se han presentado 539 originales, 456 de ellos lo hicieron en formato digital a través de Internet y los 83 restantes en papel. De estos originales, 368 fueron enviados desde España y 171 desde el extranjero, donde destaca Argentina con 37 obras presentadas. El premio, que patrocinan el Ayuntamiento de Gijón y Caja Sur, fue creado en 1949 por el actor y escritor Fernando Fernán-Gómez, quien corrió con todos los gastos del certamen. La ganadora de la pasada edición fue Carmen Boullosa.

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Erri de Luca en España

1.15.2010
Erri de Luca. Fuente: freevalltelina

"La felicidad es un regalo, no un proyecto" dice Erri de Luca. Si no anotan esa frase y la ponen en la cabecera de su cama, o por lo menos en su refrigerador, es que no se han enterado de nada. Su última novela, Il peso della farfalla, quedó como uno de los libros más vendidos en la navidad italiana, por encima de El símbolo perdido de Dan Brown. Erri de Luca ya no es más un autor de culto en su país, y aunque aún tiene mucho camino por recorrer hasta llegar al reconocimiento de Magris o Tabucchi, en castellano tiene cada vez más admiradores. Y me pongo en la lista desde que leí Tres caballos (y aunque el viejo Erri hable mal del libro electrónico, lo perdono). Ahora Siruela ha traducido su penúltima novela, El día antes de la felicidad y seguro ya está apurando la traducción de su exitoso libro ultimo. Erri de Luca estuvo en España esta semana y mantuvo el miércoles una conversación pública con su traductor, Carlos Gumpert, para Siruela. En El Cultural pueden leer una charla con el escritor italiano.


En su última novela, El día antes de la felicidad, se dice que el napolitano es bueno para el relato oral y el italiano para escribir.

El italiano es bello porque es como un río, que recoge todos los afluentes de los diversos dialectos italianos. El napolitano, como cualquier otro dialecto, es más veloz. Si traduces una página del napolitano al italiano, el italiano se extiende el doble. El italiano va bien para la escritura, porque hay que tener tiempo. Y el napolitano es perfecto para el mercado, para discutir y para el amor.

En alguna ocasión ha comentado que Nápoles es, a un tiempo, una ciudad monárquica y anárquica. ¿Cómo puede combinar estas dos cualidades contrapuestas?

Es anárquica porque no deja que ningún poder pueda dominarla. El poder es como una especie de revoque que las piedras de la ciudad repelen, y lo hacen con sus terremotos y con su salitre. El poder allí no acaba nunca de establecerse sólidamente. Y monárquica porque los domingos necesita de un rey, para la fiesta. El último ha sido Maradona. Le gustan los fastos de las monarquías, como cuando fue capital de Europa bajo la monarquía española. Nápoles es todavía una ciudad muy española.

¿Cómo ve el boom de literatura sobre la mafia? ¿Aporta algo nuevo respecto a lo que ya han contado los viejos maestros, Sciascia, Camilleri...?

Es simplemente un fenómeno editorial, con fines mercantiles. En ningún caso supone una manifestación de mayor sensibilidad o conocimiento sobre esta cuestión.

Gaetano, protagonista de la novela, afirma que “un hombre es una cuenca de recepción de historias, cuanto más al fondo esté, más recibe”. ¿A qué fondo se refiere exactamente?

A la última fila de la clase, al último estrato de la escala social... Ahí es donde se acumulan las historias. Hoy ese fondo está en los campos de concentración de inmigrantes, y en su aventura.

También afirma: “El libro es un erizo, si está cerrado y compacto, aguanta el fuego”.

Tanto la casa de mi padre como la mi madre fueron bombardeadas durante la guerra, y lo único que pudieron salvar entre los escombros fueron los libros.

¿Le queda alguna esperanza en la izquierda italiana?

La izquierda italiana no existe. El partido de la oposición es una mera tentativa de concurrir también en el libre mercado. Vende la misma mercancía.

¿Siente frustración ante este panorama?

Sí, porque Italia es un país que retrocede en conciencia cívica y de pertenencia a una comunidad. En Rosarno [Calabria] se ha consumado estos días el primer pogromo de nuestra historia, la agresión de una mayoría armada contra una minoría, considerada inferior. Ahora ha saltado a los medios porque los inmigrantes africanos se han rebelado, pero la caza al negro era un deporte habitual entre los jóvenes de Rosarno, desde hacía bastante tiempo.

¿Qué es la felicidad para Erri de Luca?

Es algo sobre lo que no se puede fundar nada, ni una ciudad ni un amor, porque llega de forma imprevista y dura poco. La felicidad es un regalo, no un proyecto.

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Tras el muro

12.22.2009
Ilustración: Fernando Vicente/ El País

Esta noticia se la dedico a Mercedes Monmany, y a través de ella a todas las personas que como ella, y yo, consideramos la literatura del Este de Europa como la mejor literatura del siglo XX. La nota en El País dice que, tras el premio Nóbel a Herta Muller, se viene una ola de traducciones "detrás del muro" (imaginario). Lo cierto es que en España la literatura de Europa del Este siempre ha sido bien atendida aunque nunca tan exitosa como ahora. Dice la nota:

