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viernes, 14 de septiembre de 2012

Hotel Triunfo Jaén ¿apto para celíacos?

Ayer noche volví del congreso, el Congreso de la Sociedad Española de Psicología Comparada, que se celebraba en la Universidad de Jaén. Volví agotada, tanto física como mentalmente.

Mentalmente, porque los congresos siempre están muy cargados de información, y éste además era en inglés, y sobre un tema que me interesa pero me pilla ligeramente fuera de mis conocimientos principales. Así que el esfuerzo de atender a las conferencias ha sido doble, el idioma y el intentar comprender conceptos nuevos a gran velocidad, sobre temas a veces un poco áridos.

Eso sí, he aprendido muchas cosas nuevas, algunas de ellas os las iré contando porque son aplicables a nuestra vida diaria o a la de nuestros perros. Y he conocido a mucha gente maja, entre ellos al grupo de psicología comparada de la Universidad del País Vasco que acabaron "adoptándome" en su grupo, y haciendo que mi estancia haya sido mucho más amena.

Pero a lo que iba. El hotel...

Como todo celíaco, me pasé un día entero investigando los hoteles de Jaén. En ninguno ponía nada de comida apta en su página web, y el único que sí (el Parador) se pasaba de precio. Así que cogí el teléfono, me hice una lista de los que más me interesaban por precio/cercanía a la Universidad, y me puse a llamar.

Hotel Triunfo, Jaén
Cuando llamé al Hotel Triunfo Jaén  me dijeron que no habría ningún problema, que el cocinero conocía el problema de la celiaquía, y que incluso tenían pan especial. Y que el desayuno era tipo buffet y que podía comer casi de todo. El hotel no tenía mala pinta en sí mismo, y aunque está a las afueras, me venía bien para ir en coche y poder descansar después de las sesiones. Además, como iba sola y no conocía a nadie, decidí tomarme las noches libres de vida social, y encerrarme en mi habitación con la novela.

Llegué el martes a última hora de la tarde. Al llegar avisé de que yo era la celiaca esa que había llamado, y me dijeron que ya habían avisado en cocina. Y me fui a cenar.

La camarera, muy maja, salió con una lista de los platos que no podría comer, y me dijo que el resto sí que podía comerlos sin problemas. Elegí un revuelto con setas y queso que tenía una pinta estupenda. Y me trajeron mi pan. Saqué la novela. Me trajeron el plato, y yo, agotada y metida en mi novela, ni me fijé (tonta que es una a veces). Pegue un mordisco, y ¡crujía! ¿EEHHH? Miro el plato, y el revuelto estaba cubierto de láminas de cebolla crujientitas, con un rebozado finísimo. A los lados, picatostes. Y un dibujito hecho con una salsita por los bordes. Demasiado bonito para ser mi cena, pensé.

Ale, a dar la brasa a la camarera. ¿Seguro que este es mi plato? Vuelta del plato a la cocina. Resulta que la camarera no había avisado a la cocina de que el revuelto era para "la celíaca". El revuelto podía tomarlo, pero retocado, no en su manera "normal" de servirlo. Cuando me lo volvieron a traer, no tenía dibujitos, ni cebollita, ni picatostes, ni queso cremoso... ése sí me lo podía comer.

Total, una noche de indigestión, el dedo gordo de la mano hinchado... lo de siempre. Y un cabreo... Pero ¿qué haces? ¿te vas, dejas el hotel, cuando todo lo han hecho con la mejor intención? ¿les das unas clases prácticas de cómo te tienen que dar de comer? Decidí quedarme y andar con mil ojos, y dar la brasa todo lo necesario.

El desayuno: tipo buffet, que para mí son un timo siempre. Ya lo eran cuando podía comer de todo, porque yo con un café o un nesquik y una tostada estoy contenta. Cuando llegué, resulta que no tenían Nesquik, sólo Colacao. Vaya, menos mal que viajo con un tupper lleno (otros llevan tabaco, qué pasa). Y sí, pan tenían. Pero de los embutidos del bufé, sólo podía comer pavo, york y queso. Bollos, pastelitos, cereales, magdalenas... nada. Los patés tampoco. Huevos, me los hacen si los pido, pero los del bufé no, que están con el bacon, y las salchichas, que no  podía tampoco. Y el tomatito estaba en un cuenco, donde todo el mundo metía la misma cuchara. Así que tampoco. Café con pan blandurrio, y aceite, o mantequilla y mermelada.

