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martes, 5 de abril de 2011
acto comunicativo #5
Tras décadas persiguiendo rastros de intemperies y derivas, sin sentido sin destino, errabundo a través de trópicos violentos, doradas ciudades colgantes, ardientes desiertos, espejismos de seda, selvas vírgenes, vagando a pie a gatas a nado a branquia limpia, a trancas y borrascas, con el sol bajo el pellejo y una luna de barbas, estepario en su quimera de aullidos por la tierra conocida y el cieno por conocer, con el rumbo trastabillado entre el sur de los sures y el salvaje oeste y el este huracán, perdido en círculos trazados por la brújula desnortada de su pecho, peregrino desvalijado, polizón desorientado, peón de los caminos, canto rodado, rodando y rodando don Valmiki Malaspina de lo Inhóspito llega, milagrosamente, a los confines medievales del mundo, donde el mundo está a punto de dejar de llamarse mundo y la palabra maravilla se confundirá con azulejo nieve tiza piélago cocina mesa, y sobre la mesa halla un tazón de chocolate negro como la noche, una noche, por fin, de sueño profundo, profundidad de abismo, se deja caer y vuela, hoja sutil vuela, ya no volverá a escribir en su cuaderno viajero: mañana será otro día (es hoy es hoy pequeño lirón, es hoy
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alex gross
viernes, 21 de mayo de 2010
acto comunicativo #4
Valmiki III el Lingüista baja a la mazmorra en donde se halla, cautivo de nacimiento, el salvaje sin nombre, ni palabra ni más signo que la barba de su sombra. Alumbrados por dos, tres antorchas, el monarca planta en el suelo una gran ruleta cromática, y la hace girar. Gira, gira y gira creando el espectro sombrío de los colores. A continuación, con el índice toca el ceño del bruto pronunciando un grave, seco y bárbaro «yo». Yo. Gira y gira y el sueño muerde los ojos del enmarañado ser, quien inventa el cinematógrafo para nadar entre las nubes como dragón, alimenta gusanos de seda en una caja, juega a canicas en la tierra, se llena los bolsillos de ramas y piedras, atraviesa a caballo un campo de batalla blandiendo la espada contra el atardecer, prueba la sangre, la flema, la cólera, soporta el estallido de su corazón, pisa la luna, dibuja las estrellas y las llama, estudia maneras de frenar el óxido y las hormigas, fracasa mil veces y una noche triunfa, con lupa observa manchas solares, muerde las nalgas de una venus renacentista, siente la caída de la cascada sobre el lejano oriente de su coronilla, ofrece sus papilas y pupilas en sacrificio a dioses paganos, clasifica los pájaros por su canto, decora templos antediluvianos con monos azules y manos, gira, poliniza una selva tropical, cae en espiral, derrite los polos, cae, sintetiza la luz de un poema, cae cae cae por la garganta del sueño cae
(Despierta y es el taciturno rey de un país lluvioso
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alex gross
domingo, 2 de mayo de 2010
acto comunicativo #3
Muerto de vergüenza en la banqueta de los acusados, ante un juez escorpión de aguja estilográfica, un jurado popular selecto de clubes nocturnos de lectura rápida existencialista y un auditorio lleno de, básicamente, coleccionistas de artilugios de tortura de la Inquisición, niños probeta y madres viudas negras; a duras penas defendido por un marsupial ciego en pleno trance glosolálico sin intérprete; embrollado en el lenguaje de símbolos natural de una cultura alienígena, aturdido por drogas de la verdad plomiza e innombrable, torturado hasta el olvido, turbio, la mirada perdida en el tembleque de sus manos, amedrentado, el señor Valmiki se declara a sí mismo culpable culpable culpable —piensa él dentro de su nubarrón— de dudar; porque su duda, aun inconsciente, sigue mordisqueando en el qué crimen, cómo, cuándo, dónde, y hasta ahora sólo ha llegado a engullir ciertos huesecillos cartilaginosos: pistas insípidas sobre el porqué y quién: un tal K., que según la acusación fiscal: «ha hablado mal de usted». (El público abre cierra abre cierra sus paraguas en señal de indignación y pide, gritando en el cielo, la pena máxima
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alex gross
viernes, 26 de marzo de 2010
acto comunicativo #2
Tras una insolación de día nublado conjugada con la turgencia inusual pasajera de las glándulas sedientas e inventar, brillantemente, el color rojo vacui; su fugaz momento de gloria en triángulos especializados, marginales y de amor bizarro; pero el inmediato hurto de tamaño chispazo plástico por parte de un famoso vampiro-emporio de trapería íntima; y acabar rebajados ambos: el genial concepto, en catálogos primavera-otoño; y el genio conceptista, condenado a separar blancos y negros en una fábrica de arreglos florales para mítines políticos, exequias y ferias marineras; robo-idiotizado, quejumbroso del síndrome de la isla, náufrago cotidiano, intruso en su propia sombra, desvaído, olvidado casi por completo de su identidad secreta; durante el carnaval oficial de mundo feliz, el señor Valmiki resuelve disfrazarse de teléfono: antiguo de rueda, goma-espuma y leotardo, costurero del colegio, riguroso rojo vacui; y se cuelga a sí mismo. (Tu, tu, tu, t...
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alex gross
sábado, 31 de octubre de 2009
acto comunicativo #1
En la madrugada del Domingo de Resurrección, el señor Valmiki, desde un motel de carretera perdida, llama por teléfono a su esposa para comunicarle que le duele el lóbulo derecho de la oreja izquierda, y que no volverá a casa nunca jamás (si Dios quiere
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