Después de 20 años de la caída del muro de Berlín, la literatura de los países del Este de Europa ha dejado de ser una anomalía en España. Lejos aún de sus imbatibles colegas anglosajones, los escritores del otro lado del antiguo telón de acero son los favoritos de los editores españoles a la hora de encargar una traducción. El último Premio Nobel de Literatura, concedido a la rumana Herta Müller, y su fulminante rescate editorial se ha sumado al Príncipe de Asturias de las Letras otorgado al albanés Ismail Kadaré, la recuperación integral de la obra del serbio Danilo Kis al hilo del vigésimo aniversario de su muerte o la traducción, el mismo año de su aparición en Polonia, del último poemario de otra premio Nobel, Wislawa Szymborska [...] La rumana Viorica Patea, traductora y profesora de la Universidad de Salamanca, afirma que, además del de Berlín, el 9 de noviembre de 1989 empezaron también a derrumbarse muchos "muros ideológicos" a este lado de las ruinas. "Llegué a España en 1977, y durante años, si pedías en una librería una obra de Solzhenitsin te miraban como si estuvieras pidiendo Mi lucha, de Hitler". Hoy nadie discute la importancia de una obra como Archipiélago Gulag (Tusquets). Mucho menos, la de los Relatos de Kolimá, de Varlam Shalámov, para muchos la gran obra sobre el universo concentracionario soviético. Hace dos años Minúscula comenzó a publicar la edición integral en seis tomos. Viorica Patea recuerda también el éxito tardío de una novela como Vida y destino, de Vassili Grossman. En 1985 Seix Barral publicó una versión (del francés) que pasó sin pena ni gloria. La traducción directa del ruso que publicó en 2007 Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores lleva vendidos más de 200.000 ejemplares. El mismo sello acaba de publicar Años de guerra, más de 600 páginas de relatos y artículos escritos por el Grossman corresponsal. Los que el 9 de noviembre de hace dos décadas se acostaron creyendo todavía en el paraíso comunista no se levantaron descreídos el día 10. "Las mentalidades cambian más lentamente que la propia historia", dice Patea. Dos años antes de la caída del Muro, Jaume Vallcorba, responsable de la editorial catalana Quaderns Crema, lanzó un sello en castellano: Sirmio. Además de los primeros libros de un profesor universitario completamente desconocido llamado Javier Cercas, Sirmio se empeñó en publicar autores contemporáneos como el polaco Slawomir Mrozek y a clásicos del centro y el este de Europa como Stefan Zweig o Joseph Roth llamados a tirar de los primeros. La aventura duró cinco años. Luego cerró. Muchos de los títulos que languidecieron bajo el sello Sirmio triunfaron luego bajo la etiqueta de Acantilado, fundada por el propio Vallcorba en 1999. "Novela de ajedrez, de Zweig, que no vendió ni una edición como Sirmio lleva 11 como Acantilado", cuenta el editor. Fue Acantilado quien recuperó al futuro Nobel húngaro Imre Kertész y quien inició la edición completa, todavía en curso, de la obra del serbio Danilo Kis, autor de obras como Jardín, ceniza, considerado por Joseph Brodsky como "el mejor libro escrito en la Europa de la posguerra". Este año se cumplen 20 de su muerte y el que viene se celebrará en Madrid un simposio sobre su figura. Para Vallcorba, en un momento en el que los escritores de Europa Occidental "miraban hacia Estados Unidos", los del Este "conservaron la gran tradición europea. Para ellos era un símbolo de resistencia política. ¿Un rasgo común? Tal vez su humor, que nace del absurdo kafkiano del mundo que relatan, pero no cae nunca en el sarcasmo. Hablan de cosas muy serias sin tremendismos". El derrumbe del llamado socialismo real trajo una doble apertura. Por un lado, los lectores occidentales descubrieron un mundo desconocido. Por otro, los Gobiernos de los países del Este empezaron una política de difusión de sus culturas que antes no existía fuera de la ortodoxia política. De ahí que muchas traducciones al español cuenten con el apoyo económico de los países de origen. El polaco Adam Zagajewski enumera en sus memorias de infancia los síntomas del régimen comunista -empeñado en reducir la variedad humana a tres tipos: "el funcionario, el obrero y el policía"- eran éstos: "la palidez del rostro, el temblor de las manos, las conversaciones en voz baja, el silencio, la apatía, la costumbre de cerrar a conciencia las ventanas, la desconfianza con los vecinos y la afiliación masiva al partido detestado". A partir de síntomas similares está construida la obra de Herta Müller, perteneciente a la minoría germanófona de Rumania. Siruela acaba de reeditar La bestia del corazón y La piel del zorro y anuncia para la próxima primavera Todo lo que tengo lo llevo conmigo, publicada este mismo año en Alemania. El próximo viernes se cumplen también 20 años de la muerte de Nicolae Ceausescu, ajusticiado junto a su mujer. Según Viorica Patea, el Nobel a Müller es un símbolo, pero sobre todo el reconocimiento a una escritora que supo convertir en arte el crudo relato de la vida bajo una dictadura: "La historia no puede seguir sin analizar cómo llegamos hasta allí, sin expiar esa culpa individual y colectiva".

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Rafael Balanzá, premio de Novela Café Gijón

9.24.2009
Rosa Regás, Rafael Balanzá y la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández. Efe

'Los asesinos lentos' es el título de la novela del escritor alicantino Rafael Balanzá que acaba de ganar la versión 60 del Premio de Novela Café Gijón en España. El jurado estuvo presidido por Rosa Regás y tuvo como integrantes a José María Guelbenzu, Marcos Giralt Torrente, Mercedes Monmany y Antonio Colinas. Un jurado de lujo, realmente. El autor de 40 años, fundador de la revista El Kraken, se impuso sobre más de 500 novelas y la obra será publicada por Siruela. Además, recibirá 30,000 euros. Dice la nota:

"Para mí es un elogio -ha explicado el escritor-, pero la verdad es que yo no me siento muy audaz. Soy más bien un escritor clásico al que no le gustan los experimentos vacuos. Todo ya está inventado. El modernismo se ha acabado y estamos ya en la posmodernidad. Lo que hay que hacer es aprovechar todos los recursos que uno tiene para escribir una historia, el objetivo es la historia. La novela es una bala y sin historia no hay nada". La novela, en palabras del ganador, tiene muchas influencias de Kafka, que es el autor que más admira. "Toda la novela está en la primera frase y su desarrollo depende de ella hasta el final", ha explicado Balanzá tras escuchar el fallo del jurado en el Café Gijón, el madrileño café literario por excelencia. Aún así, el autor ha mostrado su discrepancia frente a los que catalogan 'Los asesinos lentos' como novela negra. "Me gusta el género pero mi libro no tiene nada que ver con una novela negra al estilo de Agatha Christie. Un editor me dijo un día que yo dominaba el terror psicológico, y estoy bastante de acuerdo con ello".

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Nooteboom en Menorca

8.05.2009
Cees Nooteboom en Menorca. Foto: Cristobal Manuel. Fuente: elpaís


Cees Nooteboom ha aparecido muchas veces en este blog. Es un autor extraordinario, en especial cuando comenta sus impresiones de viaje (que casi siempre son interiores, aunque Nooteboom es un nómade sin dudas). Ahora, gracias a la publicación de un nuevo libro suyo titulado Lluvia Roja (siruela) y a su estancia vacacional en Menorca, Winston Manrique lo entrevista para "Babelia". Aquí algunas preguntas salpicadas:

¿Qué es lo que recomienda al viajero?
¡Dejarse llevar! Llegar a una ciudad, ir a la terminal de autobuses, tomar cualquiera y dejarse llevar. Así habrá aventuras, cosas feas, cosas bellas, gente interesante, gente aburrida. Nunca se sabe. Así el mundo se ensancha. Y si puede aprender el idioma antes de viajar mucho mejor, entonces el mundo sí que será grande y diferente.

P. ¿Qué fue lo que le inoculó entonces el deseo de viajar por siempre?
R. Lo que es difícil para los otros para mí es normal. Es la práctica. El viaje sale de la curiosidad, de ver cómo viven los otros.

P. ¿Y de la posibilidad de perderse entre la gente, como ha escrito?
R. Suena un poco romántico, pero es el deseo de ser anónimo. Es interesante porque en algunos momentos significativos políticamente estar en la multitud es una experiencia indescriptible. Sea París del 68 o Berlín del 89. Hay algo también erótico en ser parte del espíritu de la multitud. Es más que por el momento histórico, es sentir la excitación de compartir ese momento especial.

P. ¿Por qué esa querencia por España?
R. Es un poco raro. Italia fue la gran sorpresa al principio. El Norte es un poco más sombrío. Holanda era calvinista como espíritu, y con 20 años me encontré con una Italia que era ópera bufa, más chispeante. Después vine a España, y aunque era la luz del Sur pesaba mucho, eran los tiempos de Franco. Un país pobre y poco atractivo. Hay que leer, por ejemplo, al Norman Lewis de Las voces del viejo mar, donde describe la Cataluña de los cincuenta. Pero lo que me atrajo fue la cantidad de espacio, viniendo yo de un país sobrepoblado. Entonces viajar por España era viajar como Stendhal en su tiempo. Desde esa primera vez en 1954 no he faltado ni un año. Me gusta el paisaje de Castilla, su tono cobrizo. Ésa es su esencia.