Vamos, que menos mal que el hotel me lo han pagado, porque si no me habría sentido timada total. Al día siguiente la cena fue mejor, pero el desayuno fue el mismo, claro.

Me da mucha rabia, porque los camareros me trataron fenomenal, el cocinero parecía puesto en el tema, y todos los demás trabajadores también fueron amabilísimos. Pero la cadena de comunicación no funciona, los camareros no tienen ni idea, y desde la dirección del hotel parece que tampoco se mueven para meter algo más de comida apta, por lo menos para el desayuno...

Así que sí, en principio se puede ir pero... con mil ojos...

Universidad de Jaén, acogedora, nueva y bonita
Por cierto, aprovecho para felicitar a la Cafetería de la Universidad de Jaén. Desde la organización del congreso les avisaron, y los platos que no podía comer me los cambiaron por platos aptos, sin ningún problema ni metedura de pan. Sin pan, pero nadie es perfecto.


Para acabar, Pollito ha acabado su semana de adaptación, y ¡éxito total!

Sólo ha llorado un día, y fue al recogerla porque ¡no quería irse del cole!
Para que veáis...


Teresa Marías www.psicologiaveterinaria.es

sábado, 9 de junio de 2012

Sin gluten en la playa, más bien difícil

Puff, esta semana ha sido agotadora.

Entre el no dormir (la niña ha sido volver a casa, y volver a sus rutinas de no-sueño), las observaciones de la tesis, el trabajo por las tardes (que por fin se anima, que estamos en temporada alta) y el trabajo que me da mi "geriátrico" perruno (Marco esta vez, que está el pobrecillo artrítico perdido). No he parado, la verdad.

Pero lo prometido es deuda, os cuento cómo se puede comer sin gluten estando de vacaciones.

Pues... no se puede. Vale, se puede si:
a) Alquilas como nosotros un bungalow o un apartamento, y cocinas tú. Pero claro, si tienes que comprar, cocinar y limpiar luego, tantas vacaciones no son...
b) Buscas un sitio en donde haya varios restaurantes sin gluten, que esté cerca de la playa. ¿Existe? Tenemos otra semana libre más adelante, se admiten sugerencias.
c) Te gastas un pastón, y comes a diario de Parador, o de restaurante sin gluten (vamos, todos los días en el mismo sitio). Aburrido, y descartado, por el dineral.
d) Vas a restaurantes normales, a poder ser de menú, te explicas como puedes, te entienden de aquella manera (sobre todo porque a veces cuesta que te "entiendan", la mayoría no habla el idioma, siquiera), y te arriesgas...

Nosotros hemos estado con la opción A, C y D, un poco entremezcladas.

Los primeros días estuvimos en el bungalow del cámping de Bolnuevo, en Mazarrón, Murcia.
Desayunábamos y cenábamos en el bungalow. La comida la hacíamos en la playa, pero entre verduritas y pescadito a la plancha, pues bien. Los helados ya están casi todos marcados (Aleluya!) así que por lo menos el postre lo tenía asegurado.

En la playa, los horarios de Pollito no son problemas, nos uníamos a los jubilados alemanes, y punto.

Pero en Jávea... os cuento los problemas de intendencia, y cómo nos fue en general.

El Parador de Jávea:


El Parador de Jávea, muy bien puesto
Tiene, como todos los Paradores Nacionales, asesoramiento de F.A.C.E.
El Hotel en sí está muy bien, está situado a pie de playa, con unas vistas impresionantes. Las habitaciones son amplias y cómodas... un lujo. Ahora los peros...

