Acabamos de volver de pasar una semanita en la playa, y por eso he estado (todavía más) desconectada. La verdad es que da gusto dejar el ordenador en casa y desconectar de verdad de casi todo.
La semana comenzó accidentada, porque con nuestra cabeza gelatina habitual últimamente, nos equivocamos de día de salida. Teníamos reservada la semana en un hotel, y estuvimos dudando hasta el último momento de qué día nos venía mejor irnos. Pues al final nos quedamos con una fecha que no era, y menos mal que a Guardabosques le dio por mirar el papel el sábado a medio día. Las dos de la tarde, saliendo a comer a casa de mis padres, y nos damos cuenta de que ¡tendríamos que estar en la playa ese mismo día! Y las maletas sin hacer, Pollito tenía un cumple el domingo... y claro, como era sábado y después de las 2, pues en la agencia de viajes no nos cogían el teléfono. Ataque de ansiedad.
Total, que esa tarde hicimos las maletas a toda prisa, la primera vez que hacíamos maletas para ¡los 4!
Que así salieron, para cuando deshice el equipaje me dí cuenta de que llevaba 2 zapatillas de deporte del pie derecho (y ninguna del izquierdo). Y nos plantamos allí el domingo. Menos mal que luego lo pudimos arreglar, y no perder ningún día de la reserva. Sobre el hotel, otro día os cuento, porque se merece una entrada entera.
Pero por fin, por fin, estábamos en la playa, disfrutando de unos días libres en Gandía. Hemos estado fenomenal, la playa es buenísima, enorme, planita, y con la arena super fina. Y hay unos columpios estupendos, en donde hemos pasado casi todo el día, la verdad. Porque para bañarse no estaba, el agua estaba helada...
Haciendo el mono en el megabarco pirata |
Y Gatito... ¡cómo crece! Ya está más tiesa que un ajo, se levanta cuando la pones boca abajo, y ya empieza a practicar para girarse. Hace gorgoritos sin parar, y agarra cosas que le pones cerca. Sigue siendo una niña tranquila, pero empieza a sacar su personalidad, y su genio. Y su alegría, porque sonríe y da carcajadas, un amor.
Además estamos haciendo cosas que con Pollito nunca pudimos hacer, como:
- comer juntos: menos excepciones, si la dejas en la hamaca, se queda contenta. Y podemos comer sin un bebé bajo el brazo, o haciendo turnos. Con Pollito no pudimos hacer esto hasta que pudimos ponerla en la trona a nuestro lado.
En el pañuelo |
- trabajar: como ya he dicho, se queda tranquila en su hamaquita. Así que yo puedo trabajar en el portátil con la peque delante, sin tener que tenerla siempre en brazos, o en el pañuelo. Lo que da mucha libertad, todo hay que decirlo.
Aún así, pasa muchísimo tiempo en brazos, en el pañuelo, y durmiendo conmigo en la cama pero... es porque nos apetece, y no porque si no llora hasta desgañitarse... Eso sí, parece que con ella el tema dientes va a estar chungo, porque lleva ya quince días babeando, mordiendo todo lo que pilla y llorando a ratos... Pero en fin, algo tenía que tener, la pobre...
Pues eso, buen tiempo, poco calor, muchos castillos de arena y recogida de conchas, mucho columpio. Si no se hubieran turnado para dormir la siesta todavía habría salido mejor. Pero bueno, en general ha salido muy bien.
Dándose sola |
Teresa Marías www.psicologiaveterinaria.es