P. De tantos lugares maravillosos que ha visitado, ¿por qué eligió Menorca?
R. Porque está más cerca de mi casa en Holanda y por casualidad. Había un sobrino que quería ir a Ibiza y le dijeron que estaba llena, pero le recomendaron Menorca. Él vino y me dijo que era un lugar muy tranquilo y bonito. Así la conocí, y después compré una casa. Además, buena parte de la isla es agrícola y no se puede construir. Para hacer este pequeño despacho he tardado 30 años para que me dieran el permiso.

P. ¿Cómo fue ese viaje al pasado del que surge Lluvia roja?
R. Tenía mis viejos diarios que volví a leer y me encontré con un joven casi sin talento, pero con cierta madurez.

P. Pero hay ideas buenas y frases bonitas, aunque dice que ve a un joven romántico con el cual no se identificaría hoy.
R. Es posible. Fue una sorpresa encontrarse después de tantos años en esos cuadernos. Hay otro problema, y tiene que ver con mi vida y mis padres. Él murió en 1945 poco antes de acabar la guerra en un bombardeo de los aliados. Un día hicieron una exposición de mi vida y obra en el Museo de La Haya y encontraron que mis primeros siete años, de 1933 a 1940, habíamos cambiado de casa ocho veces. Fue un descubrimiento porque yo no lo recordaba. Pregunté a mi madre y la conclusión es que no era una época muy buena para mis padres, como él tenía buen aspecto pues le alquilaban una casa y después de varios meses sin pagar nos íbamos.

P. Habrá pensado que ahí está el germen de su nomadismo.
R. Es demasiado fácil. Mis padres se divorciaron, viví unos años con mi madre, luego ella se casó con un señor muy católico y había un problema: yo era un chico muy difícil. Así es que fui a un internado con monjes agustinos y luego franciscanos, pero todos me tiraron porque no me soportaban. Aunque no terminé el colegio, aprendí griego y latín y tres idiomas. Por eso cuando hace unos diez años la Universidad Católica de Bruselas me dio el honoris causa dije que esperaba que éste fuera mi graduación y que confiaba en que dejaría de tener pesadillas con el examen de matemáticas. ¡Y así ha sido!

P. Este libro es un mosaico de recuerdos con cierto toque de nostalgia. ¿Es bueno vivir de evocaciones?
R. Para mí es inevitable, no puedo escapar de ellas. Es normal. Ahora escribo sobre gente que ha desaparecido.

P. ¿Y qué mira más: su pasado con esas personas o lo que hará su ausencia?
R. Ummm... El presente en el cual uno está escribiendo. Es normal que a esta edad uno piense en los desaparecidos, además ya no se hacen muchos nuevos amigos. Este año han muerto tres, uno de ellos ha sido el escritor Hugo Claus, que tenía Alzheimer. Con él hemos tenido una ceremonia de adiós. Quería ir al hospital para morir, pero en Holanda el Alzheimer no es considerado un sufrimiento imposible. Así es que fue a Bélgica. El asunto con esta enfermedad es que uno puede decidir cuándo ha llegado el momento, pero si esperas mucho no puedes decirlo y la ley interviene porque hay que estar consciente. Para todos es una enfermedad imparable y dolorosa, pero para los escritores sin duda más porque la memoria y la imaginación son nuestras herramientas.

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Ismaíl Kadaré, premio Asturias de las letras

6.24.2009
Ismaíl Kadaré. Fuente: donaustroom

El escritor albanés Ismaíl Kadaré consiguió el Premio Príncipe Asturias de las Letras hoy en Oviedo, España. Kadaré, cuyo reconocimiento es cada vez mayor en el mundo literario (hace unos años recibió el Man Booker Internacional) ha sido traducido varias veces al castellano. No he leído de él su obra célebre El palacio de los sueños pero sí Frías flores de marzo (editada por Alianza) que es extraordinaria.
El jurado concede a Kadaré este galardón, dotado con 50.000 euros y la reproducción de una estatuilla de Joan Miró, "por la belleza y el hondo compromiso de su creación literaria". "Ismaíl Kadaré narra con lenguaje cotidiano, pero lleno de lirismo, la tragedia de su tierra, campo de continuas batallas. Dando vida a los viejos mitos con palabras nuevas, expresa toda la pesadumbre y la carga dramática de la conciencia. Su compromiso hunde las raíces en la gran tradición literaria del mundo helénico, que proyecta en el escenario contemporáneo como denuncia de cualquier forma de totalitarismo y en defensa de la razón", señala el acta del jurado.

La nota también comenta los temas del autor:

Kadaré había vivido con nueve años la ocupación alemana de su país (tema al que dedicó Noviembre de una capital), pero fue la dictadura comunista la verdadera piedra de toque de su obra. En sus propias palabras, "la dictadura y la verdadera literatura sólo pueden cohabitar de una forma: devorándose día y noche una a otra". En la novela El palacio de los sueños, publicada en 1981 y considerada por muchos como su obra maestra, denunció el régimen burocrático y autoritario de Albania. Con todo, él nunca se ha considerado un autor político. Y se diría que durante años la dictadura de Hoxha, tampoco. Aunque, en sus propias palabras, su fama en el exterior le sirvió como escudo salvavidas en el interior, su solicitud de asilo político en Francia en octubre de 1990 -un año después de la caída del Muro de Berlín- originó una conmoción en su país por más que las autoridades calificaran el hecho como el "acto privado de un particular". Instalado en París, Kadaré asistió al derrumbe homérico de un régimen cuya ruina convirtió los Balcanes en un volcán que, dormido durante años, entró finalmente en erupción. Autor de obras comos La hija de Agamenón y Esquilo. El gran perdedor, el autor albanés ha demostrado con la ayuda de los clásicos griegos -los vecinos balcánicos más ilustres- la vigencia de un mundo marcado por la guerra y el drama de la libertad. (...) Firme defensor de la intervención militar de Occidente contra los serbios de Kosovo , Kadaré se ha empeñado también en iluminar las contradicciones de la instalación del capitalismo en su país, un asunto al que dedicó Frías flores de marzo, una ácida visión del vacío moral que llegó de la mano de la transición. "Me siento decepcionado", declaró en una entrevista, "pero no como el resto del mundo. Porque no me esperaba algo tan maravilloso como la gente, por lo general, se esperaba. Los pobres han tenido una desilusión total porque, cuando la libertad es un sueño, es muy bella, muy hermosa. Mientras que todo el mundo sabe que la realidad poscomunista no era tan hermosa como se pensaba. La gente se ha vuelto más realista, se puede decir que el periodo de desilusión ya ha pasado. Ha comprendido que es necesario trabajar para construir la vida, no basta con tener la libertad. Es una máquina en ocasiones muy difícil de mantener".