El desayuno: es de buffet. A mí los buffets de desayuno siempre me han parecido un timo, porque son caros (13€, lo mismo que un menú del día), y para lo que yo desayuno... no compensa. Que no digo que no fuera bueno. Tenías para elegir unos seis zumos, uno de ellos de naranja exprimido. Varios yogures, fruta variada, mermeladas, embutidos, salmón, quesos... por no mencionar los huevos, el bacon, las salchichas... y un surtido de bollos y panes (con gluten) completísimos y con una pinta estupenda. ¿Y para los celíacos? Puedes comer casi de todo, con la excepción de algunos de los embutidos, algunos huevos, y las cosas que evidentemente, no puedes comer, como panes, bollos, migas... Los productos específicos sin gluten... ufffff... A ver, variados más o menos son. Hay dos clases de cereales (cornflakes y arroz inflado con chocolate), una barrita de pan, unas tostaditas y una magdalenas, todo marca Espsilon. Y mermeladas (¿?). Pero la variedad no da calidad. El pan está tieso como la mojama, y las magdalenas, también. Por lo menos, si lo pides, se lo llevan a tostar, y así está algo más pasable. Pero no es una marca que yo me vaya a comprar en casa. Y claro, te cobran lo que te cobran por un Nesquik/café y una barrita dura de pan con embutido... y da rabia.

Las vistas desde la habitación, una maravilla
La comida: tienen un pequeño menú especial para celíacos, pero es carito, casi 40€. Nosotros al final no comimos ningún día en el restaurante, así que no os puedo decir, pero normalmente en los paradores se come muy bien, celíaco o no.

Otros restaurantes:

La pláya Jávea está llena de restaurantes. Todo el paseo marítimo, de arriba a abajo. Eso sí, sin gluten, ni uno. Me harté de contarle mi vida a los camareros, y que no se enteraran de la mitad. ¿Por qué tiene que ser tan difícil? Al final, mucho filete a la plancha, muchas verduras, y muchas dudas, la verdad. No voy a hablar específicamente de ninguno, porque de ninguno me llevé una impresión como para recomendarlo a otros celíacos. Lo que sí os puedo decir es que desde la última vez que estuve aquí, se han modernizado y vuelto como más de lujo. Antes eran más familiares.


El que sigue siendo más cómodo, sobre todo para ir con niños, es el "Café Viena-Wien", que tiene una amplia carta, con menús infantiles, y bastante bien de precio. Las raciones son muy generosas. Y si podéis (no sois celíacos), pedir tarta. Recuerdo las tartas de su pastelería como de las mejores que he probado.

Heladería La Jijonenca:




Mención especial para esta heladería. Llevan en Jávea como unos 30 años, pero tienen puntos de venta por todo el país. Son helados artesanos, especializados sobre todo en los helados de turrón (como no podía ser de otra manera, con ese nombre). Tienen una carta con los helados separados por: sin gluten, sin huevo, sin leche. Y tienen como 50 sabores, de los cuales unos 30 son sin gluten. Eso los de a granel, también tienen  polos y envasados. Yo me comí dos de los de a granel (tuve que repetir), los dos buenísimos. Y ¿lo mejor? ¡¡CUCURUCHOS SIN GLUTEN!! No me lo podía creer, hace como cuatro años que no me comía uno. Muy rico, no parecía "sin". Una delicia.

Y esto es lo que os cuento. Supongo que si volvemos a Jávea, intentaremos alquilar apartamento. Sale más barato, y comeré con más tranquilidad...

Y voy a buscar las heladerías de La Jijonenca en Madrid, que creo que hay...

Teresa Marías www.psicologiaveterinaria.es

lunes, 30 de enero de 2012

Tandoori Station

Tandoori Station, restaurante indio. c/ José Ortega y Gasset 91. Madrid

El otro día comimos en Tandoori Station, un restaurante indio de Madrid. Antes de la celíaquía me encantaba la comida india, y el otro día nos invitaron a volver. Les mandé un mail para comentarles el temita "sin gluten" y me contestaron rápida y amablemente. Y viendo que podía comer un montonazo de cosas, para allá que nos fuimos al día siguiente.

El sitio es precioso, además lo acaban de ampliar, y les ha quedado muy bien. La decoración es chocante para ser un restaurante indio (que suelen estar llenos de dorados), porque se basa en una estación de metro del metro de Londres. Casi todo es negro, la vajilla es metálica... Parece frío, pero no, es muy agradable.

