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viernes, 25 de octubre de 2013

el último poema (36): sparklehorse (mark linkous heart of darkness)

Estoy lleno de abejas
que murieron en el mar


Mark Linkous (1962-2010) era Sparklehorse (1995-2010). Ambos nacieron en Virginia, y ambos se hicieron músicos huyendo de la minería y la depresión. Sparklehorse era Mark Linkous. Dicen que en las aguas tenebrosas de su corazón se hundía y reflotaba una cabeza de caballo; cientos de gorriones y el corazón de un tigre en el sumidero de su corazón. Un corazón de animal en el fondo del corazón. Eso dicen. Un animal en la caricia de su música. La música: sistema de adioses; la música: úlcera del tiempo. No sé hacer ninguna diferencia entre lágrimas y música (decía Nietzsche). El universo sonoro: onomatopeya de lo inefable, enigma desplegado, infinito percibido e inaccesible... Cuando se sufre su seducción, ya sólo se concibe el proyecto de hacerse embalsamar en un suspiro. (Eso lo decía Cioran pensando, sin saberlo, en Caballo-centelleante).

Una hermosa mujer se levantó
desde las humeantes aguas del lago
con una vela encendida en cada mano;
mis dientes se hundían suavemente en el suelo


Canciones como cuentos negros. Más palabras para Peter Pan. Días dorados como niños sobre un sol risueño. Algún día te trataré bien y pájaros de dolor. Buenos días, araña. El día menos pensado. Nunca es el fin de todos los cuentos. Y las canciones se escriben en los paños de las madres. Con voz de juguete. Es una vida maravillosa. Triste y bella como la vida.

Como el mensaje de texto que recibió Linkous en su móvil la noche que se disparó en el pecho. Lo dicen testigos. Era un 6 de agosto, en casa de unos amigos de Knoxville. Conversaban de madrugada cuando sonó la campanilla luminosa de su teléfono. Lo miró con ojos de penique. Se levantó. Salió a pasear con su rifle... Dicen que lo vieron sentado en un callejón cerca de Irwin Street. Esta vez no falló (aún sufría en las piernas las secuelas de su anterior intento de suicidio, con antidepresivos y Valium). La bala se alojó en su corazón tenebroso espantando todas las dudas del universo. Caja de estrellas. Fantasma de su sonrisa. Sólo quiero ser un hombre feliz. Sombra y miel. (El móvil desapareció, metáfora de nada).

Las únicas cosas
que necesito de verdad
son agua, una pistola y conejos


Dicen las lenguas hipotéticas que aquel mensaje era una llamada desde la zanja-espíritu. Dicen que la cama de manzanas ya estaba hecha para él. Aseguran que el viejo carrusel aguardaba quieto en el vientre de la montaña. Se subió aferrándose a la barra deslucida (dicen, algún borracho lo vio). Empezó a girar. Soniquete de feria: cerdos, vacas, perros, ciervos, caballos de vapor. Alcanzó la velocidad de la luz. Voló como un ovni y desapareció en el cielo con el relincho de magia final.

¿Reconocerá mi poni
la voz de su amo en el infierno?


Dicen que Sparklehorse llegó a desentrañar el átomo del alma: extrajo su núcleo con el cuchillo del verano, lo posó en un disco de piedra y lo partió como un niño parte una almendra, a martillazos centelleantes. Desde entonces, sus canciones son residuo estelar, suspiros embalsamados, lágrimas de felicidad, belleza semihundida en las tenebrosas aguas de nuestro corazón. 

It's a wonderful life,
it's a wonderful life...