Sólo los niños
conocen el Horror
Nunca olvidan
que debajo de su piel
está escondido un esqueleto
Son sus camas ataúdes
incendiados por los dedos
de la noche
Barquitos siniestros navegando
dando vueltas en los ojos del zombi
infinitas rutas de sangre
en la espalda descarnada
de un océano diabólico
Barquitos las camas de los niños
recorriendo el laberinto de tuberías
que une los sueños
con la muerte
(Ricardo Bernal: Ciudad de telarañas)