Por la ventana se ve la cocina, me encanta
Aunque con algunos de los camareros es difícil entenderse (son indios de verdad), los encargados son encantadores, te explican lo que quieras, se preocupan... una maravilla.

Pero al grano ¿Qué podemos comer?

Bueno, de picar traen al principio, mientras pides, papadum con salsas Achar (de yogur y mango verde) y Mango Chutney. El papadum son tortitas de harina de lentejas, muy finitas y crujientes. Son aptas. Y un vicio absoluto, igual que el chutney de mango. Por cierto, me han dicho que se pueden comprar en el Corte Inglés (tengo que ir y mirar). Y si no en Lavapiés, claro.

Los entrantes, en principio podríamos comer Pakora (verduras rebozadas) y Onion Bhaji (cebolla rebozada) porque están hechos con harina de garbanzos. Pero no conseguí enterarme de si lo freían con el resto de entrantes (que sí que tienen harina de trigo) así que es mejor  no probarlos. Eso sí, los gluteneros estarán encantados, con esos dos y con las Paneer, bolitas de patata rellenas de requesón, que están de muerte (lo sé por mis días "sin problemas") (Bueno, y porque al resto de mi familia le encantan). Lo que sí que podemos comer son las Jhingah Til Tikka, gambas con salsa de miel y jengibre. Te comes la salsa a cucharadas, están buenísimas.

Pollo tandoori
De segundo, podemos comer cualquier cosa sacada del horno Tandoori. Tienen varias recetas de pollo y cordero, marinados en especias y yogur. Guardabosques se tomó el Pahari Murgh Tikka, de pollo con especias y menta, y le encantó.

Curries con arroz Basmati con frutos secos
También podemos comer cualquier tipo de curry. Tienen de pollo, de cordero, de pescado o vegetarianos. Todos son aptos, porque no se engordan las salsas con harina. Están ordenados, para mayor comodidad, de "no picantes" a "picantes de morir".

Murgh Makhan Wala
O recomiendo el Murgh Makhan Wala, de pollo con salsa suave, de color naranja intenso y sabor a mantequilla. No pica absolutamente nada. De los curries de cordero, a mí me gustan el Mogolai Gosht, que no pica nada, o el Khara Massala Gosht, con tomate y gengibre, de picor "medio".

Khara Massala Gosht
Todos los curries se acompañan de arroz basmati, aptos todos. A mí me gustan especialmente el Pulau (con especias) o el Kashmiri Pulau, con frutos secos.

Para los gluteneros, los panes naan están buenísimos también, que los prueben.

De postre, hay varios tipos de batido de yogur, Lassis, riquísimos. Sobre todo el de mango.
Y para terminar, no puede faltar un Chai Massala, té negro con especias y leche. Te calienta el alma.

Vamos, que os recomiendo este sitio. Con un poco de cuidado, puedes comer muchísimas cosas, y todo lo que he probado en algún momento (antes o post-celiaquía) ha estado riquísimo.

Y parece mentira, pero siempre hay un montón de niños. Ningún entrante pica, ni los tandoori, y los curries más suaves tampoco. Mi niña se puso de papadum ciega, y luego se tomó un trocito de Sheek Kebab, salchicha de carne picada, que pica un poquito pero le encanta, y arroz. Y todo un Mango Lassi.

En fin, un sitio estupendo.

Está en: José Ortega y Gasset, nº 89 y 91
Metro Manuel Becerra y Lista.

De Martes a Sabado
De 13:00 a 16:00 h.
y de 20:30 a 0:30 h.
Domingo abierto de 12:30 a 16:00
Reservas: 91 401 22 28



Teresa Marías www.psicologiaveterinaria.es

sábado, 14 de enero de 2012

Restaurante Persa Teherán


El restaurante Teherán lo descubrieron mis padres hace ya como diez años (lleva abierto 27, por lo visto), y nosotros vamos, ya sea solos, con ellos o con mi suegra, por lo menos una vez al año. Mi suegra va bastante más, porque también le encanta.