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Cees Nooteboom, premio de las letras neerlandesas

6.10.2009
Cees Nooteboom. Fuente: bath literature festival

A Cees Nooteboom lo admiré rendidamente desde que leí ese inusperable libro de viajes Desvío a Santiago (Siruela). Luego he leído mucho más de él, desde crónicas hasta ensayos y novelas, y la admiración no cesa. Es, de hecho, uno de mis candidatos sentimentales al premio Nóbel y si un día lo ganase haría una fiesta en mi casa. Incluso alguna vez conseguí la dirección de su editorial para gestionar un probable viaje al Perú para un congreso literario que, a final, no se realizó. En fin, el estupendo Cees no ha ganado aún el Nobel pero sí el Premio de las Letras Neerlendesas. Así comenta la noticia el departamento de prensa de Siruela:

El escritor Cees Nooteboom ha obtenido el Premio de las Letras Neerlandesas 2009 como reconocimiento a todo su trabajo. El jurado que le ha otorgado el premio ha definido su obra como "profunda y filosófica", recalcando que son estas cualidades la razón por la que el autor sea también admirado fuera de su país de origen. El premio está dotado con 40.000 euros y le será entregado al autor de manos del Rey de Bélgica el próximo otoño. Este galardón se entrega cada tres años a un autor de los Países Bajos, Bélgica o Surinam que escriba en neerlandés, y está considerado como el premio literario de lengua neerlandesa más prestigioso. Cees Nooteboom es uno de los mayores y más originales escritores holandeses. Vive en constante nomadismo entre Holanda, España y Alemania. Traductor de poesía española, catalana, francesa, alemana; de teatro americano; autor de novelas, poesía, ensayos y libros de viaje, es un escritor preocupado por el europeísmo y el nacionalismo. Ha obtenido, entre otros, el Premio Bordewijk y el Premio Pegasus de Literatura, así como la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid. En Francia ha sido nombrado Caballero de la Legión de Honor. Ediciones Siruela ha publicado de este autor los títulos: Cómo ser europeos, El desvío a Santiago, un buen ejemplo de su amor por España; El día de todas las almas, El enigma de la luz, La historia siguiente, Hotel nómada, Perdido el Paraíso, Tumbas y ¡Mokusei! Además, Ediciones Siruela publica la semana que viene dos nuevos libros de Cees Nooteboom, En las montañas de Holanda y Lluvia roja.

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Erri de Luca entrevistado

4.30.2009
Erri de Luca. Fuente: baronebirra

"Tiene cara de lord inglés, pero es napolitano y viste como un agricultor" así describen a Erri de Luca en una entrevista publicada en el último "Babelia". Erri de Luca es uno de los mejores -por no decir directamente el mejor- escritores italianos vivos. Un escritor absolutamente fundamental que es poco conocido en castellano, a pesar de que varios de sus libros han sido traducidos, incluyendo la genial novela Tres caballos. Su última novela, sin embargo, El día antes de la felicidad (Siruela) está encabezando la lista de los más vendidos en España. Extraordinaria noticia. ¿Será que se viene el renacimiento de Erri en castellano? Aquí algunas de las preguntas de la entrevista realizada por Miguel Mora, con respuestas tan escuetas como algunas de sus novelas:

¿Se siente italiano o napolitano?
Como escritor y hablante, vivo en la lengua italiana. La lengua italiana es mi patria, pero no tengo sentimientos patrióticos respecto a mi país. Si suena el himno no se me acelera el pulso, con la bandera tampoco. Pero la lengua me gusta. Nací y crecí en napolitano y me convertí en un escritor en italiano. No soy un escritor italiano, sino en italiano. Acabé dentro de la lengua de mi padre.

¿Cambió de patria?
De lengua. Mi padre pretendía que en casa hablásemos italiano sin acento. La mamma hablaba en napolitano. Ella era el lugar, era Nápoles.

Sé que murió hace unos días y vivía con usted. ¿Tenían buena relación?
Una relación tardía, adulta, pero buena, fuerte. Vinieron los dos a vivir conmigo porque no les llegaba el dinero.

(...)

¿Sintió pena al irse [de Nápoles]?
Me despegué como pude. Tenía encima una mole que me expulsaba. Me arranqué como un diente de una encía. Luego no pude reimplantarme en ningún sitio. Cuando me fui supe que no volvería, pero allí no podía seguir. Estaba solo. Luego encontré a mi generación en la calle, rebelde primero y revolucionaria después, y ahí sentí otra pertenencia, en vez de a un lugar, al tiempo. Soy un producto del tiempo, del 900.

Y de la revolución fallida.
Fui revolucionario a tiempo completo todo el decenio de los setenta. Milité en Lotta Continua hasta 1976, y cuando acabó me hice obrero y seguí solo. Fue la herencia del tiempo, y hoy lo veo con lealtad. No me gusta la nostalgia, pero soy leal con las razones de aquel tiempo. Pienso que aquel hombre joven que fui reconocería en mí a la continuación de sí mismo. Quiero pensarlo.

¿Hizo la cosa justa?
Cuando las cosas hay que hacerlas, justo o injusto, no hay elección.

Pero no tomaron el poder.
Era una revolución rara. Era más cuestión de entorpecer al poder y hacer crecer a la sociedad. No fue inútil. Fue necesario, y dio resultados. No en las vidas personales, ahí lo pagamos caro porque fuimos la generación más encarcelada de la historia, incluida la que vivió el fascismo.

¿Usted hizo cárcel?
Poca y muy temprano, en 1968 o 1969.

¿Y lucha armada?
Prefiero no contestar. Pero toda revolución prevé recurrir a las armas.

¿Defiende todavía el 68?
La historia la escriben los vencedores, no los condenados. El 68 fue sólo el momento de la salida, la campana que sacó a los estudiantes de clase. Era el periodo en que los obreros follaban. Ser obrero era una posición social de prestigio. Eran un punto de referencia. La vanguardia. Tenían poder y encanto.

¿Usted folló mucho?
Yo no, me hice obrero tarde. Y entonces no teníamos derecho al amor, el amor era... un pretexto para retirarse.

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India, adiós al exotismo

2.11.2009
Escena de la película Slumdog Millonaire basada en novela de Vikas Swarup. Fuente: wikipedia

La estupenda novela ¿Quién quiere ser millonario?, de Vikas Swarup, convertida en una interesante película inglesa de Danny Boyle titulada Slumdog Millionaire, es solo la punta del iceberg de lo que está ocurriendo con la literatura de la India. No sé si realmente la India ha dejado de ser un territorio exótico para la mayoría de nosotros. Pero lo que sí es un hecho obvio es que, más allá del exotismo nacionalista que le exigen ciertos lectores y editores, los autores indios han aprendido a representar su país desde diversas perspectivas y universos. Pluralidad, ese es el nombre de la buena literatura actual. Tanto aquellos que viven en su país como aquellos que han hecho su carrera en Inglaterra, los escritores de la India están escribiendo obras extraordinarias que han tomado por asalto las mesas de novedades de España. Así deja constancia Mercedes Monmany en ABCD las letras. Empieza hablando de Adiga, el reciente premio Booker, y su Tigre blanco:

Siete serán las cartas que Balram Halwai, el protagonista de Tigre blanco (Miscelánea), la novela del autor indio Aravind Adiga que se alzó con el último y prestigioso Premio Booker, le dirige al primer ministro chino Wen Jiabao, de visita en Bangalore con el propósito de reunirse con un grupo de empresarios que le relatarán las claves del «milagro económico indio». Unas cartas escritas siempre a medianoche, como aquella legendaria del 15 de agosto de 1947 en que Jawaharlal Nehru proclamó, desde el Fuerte Rojo de Delhi, la ansiada y largamente esperada independencia de India. Para narrarle la verdadera historia del boom económico indio, que los ha conducido a un fabuloso desarrollo como país, Balram se ofrece a sí mismo, y a la turbulenta historia de su vida y de su país, como ejemplo. Esa India que le ha permitido a alguien como él, gracias a oscuros pactos con el diablo, lograr una insólita ascensión social «desde las tinieblas hasta la luz». Salir de los anónimos subsuelos que se esconden bajo los imponentes edificios de los barrios residenciales de Delhi, donde vive la nueva burguesía del high tech, habrá sido a costa de lo más siniestro e inconfesable: corrupción, traición, robo... y asesinato (...) Un joven representante de una de las más poderosas literaturas emergentes de nuestros días, la angloindia -o la india, sin más-, que sería el cuarto autor de esa procedencia en alzarse con el Booker Prize, tras Salman Rushdie, Arundhati Roy y Kiran Desai (El legado de la pérdida, Salamandra), hija de la célebre Anita Desai.

