El prestigioso premio Turner se concede anualmente por la Tate Britain a un artista menor de 50 años que, independientemente de su nacionalidad, haya exhibido sus trabajos en el Reino Unido a lo largo de los últimos doce meses.
La elección del premio Turner es uno de los acontecimientos artísticos más importantes de Londres y suele dividir a la crítica por su tendencia a destacar trabajos marcadamente conceptuales. Sin embargo, este año, la lista de artistas seleccionados (el inglés Dexter Dalwood, la escocesa Susan Philipsz, el dúo londinense Otolith Group y la española Ángela de la Cruz) hacía pensar en un regreso a la pintura y una ruptura con el habitual predominio de apuestas más radicales.
El pasado 6 de diciembre su conoció el veredicto.
And the winner was… el arte sonoro de Susan Philipsz, artista escocesa de 44 años, residente en Berlín, que atrajo la atención del jurado del premio Turner con la instalación sonora Espejos, que en su día exhibió el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO). Sus propuestas, según el jurado del Turner, reflejan "una tensión entre el sentimiento de las canciones y ciertos entornos descuidados".
Ángela de la Cruz no consiguió el premio, pero haber sido una de los cuatro finalistas al Premio Turner es todo un triunfo. La selección de su exposición “After”, en el Camden Arts Centre, supuso una sorpresa para la crítica británica, que sin embargo la señaló hasta última hora, como una de las favoritas a hacerse con el galardón.
La artista gallega (La Coruña, 1965) ha marcado, en cualquier caso, un hito al convertirse en la primera española finalista del Turner en sus 26 años de singladura.
Residente en Londres desde 1989, Ángela de la Cruz llamó la atención del jurado por su obra, caracterizada por la deconstrucción de sus pinturas, que rompe, rasga y dobla para presentarlas como esculturas. En la presentación de los finalistas, el jurado del Turner destacó que la artista gallega considera “el bastidor una extensión del cuerpo humano”, y recordó que ya en su época de estudiante en Londres empezó a romper los bastidores de los cuadros “para liberarlos de los límites”.
En 2005, un cavernoma mandó a la artista a una silla de ruedas. Pero ni la enfermedad ni una obligada pausa pudieron con la dedicación de esta mujer que necesita de sus asistentes para materializar lo que ella define como escultura con técnica pictórica.
A pesar de no haber obtenido el premio (ni las 25.000 libras con las que está dotado) Ángela de la Cruz ha conseguido una posición que afianza su nombre en los círculos internacionales. Sus pinturas escultóricas o esculturas pictóricas serán objeto de su primera exposición individual en España, el próximo 21 de enero, en la galería madrileña Helga de Alvear.
"Lo reciclo todo. Los lienzos que no funcionan pasan a formar parte de otros".
"Como si se marcharan por ahí y después de un tiempo volvieran a casa, que es el bastidor. Suerte que aunque estén hechos polvo se pueden colgar igual"
-Ángela de la Cruz-