Es un restaurante pequeño, familiar, que llevan una familia que vino de Irán huyendo de la revolución y de Jomeini. Todo el personal es encantador, y super atento. Les puedes preguntar cualquier cosa, y te lo investigan, van a la cocina las veces que haga falta... fenomenal. No tienen menú especial para celíacos, pero en realidad la harina sólo la usan para el pan y los postres, los demás platos los podemos comer casi todos (preguntar primero, te atienden encantados).

La comida persa a mí me encanta. Es muy sencilla, y se basa sobre todo en el arroz, tipo basmati, ya sea blanco o condimentado con frutos secos y especias. Tienen como cinco variedades, todos buenísimos. A mí el que más me gusta es el "Arroz dulce con naranja". En principio lo sirven con el "Sirin Polo" o brocheta de pollo, pero te lo ponen con lo que quieras.
Dolmeh, hojas de parra rellenas de arroz al limón
Los entrantes se parecen a los de la cocina griega. Dolmeh (hojas de parra rellenas de arroz) que son mi vicio. Albóndigas persas, rellenas de arroz y con salsita de tomate, que no llevan harinas y que están super ricas. Al Pollito le encantan, y a Guardabosques también. La crema de berenjena está riquísima, pero como yo ya no puedo mojar pan...

Los segundos son brochetas de pollo, cordero o ternera al horno, con acompañamiento de arroz y tomate asado. Creo que los he probado todos, y todos me gustan. Yo suelo pedir el de cordero con el arroz dulce de naranja.
Brocheta de pollo con arroz de pasas
También tienen guisos típicos, como el de berenjena y tomate con carne, sobre arroz blanco, y el de verduras con ralladura de limón. El primero está riquísimo, el segundo es como comer dolmeh a cucharadas.

Los postres no son aptos para celíacos, así que yo me tomo un té. Mi marido y el pollito se hinchan a Zulbia, unos dulces de miel que están buenísimos, y a mi suegra le encantan los baklava (los típicos dulces de hojaldre árabes).
Zulbia, dulce crujiente de miel
El restaurante Teherán está en la calle Ayala 140, de Madrid.
Tlf reservas: 91 401 20 96

sábado, 19 de noviembre de 2011

Restaurantes sin gluten: Da Nicola: bien, Vips, un timo

Llevaba ya tiempo queriendo hacer una reseña de Da Nicola, y hoy la hago como contrapunto a la experiencia en el Vips.

He comido varias veces en el Restaurante Da Nicola de la calle Orense, de Madrid. Es un restaurante italiano, que tiene carta "normal" y carta para celíacos. La comida es buena, en las dos cartas. He probado pastas y pizzas, y me han gustado las dos. Tienen muchos platos distintos para elegir, y el servicio es estupendo. Los camareros son muy atentos y amables, te traen un platito de aceite por separado para el celíaco, pan sin gluten calentito... una maravilla.
Restaurante Da Nicola, c/ Orense, Madrid. El aceitito es riquísimo

El contraste con el Vips, espectacular. Hoy hemos comido con unos amigos en el restaurante que hay enfrente del Corte Inglés de Sanchinarro, y una decepción. Después de más de media hora, nos han tomado  nota. Media hora después, las bebidas. Equivocadas. Diez minutos, las bebidas. Equivocadas. Diez minutos, las bebidas. Esta vez sí. A los 40 minutos de haber pedido, han traído la comida. Todos los platos menos el mío especial, que ha tardado casi un cuarto de hora más. La carta para celíacos, de risa. Un entrante, tres segundos platos. Una pizza, una lasaña y el sandwich mixto más triste que he visto en mi vida (en la foto). He pedido la lasaña. Me la han traído ¡sin sacar de la bandejita de aluminio! tal cual, tirada sobre un plato. Se podía, comer, que ya es algo... Para postre, dos opciones. Mousse de chocolate o profiteroles. Los profiteroles se podían comer, que ya es algo (diez minutos después de que el resto de mis amigos hubieran acabado sus postres, eso sí). Y encima, caro. Hemos tocado a 20 € por persona, un plato y un postre. Alucinante.