A partir de ahí, Monmany abre el abanico de temas y autores de India que están alimentando la literatura contemporánea:

Historias de regresos y confrontación con pasados que hay que reintegrar de nuevo: ahí estaría la excelente novela La cámara de los perfumes (Alianza), primera obra, de raíces autobiográficas, del periodista y editor Inderjit Badhwar, en la que el protagonista retorna a India con motivo de la muerte de su padre, mientras rememora sus años de Universidad en EE.UU., en la década de los 60, cuando su identidad india le confería un estatuto semiheroico entre estudiantes devotos de Ginsberg y Marcuse. Confrontación con un pasado de luchas revolucionarias que otro de esos típicos personajes deseosos de borrar las huellas de su identidad -personajes que tanto abundan en las creaciones del mestizo Hari Kunzru, hijo de británica e indio y autor del éxito mundial El transformista (Alfaguara)-, compondría en Mis revoluciones (Alfaguara). Pero también conoceremos viajes problemáticos al pasado, esta vez desde el frenético mundo urbano, representado por megalópolis como Mumbai o Delhi, hasta unos orígenes rurales, extremos que en India significan fracturas planetarias. Así lo narrará S. Shankar en una novela aparecida estos días: El viaje no ha terminado (La Otra Orilla). En ella, Gapalakrishnan, funcionario jubilado de Nueva Delhi, regresa a su pequeña localidad del sur de India para hacerse cargo de un importante puesto simbólico: el de patriarca de su estirpe, vacío tras el fallecimiento de su padre. Otra importante primera novela, la de Selina Sen (Un espejo florece en primavera, Siruela), tendría como trasfondo argumental las muchas veces violentos conflictos interculturales producidos tras la partición de 1947, que separó India de Pakistán, y de nuevo a Bangladesh como Estado independiente en 1971, provocando la mayor migración en la historia del subcontinente asiático. Aunque otro centro neurálgico y narrativo que se repetirá estos últimos años es ese monstruo fascinante constituido por la gigantesca ciudad de Bombay, o Mumbai, como es llamada ahora. Una vorágine fabulosa que va desde las estrellas rutilantes del Bollywood local o los fastuosos hoteles de factura colonial, hasta la más pavorosa e inimaginable pobreza y marginalidad de los sórdidos y atestados barrios de desheredados que circundan obscenamente ese mundo de lujo y refinamiento. Así lo narrarían la monumental y genial obra de Suketu Mehta Ciudad total. Bombay perdida y encontrada (Mondadori); el no menos grandioso thriller de uno de los más relevantes autores indios de nuestros días, Vikram Chandra (Juegos sagrados, Mondadori), o la excelente e innovadora concatenación de historias, verdadero alegato contra cualquier tipo de fanatismo religioso, de otro de los más celebrados jóvenes escritores actuales, Altaf Tyrewala, autor de Ningún dios a la vista (Siruela). Una megalópolis que también serviría de turbulento decorado para la novela ¿Quién quiere ser millonario?, de Vikas Swarup (Anagrama), en la que se ha basado la película Slumdog Millionaire.

Y finalmente, en este recuento en el que solo extraño alguna novedad de Vikram Seth (autor de dos novelas extraordinarias: la tolstoiana Un buen partido y esa pequeña joya sentimental titulada Una música constante), menciona a dos pesos pesados: los exitosos Jhumpa Lahiri y Rushdie:

Dos obras de dos de los principales autores angloindios del momento aparecerán próximamente en nuestra lengua: la última y esperada novela de Salman Rushdie, La encantadora de Florencia (Mondadori), en la que su autor emprende el viaje que llevó a Marco Polo hasta el Kublai Khan, pero de forma inversa, con la invención literaria de un indio que sale al encuentro de Europa. Y, en Salamandra, unos sutiles y magníficos relatos (Unaccustomed Earth) de la neoyorquina Jhumpa Lahiri, nacida en el seno de una familia bengalí. Un libro sobre ese tipo de pequeños detalles escapados de los clichés habituales o, si se prefiere, de ese «exotismo de pacotilla», como lo llama Rushdie.

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Aviso de Servicio Público

1.21.2009
Carátula de la novela. Fuente: siruela.

El día lunes, a las 7:30 pm, encontré los libros del cubano Rolando Sánchez Mejías editados por Siruela, Historias de Olmo y Cuaderno de Feldafing, en la Librería El Virrey de Miguel Dasso. Ambos libros no llegaban a 100 soles. Debo advertir que esos ejemplares están agotados desde hace años en España y en casi todo América Latina. Así que, muy probablemente, están ante la última oportunidad de conseguir y leer las dos novelas que podrían o deberían ser consideradas entre las mejores escritas por un autor en castellano en los últimos 20 años. ¡Compre ya!

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Lispector reseñada

1.09.2009
Clarice Lispector. Fuente: dead bees

Mercedes Monmany abandona el expansivo territorio de Europa Central y se interna en la interioridad de las casas brasileñas de portillos cerrados, al escribir sobre la edición de Siruela de los Cuentos Reunidos de Clarice Lispector. El título de la reseña es el mismo que el de una colección de relatos de la autora, uno de los mejores libros que he leído en mi vida: Felicidad clandestina. Dice la reseña:

Pocos autores como esta maravillosa y turbadora escritora, nacida en Rusia, mientras su familia, judía, huía de la Revolución y la Guerra Civil, han sido tan consecuentes desde el principio con ellos mismos y con su propio estilo o marca de identidad personal. Desde su precoz y sorprendente primera novela, Cerca del corazón salvaje, escrita a los 17 años, aunque publicada tiempo después, en 1944, la fuerza sensual y envolvente de su arrolladora prosa poética quedaría tan grabada en la circulación sanguínea de su manera de hacer literatura como los vaivenes espirituales y sensoriales de sus protagonistas. Unas protagonistas que, creyendo «haber apaciguado la vida», cuidando con precaución de que no «explotara», como sucede en el relato «Amor», un día, sin previo aviso, como una repentina epifanía, se tienen que enfrentar a la crudeza del mundo, a la idea de la muerte, de la más absoluta soledad, de la extrañeza de lo que les rodea; en definitiva, a algo que ya siempre les hará mutar en algo nuevo y desconocido: algo que ahora llevan pegado sin remedio al paladar y que es el sabor de «una vida llena de náusea dulce». (...) Ya desde su primera novela, Lispector consiguió desconcertar a lectores y críticos. Las más inmediatas adjudicaciones o raíces reconocibles se refirieron a Joyce, al cual confesó no haber leído por aquel entonces, y por supuesto a Virginia Woolf y su corriente o flujo de conciencia femenina, una comparación que ella siempre rechazó. Como diría posteriormente, otros habían influido en aquella adolescencia voraz de lecturas que revela el bellísimo relato cruel y rebosante de placeres fanáticos y de «éxtasis» maravillados que es Felicidad clandestina: por un lado, el haber leído a los 13 años El lobo estepario, de Hermann Hesse -un auténtico «choque»-, y, por otro, el encuentro emocionado que tuvo a los 15 al entrar en una librería y abrir al azar el libro de una escritora con la que se identificó desde el principio y que le apasionó: Katherine Mansfield. Proclive a sentir, indagar y profundizar en la realidad que provenía de la experiencia y de lo vivido, minuciosa sismógrafa de la pasión amorosa en todos sus estados y delirios más neurasténicos, Lispector se alejó siempre de los excesos de un frío intelectualismo que, según ella, como dirá en el relato «La salida del tren», tan sólo ponía trabas a la percepción de la vida auténtica y de los sentidos. O, si se prefiere, trampas y obstáculos artificiales a ese rastro mágico, místico y visionario que rodea los dolorosos «vía crucis» del cuerpo y de las vertiginosas zonas intermedias y corrosivas que abundan en sus relatos.