Y vale, que por lo menos  puedo ir a un restaurante y comer algo, diréis. Sí, pero ¿tres cosas? (una de ellas un mustio sándwich mixto...). Y con la bandejita de aluminio puesta, me ha llegado al alma. Que todos sabemos que la comida del Vips es precocinada, calentar o freír y listo, pero oye, sin recochineos. Que para meter una lasaña congelada en un hornillo, me quedo en mi casa. Que no es sólo comer fuera, es comer algo distinto, rico... no sé. Y encima caro.

 Deberían aprender del Da Nicola. Comida recién hecha, buen servicio, atención, mucho para elegir... Igual de caro, pero por lo menos sales contento, ha merecido la pena, has comido algo que en casa no haces. Ya sé a qué restaurante italiano volveré. Y a cuál no.

lunes, 27 de junio de 2011

Playas de Llanes: niña, perros, amigos, furgo, sidra...

Uff, volvimos ayer de la playita, y todavía no nos hemos aclimatado. Sí, aclimatado, que pasar de 27ºC a 44ºC en 2 horas no sienta naaadaaa bien. Exagerada! Pues no, salimos de Asturias a 27ºC, de mañanita, y llegamos a Valladolid para comer, dos horitas largas después. Saco a pasear a los perros, y ¡bofetón! miro el termómetro de la furgo ¡¡¡44º!!! Menos mal que vivimos en la Sierra, y al llegar a casa "sólo" hacía 35º... 

En la furgo, hacia la Playa de la Ballota
El miércoles nos fuimos "de puente", aprovechando los días libres de Guardabosques, y el festivo en Madrid, y quedamos con unos amigos en la playa de Cué, en Asturias, para pasar unos días. Salimos con calor, y cuando llegamos allí estaba nubladísimo, y ¡hacía frío! Así que nos fuimos a dar un paseíllo por los acantilados, para ver el paisaje tan precioso. La niña encantada, en cinco minutos habíamos visto el mar, gaviotas, caballos, vacas... de todo. 

Por la noche cenamos en un restaurante que hay encima del acantilado de la playa, con unas vistas preciosas. La dueña en cuanto supo que era celíaca me puso aceite limpio en la freidora para hacerme unas patatinas fritas, y me entresacó del menú lo que podía comer, ¡menos mal que la sidra no tiene gluten! Domimos allí mismo, en el párking de la playa, de  hierba y con vistas a los acantilados... Se supone que en Asturias no se permite aparcar furgonetas, o algo así, pero se ve que como es temporada baja, nadie nos dijo nada.

Después, varios días de relajación, jugando a la pelota con los perros en la playa, bañando a Pollito en las aguas heladas (le encanta) y buscando pocillas dejadas por la marea, con el agua más calentita, para que jugara con el hijo de unos amigos, al "espelunking" (tirar una piedra al agua y que haga "spelunk", como diría Calvin, Guardabosques alterego).

Al final tuvimos que dejar atado a Marco, porque tanta pelota y tanta agua... ha acabado cojito perdido, medicación y todo. Pero es que no tiene límites, este perro, es ver una pelota, una ola... y cegarse. Menos mal que ya por lo menos obedece, y cuando le llamas gira antes de entrar en el agua... pero al momento, lo vuelve a intentar... es que le puede... Compramos en Madrid un pincho en forma de sacacorchos, para atar a los perros en la playa, superútil. 
Marco y Tosca al solecito
Al cabo de un par de días, nos fuimos a pasar la noche al Cámping La Paz, que está en un acantilado sobre una playa, todo hierba, todo terrazas con vistas al mar... Y admite perros... Una pasada de bonito, y como a los vecinos los tienes o arriba o abajo, pues no estás tan agobiado como en otros cámpings. Pensábamos quedarnos sólo un día, pero se estaba tan bien, que nos quedamos todo el fin de semana. Más playa, más sidra, más amigos... 



Proseguimos con la socialización de Teo, el perrito de una amiga mía, que cuando cumplió el año decidió que todo el mundo era un "extraño" peligroso al que había que echar del territorio por todos los medios... Nadie se atrevía a entrar en su furgoneta, y eso que el bicho pesa 5kg... Pues después de varias "sesiones", véase, vacaciones con los amigos y sus niños, con "citas de juegos" supervisadas y muchas chuches... Lo estamos consiguiendo.