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Mi obra imposible

6.19.2008
lápiz roto. fuente: nube numero 9

En El Cultural han tenido una idea atractiva: como anticipo al libro Los libros que nunca he escrito de George Steiner, traducido recientemente por Siruela, le han preguntado a una serie de escritores españoles cuál es ese libro imposible que nunca han escrito, ni escribirán, pero les hubiera encantado hacerlo. Aquí algunas de las respuestas:

Fernando Savater
Cuando escribí mi autobiografía Mira por dónde omití lo que podríamos llamar con Bataille “la parte maldita” de mi experiencia vital, sobre todo en lo que afecta a posiciones viles y oportunistas en la prensa o la intelectualidad sobre el tema del terrorismo o de la política en general. No quería quedarme totalmente sin amigos ni perder lo poco que aún guardo de mi antigua fama de “buen chico”. Pero de vez en cuando me tienta soltarme el pelo de una vez y hacer algo así como el cruel “Mes poisons” de Saint-Beuve. Todo se andará...

Eduardo Mendoza
Hay varias novelas que he empezado y no he escrito por varias razones: una de humor porque no me hacía reír; un drama que sí me hacía reír; una novela histórica que me parecía (y era) un ladrillo; una novela de amor que no parecía sincera; una historia de misterio que nunca llegué a saber cómo acababa. Algunos de estos conatos llenan un armario. Espero tener ocasión de quemarlos antes de estirar la pata, aunque lo que pase después me trae sin cuidado: no creo en la posteridad. Me habría gustado escribir una novela pausada, con largas descripciones, a la manera de Balzac o de Proust; o un profundo análisis de las pasiones, como Doistoievsky; o un texto denso y hermético, como Joyce. En resumen, que me habría gustado tener más talento. O menos para no darme cuenta, embarcarme en una empresa arriesgada y naufragar. Me temo que ya es tarde.

Carmen Riera
Nunca escribiré una novela que tiene que ver con mi infancia, sumamente infeliz, por cierto. Aunque el tema es sugerente –una niña que se pasa la vida escuchando detrás de las puertas y que un día oye algo terrorífico–. Todavía a estas alturas me produce una sensación sumamente pertubadora y en consecuencia no escribiré jamas sobre el asunto. El tabú tiene que ver con las relaciones familiares.

Álvaro Pombo
Jamás he renunciado a tema alguno, aunque lo que Steiner confiesa en ese libro, es decir, su imposibilidad de escribir sobre algunos asuntos especialmente delicados, es una constante en la literatura universal. Quizá el caso más claro sea el de Julien Green, un excepcional escritor que tuvo gravísimas dificultades para escribir abiertamente sobre su homosexualidad, y que sólo en los innumerables tomos de su diario deslizó alguna confesión en ese sentido. Yo, felizmente, siempre he escrito lo que he querido.

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Tumbas literarias

12.06.2007
Tumba de Jorge Luis Borges en Ginebra. Fuente: borges-iowa

Visitar los cementerios y averiguar dónde quedan las tumbas de los escritores notables, he ahí un pasatiempo que me gustaría tener. Lo he hecho algunas veces, aunque no tantas como quisiera (o como hubiera podido). Cees Noteboom, en cambio, ha hecho de ese pasatiempo una constancia y gracias a ello ha publicado un texto, traducido por Siruela como Tumbas de poetas y pensadores, en el que combina la prosa precisa y la poderosa capacidad de reflexión que le conocemos con fotografás de tumbas tomadas por Simone Sassen, su esposa. También pueden ver algunos fragmentos como anticipo en"El Cultural".

Dice la nota: "Recorre el autor un amplísimo muestrario de sepulturas -nada menos ochenta y tres- de todas las épocas y de todas las culturas, suntuosas y modestas, adecuadas a quienes fueron encumbrados en vida por la fama y el fervor del público, pero también las de quienes tan solo fueron rescatados en la posteridad. Entre ellas, las de algunos autores de nuestra lengua, como Miguel de Cervantes, Jorge Luis Borges, Antonio Machado, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, Pablo Neruda y César Vallejo. Tumbas de la antigüedad grecorromana, como la de Virgilio; medievales, como la de Dante; de herejes, como el gran filósofo judío asesinado Baruch de Spinoza; de fundadores de la modernidad como Goethe; de poetas y escritores locos o malditos como Hölderlin, Baudelaire, Wilde, Pound o Celan; de autores fundamentales como Leopardi, Stevenson, Melville, Flaubert, Proust, Kafka, Valéry, Eliot, Joyce. Yeats, Graves (amante de España sepultado en Mallorca , de quien mañana se cumple el aniversario de su muerte), Beckett, Mann y hasta algún que otro pintor, como Marcel Duchamp.

«He titulado este libro Tumbas -confiesa Nooteboom- quizá por el alegre sonido que tiene esta palabra en español... Tanto si asalta el cielo bajo la forma de una pirámide, como si queda modestamente en el suelo, en una pequeña colina, una mínima elevación que surgió porque en la tierra había que hacer sitio para un muerto, en el gran libro de símbolos cada tumba es una susurrada repetición de las montañas sagradas, en las cuales la vida misma tenía su sitio».

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Jostein Gaarder en la FIL

11.29.2007
Jostein Gaarder. Fuente: milenio

Todos recuerdan el éxito que tuvo hace unos años la novela El mundo de Sofía del noruego Jostein Gaarder, editada en castellano por Siruela. El autor ahora está en la FIL Guadalajara se presenta en una actividad comocida como "Mil Jóvenes frente a..." En este caso, frente a Gaarder quien además se sentó, en otra mesa, al lado del finlandés Robin Valtiala y la sueca Sara Kadefors para presentar una breve charla sobre la literatura nórdica

Dice la nota: "El autor habla rápido. Las ideas le vienen una tras otra y cada respuesta que da está cargada de filosofía. Habla, sobre todo y por supuesto, de filosofía y literatura. Porque, dice, en esas disciplinas está la respuesta a muchos de los problemas de la humanidad. Hay, asegura, dos formas de ver la literatura: “Primero, para jugar con las palabras, como el pintor juega con los colores. Pero es importante que esa literatura tenga un mensaje detrás de la ficción. Con estas dos premisas es con las que he escrito todos mis títulos”. Diálogo. Ésa es la palabra por la que apuesta el también autor de Jaque mate. El diálogo, adelanta, será el protagonista del encuentro que tenga, hoy, en la actividad conocida como Mil jóvenes con... “Me interesa explicar por qué la filosofía es necesaria y divertida. Quiero generar un diálogo porque, en la filosofía, el diálogo es indispensable”. Y, cómo en todo diálogo, Gaarder se dice abierto a todas las preguntas. De hecho, confiesa, las prefiere a las respuestas. “Las preguntas son lo más importante, porque siempre están antes de la verdad. Cuando alguien pregunta, está a la mitad del conocimiento”.

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Amos Oz recibe premio

10.26.2007
Amos Oz. Foto: Chema Conesa. Fuente: el mundo

Hoy Amos Oz recibirá, de manos de los Reyes de España, el premio Asturias de las Letras en una ceremonia cuyo gran ausente será Bob Dylan. Por eso, Oz ha estado presente en diversos medios a lo largo de la semana, hablando sobre política, sobre el idioma hebreo o sobre literatura. En "El Cultural" de El Mundo le hacen una larga entrevista titulada tétricamente: "La literatura consiste en invitar a los muertos a tomar café". Además, Germán Gullón hace una reseña a la novela Fima, publicada originalmente en 1991 y traducida recientemente por la editorial Siruela, cuyo protagonista es uno de esos entrañables personajes fallidos pero nobles, como podría serlo Woody Allen o el profesor nabokovniano Pnin. O el Chapulín Colorado, ya que estamos.

Dice Amos Oz: "Para mí, la literatura consiste en invitar a los muertos a tomar café en mi casa para hablar con ellos. Es una forma de comunicar con los tiempos que se fueron, con los que ya no están aquí. Esa sensación la tuve de una forma más fuerte, claro está, cuando escribí Una historia..., pero puede aplicarse a mi forma de ver la literatura en su conjunto".

Sobre el fanatismo, al que le ha dedicado innumerables conferencias y un libro, declara: "Nunca he conocido a nadie que sepa reírse de sí mismo que sea un fanático. Si el sentido del humor se pudiera vender en cápsulas, se arreglarían muy rápidamente la mayoría de problemas en el mundo. Daría un brazo por inventar esas pastillas y ganar con ello el premio Nobel de medicina, no el de literatura. No me fío de esa gente que camina como un signo de exclamación".

Y sobre la literatura en castellano dice: "Siempre he sentido un amor profundo por España e Hispanoamérica. Desgraciadamente no hablo su lengua, pero he leído todo lo que se ha traducido al hebreo. Me siento muy próximo a la literatura hispánica porque tiene una mezcla de humor, tragedia, calidez y transparencia, a veces incluso en el mismo párrafo. Esa combinación entre comedia y drama está muy cerca de mi forma de ver el mundo y también he querido reflejarla en mis libros. Al fin y al cabo, son dos ventanas desde las que observar el mismo paisaje. "

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Fráncfort Latinoamericano

10.10.2007
Fráncfort. EFE. Fuente: la nación

Pero, obvio, no sólo la cultura catalana busca su espacion en la Feria del Libro de Fráncfort. También Latinoamérica se hace presente, aunque de una manera tímida. Y obviamente, Perú no suena ni truena (y El Comercio no mandó a su enviado especial esta vez). La nota en el periódico argentino La Nación nos explica qué hace Latinoamérica. Y nos da otras noticias de las presentaciones en la Feria literaria más importante del mundo. Se agradece.

Dice la nota: "Los principales grupos editoriales españoles -Planeta, Random House, Santillana- han conservado el tamaño de sus stands al igual que las editoriales independientes que son habituales de la Feria como Anagrama, El Acantilado, Tusquets o Siruela. Entre los latinoamericanos, el stand mexicano sigue siendo el más notable mientras que el argentino ha tenido un claro crecimiento con respecto a los años anteriores, lo que puede ser una señal de una recuperación del sector en ese país sudamericano, que dentro de tres años será el invitado de honor. Venezuela y Cuba tienen un stand conjunto en el que destacan la cooperación de los países en el terreno del libro. El stand colombiano sigue siendo pequeño, pero eso se compensa con el stand aparte que tiene el Grupo Editorial Norma, que sigue teniendo una clara tendencia al crecimiento.

Dice también: "(...) han desfilado hoy otros autores como el Premio Büchner de este año, Martin Mosebach, de quien El Acantilado publicará su novela "El príncipe de las tinieblas", el catalán Jaume Cabré, o el crítico francés Pierre Bayard. Bayard habló de su provocadora obra "Como hablar de libros sin haberlos leído", un titulo muy apropiado para una feria en la que año tras año se presentan más de 100.000 novedades. Entre las estrellas de la jornada estuvo el novelista Martin Walser que debatió en el llamado Film Forum sobre cine y literatura con el presentador de televisión Thomas Gottschalk, a partir de la experiencia que ha tenido con la adaptación a la pantalla de su obra "Ein fliehendes Pferd" (Un caballo en fuga). Entre los editores, se podían observar algunas sonrisas de satisfacción. Así, por ejemplo, Juan Cerezo, de Tusquets estaba feliz por la concesión del premio a la mejor novela alemana del año a Julia Franck, una autora cuyo libro "Tránsito" figura en su catálogo. Sin embargo, cuando sin duda alguna habrá por lo menos un editor completamente feliz para cada lengua será mañana por la mañana, cuando se dé a conocer el ganador del Premio Nobel de Literatura.

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Cees Nooteboom

10.04.2007
Cees Nooteboom. Fuente: daad.de

El holandés Cees Nooteboom, eterno candidato al Nobel, llegó a España en un día con lluvia. Ahí presentará su libro de crítica de arte El enigma de la luz. Para quienes hemos leído El desvío a Santiago, editado por Siruela, no es una novedad que Nooteboom hable de arte (sus impresiones sobre Zurbarán son bellísimas) y tampoco que hable con tanto conocimiento de España, país que visita constantemente. Lo entrevistan hoy en el ABC.

Dice sobre España: "[España] Puede ser más atractiva si se hubieran quedado algunas cosas como lo eran en un principio. Las construcciones de viviendas a lo salvaje es mala cosa. Y pensar que los terrenos de golf van a solucionar el problema es un error. El ruido es uno de los problemas de España. En ninguna línea aérea la música continúa una vez el avión arriba, pero en Iberia siempre lo hacen. Y muchas otras cosas que a mí no me gustan, pero España me encanta. Lo que me fascina aún de esta nación es el espacio (...) vivo en un país (Holanda) que es mucho más pequeño, pero que tiene muchos millones de habitantes y está lleno. Aquí, en grandes partes de Aragón, Castilla y León, hay espacios vacíos. Les quiero decir a los isleños de mi Menorca amada que la isla nunca puede ser más grande. Y cuanto más construyan, menos isla tendrán"

Sobre los premio Nobel dice contrariado: "No es una pesadilla ni nada. En España están muy interesados en esto, más que yo. Para ustedes los periodistas sí que es una obsesión. No se puede hablar de algo cuando no sabes nada. Para el Nobel no es un tema".

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Nicholas Mosley

9.23.2007
Carátula de la novela en Siruela. Fuente: siruela

¿Quién no ha rondado un libro en una librería por años, esperando que baje de precio, que lo pongan en saldos, que aparezca la edición de bolsillo? A todos nos ha pasado. Son libros a los que nos cuesta acceder, y por eso los disfrutamos más. Juan Forn comenta la historia que le ocurrió con uno de esos libros, titulado Monstruos de buenas esperanzas, cuyo autor es un desconocido en lengua castellana: Nicholas Mosley. El libro fue editado por Siruela y Forn recién lo pudo adquirir hace un mes y leer su más de 600 páginas.