Su otro entretenimiento es hacer agujeros, y pelearse con su "hermana" Tula por ellos... Meten los dos la cabeza en el hoyo, y ¡hala! a ver quien se cansa antes, y le deja el hueco al otro... creo que en una de esas, hasta se quedaron dormidos, de cabezones que son.

Y el domingo, ya de vuelta a casa, a esos 44 graditos de nada... Ufff... con lo bien que se estaba en Llanes, "Asturias, patria querida"...
¡Adiós!

miércoles, 15 de junio de 2011

Crítica gastronómica: restaurantes "sin gluten" en Madrid

Pues después de una semana agotadora, por fin puedo ponerme a escribir algo. Entre el trabajo, la niña, y el final del trabajo de investigación del doctorado, no hemos tenido tiempo ni de comer.

Bueno, miento, que de eso ¡sí que hemos tenido! Es que la semana pasada fue nuestro aniversario de boda, y decidimos irnos el sábado a cenar por ahí. Y a comer el domingo, que nos invitó mi suegri, para celebrarlo también. Y el martes nos fuimos a un centro comercial a hacer la compra, y hay un Mcdonalds, y ¡no me pude resistir! Así que voy a hacer una crónica con crítica, que nunca viene mal saber de qué va cada sitio antes de ir.

El sábado, después de dejar a la niña con mi madre (se supone que durmiendo, pero por lo visto aguantó despierta hasta las once y pico... ella que es así) nos fuimos al Restaurante Sandó, que está en la plaza de Santo Domingo. Cuando hice la reserva avisé de que era celíaca, y al llegar ya tenían mi pan calentito. Tienen una carta de comida española en plan modernillo, y como la mitad es apta. Todo riquísimo. Pude comer hasta postre, que no había muchos aptos, pero alguno había. Os lo recomiendo. Fueron amabilísimos, simpatiquísimos, ante cualquier duda iban a preguntar, y preguntaban de verdad... Es una lástima, pero estaba bastante vacío, sobre todo para ser un sábado a la noche. Para ir a cenar un poco de celebración, me encantó (carito, pero como todos, vaya).

El domingo fuimos con mi suegri y con la niña a comer por la Sierra. Estuvimos en el Restaurante Zalea, en Moralzarzal (en la salida de Moralzarzal hacia Cerceda). La niña nos dio un poco la comida, la verdad, porque estaba cansada todavía del día anterior, que tanto trasnochar... pero bueno, un par de paseíllos y nos dejó comer. La carta entera es apta, excepto un par de entrantes, y la mayoría de los postres (me dijeron que estaban trabajando en eso). Pero pedimos croquetas, salmorejo, un asado de pato con salsas varias.... y todo apto. Y con pan y todo, y el pan estaba muy rico. Entre semana tienen menú del día, y no todo es apto, pero me dijeron que siempre tienen algo que se puede comer, sobre todo si se avisa antes. El trato fue muy bueno muy personal, super atentos, venían a contarnos y explicarnos cada cosa que nos ponían... fenomenal. La comida es la típica de la sierra, pero con toque modernillo, que está muy de moda por aquí. También lo recomiendo, la verdad. Con la niña también se portaron muy bien, le hicieron cucamonas, tenían tronas, le calentaron su comida... y no ponían malas caras cuando te ibas con ella de paseo de un lado a otro, ni cuando lloraba.

Y el martes, como he dicho, McDonald's. Que no es que sea lo mejor del mundo, pero nos dio el capricho, y es un gusto poder pedir casi de todo y no preocuparse. El pan para celíacos estaba calentito, lo traen con una etiqueta grande, para que se vea bien, y está bastante bueno. Se deshace un poco, pero de sabor y textura tipo bollo está muy bien.

Me voy a cenar una ensalada, que de repente me he sentido un poco culpable. (Ah, no, huevos con patatas, que oigo a Guardabosques con el pelador... ¡mejor!).