"Monstruos relata la historia de Max Ackerman y Eleanor Anders, él un estudiante de física y biología en Cambridge y ella una estudiante de medicina y filosofía en Heidelberg, que se conocen en un encuentro de juventudes en la frontera entre Alemania y Suiza a principios de los años '20. Se ven una sola vez, durante unas pocas horas, pero la intensidad del encuentro es tal que, diez años después, la segunda vez que se ven, Max ayuda a Eleanor a salir de la Alemania nazi y le salva la vida (en el tercer encuentro entre ambos, durante la Guerra Civil Española, será Eleanor quien salve la vida de Max, prisionero de las tropas franquistas, y a esa altura del libro él viene de estar un año trabajando como físico en la Unión Soviética y ella un tiempo equivalente estudiando las costumbres de una tribu del desierto africano). La estructura del libro es simple: capítulos alternados en los cuales Max le cuenta a Eleanor y Eleanor le cuenta a Max lo que fue sucediéndole externa e internamente antes y después de verse por primera, por segunda y por tercera vez. El tono del libro es el de esas conversaciones íntimas en la cama entre dos personas que se buscaron sin saberlo toda la vida y por fin están juntas. La magia del libro es que Eleanor y Max no están juntos: el mundo en que viven, tan empeñado en autodestruirse, se lo impide."

También cuenta sobre el autor: "Mosley tenía sesenta y siete años cuando publicó, en 1990, Monstruos de buenas esperanzas y ganó inesperadamente el Premio Whitbread (para muchos, el premio literario de Inglaterra, por encima del Booker). Hasta entonces y desde entonces, ninguna de sus novelas logró despertar interés similar. Hace unos años, Mosley se retiró públicamente del jurado del Premio Booker, asqueado del flagrante desinterés de sus colegas por "cualquier novela que tuviese el menor contacto con el aspecto espiritual del ser humano". A. N. Wilson resume así la actitud mayoritaria entre críticos y escritores británicos hacia Mosley: "Todos dicen que lo admiran pero nadie lo lee".

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Boullosa publica

8.15.2007
Carmen Boullosa. Foto: Guillermo Sologuren. Fuente: La Jornada

La escritora mexicana Carmen Boullosa -quien vive en Nueva York actualmente- ha publicado una reciente novela, El velásquez de París, en la editorial Siruela. Se trata de una novela de intrigas que parte del supuesto de que la pintura "La expulsión de los moriscos", de Diego Velázquez, no desapareció en el incendio del alcázar del palacio real de Madrid, la Nochebuena de 1734. La entrevista aparece en La Jornada y en ella se nota que la autora ha estado leyendo demasiado a don Pepe Saramago. O por lo menos sus declaraciones. ¡La vida no es tan así, Carmen!

El velázquez de París es enormemente ingrato, incluso es muy incómodo para un artista. El tipo de novela de la que tal vez un narrador, al terminarla de escribir, diga: 'ya no quiero escribir después porque, escribir para qué, en un mundo en que estamos acabando con el planeta y somos un dechado de errores políticos, morales, sociales. Casi no hay motivo para sentirse orgulloso de pertenecer a la raza humana. Y uno piensa siempre: bueno, está el arte, pero... Y eso es lo que cuestiona la novela. No es que no crea en la fuerza del arte, pero no es monedita de oro. Siempre hay que reflexionar sobre los fines de arte, y ser honestos. Mis novelas casi siempre van creando más preguntas y parece que van abriendo puertas, pero El velázquez de París plantea preguntas que cierran puertas intelectuales, sentimentales. Es una novela dolorosa para un escritor."

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Amos Oz lector

8.05.2007
Amos Oz. Fuente: brittanica.com

Nunca deja de ser interesante conocer las lecturas de algunos escritores notables. Nos llama inevitablemente la atención saber cómo han leído, disfrutado e interesado, esos escritores algunas obras que también nosotros hemos leído. Ya sea los textos de Mario Vargas Llosa en La verdad de las mentiras, los de Martin Amis en La guerra contra el Clisé, los de Roberto Calasso en Cien cartas a un desconocido, los de Vladímir Nabokov en sus Lecciones, los de Ricardo Piglia, los de JM Coetzee y un sin fín de etc. que alcanza obviamente a Jorge Luis Borges (incluyendo las reseñas que escribió para "Mi Hogar", sus ensayos y sus chismes en "Borges"), todos de alguna manera refuerzan mi idea de que la lectura es el placer más intenso y perdurable incluso -o sobre todo- para los escritores. Ahora le toca el turno a Amos Oz y ya casi puede saborear lo que será mi lectura -cuando este libro llegue a Lima- de sus ensayos sobre las primeras frases de decenas de libros (ideal genial ciertamente, que no tendrá desperdicio para quienes les interesa escribir) que bajo el título La historia comienza ha sido publicado en Siruela. La reseña está en "Babelia":

Dice la reseña: "(...) dedica su ensayo a examinar las frases iniciales de una decena de relatos, algunos poco conocidos, como Mikdamot, de S. Yizhar, o Effi Briest, de Theodor Fontane, el primero del volumen; otros mucho más cercanos, como Un médico rural, de Kafka; La historia: una novela, de Elsa Morante (espléndida autora que regresará en breve a nuestro mercado en nuevas traducciones), y Nadie decía nada, de Raymond Carver, y alguno decididamente popular como El otoño del patriarca, de García Márquez. Cada breve capítulo persigue averiguar el valor de la frase inicial y sus consecuencias narrativas, pero en realidad resulta ser un ejercicio de fina lectura hecho en voz alta ante el lector, como si Amos Oz quisiese compartir con él los mecanismos detectivescos y las deducciones, sospechas y relaciones que todo lector lleva a cabo cuando se enfrenta a un texto cuya frase inicial le proyecta todo un mundo virtual, mecanismos que nuestro autor desea hacer transparentes. La historia comienza es sobre todo la aventura de un lector explicada a otros lectores, las claves de lectura que uno cree entrever reveladas con júbilo al lector anónimo. Es un ejercicio de crítica literaria, un anzuelo eficaz lanzado con ímpetu a lectores renuentes y, por encima de todo, un divertimento a vueltas con los protocolos de la lectura: "El juego de leer exige al lector que tome parte activa, que aporte su propia inocencia y astucia. Los contratos iniciales son unas veces como el juego del escondite y otras se parecen más a una partida de ajedrez. O a un crucigrama. O a una invitación a entrar en un laberinto. O a una travesura". Ese sentido lúdico y a la vez trascendente que se agazapa en las frases del comienzo del relato se desentraña con destreza en los capítulos dedicados a Kafka, Chéjov y Morante, que son muy lúcidos, y sin lugar a dudas el que deshace la madeja de alusiones y elipsis de Carver es una apresurada y modélica clase de literatura. No obstante, los breves capítulos resultan en ocasiones reiterativos por lo que hace a los conceptos teóricos que sustentan el volumen, y el dedicado a la novela de García Márquez, por ejemplo, se muestra endeble. Dicho tal vez de otro modo, más estimulan la lectura sus felices intuiciones de lector que su discurso ensayístico, concéntrico y en ocasiones deslavazado.

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