Mentalmente, porque los congresos siempre están muy cargados de información, y éste además era en inglés, y sobre un tema que me interesa pero me pilla ligeramente fuera de mis conocimientos principales. Así que el esfuerzo de atender a las conferencias ha sido doble, el idioma y el intentar comprender conceptos nuevos a gran velocidad, sobre temas a veces un poco áridos.
Eso sí, he aprendido muchas cosas nuevas, algunas de ellas os las iré contando porque son aplicables a nuestra vida diaria o a la de nuestros perros. Y he conocido a mucha gente maja, entre ellos al grupo de psicología comparada de la Universidad del País Vasco que acabaron "adoptándome" en su grupo, y haciendo que mi estancia haya sido mucho más amena.
Pero a lo que iba. El hotel...
Como todo celíaco, me pasé un día entero investigando los hoteles de Jaén. En ninguno ponía nada de comida apta en su página web, y el único que sí (el Parador) se pasaba de precio. Así que cogí el teléfono, me hice una lista de los que más me interesaban por precio/cercanía a la Universidad, y me puse a llamar.
Hotel Triunfo, Jaén |
Llegué el martes a última hora de la tarde. Al llegar avisé de que yo era la celiaca esa que había llamado, y me dijeron que ya habían avisado en cocina. Y me fui a cenar.
La camarera, muy maja, salió con una lista de los platos que no podría comer, y me dijo que el resto sí que podía comerlos sin problemas. Elegí un revuelto con setas y queso que tenía una pinta estupenda. Y me trajeron mi pan. Saqué la novela. Me trajeron el plato, y yo, agotada y metida en mi novela, ni me fijé (tonta que es una a veces). Pegue un mordisco, y ¡crujía! ¿EEHHH? Miro el plato, y el revuelto estaba cubierto de láminas de cebolla crujientitas, con un rebozado finísimo. A los lados, picatostes. Y un dibujito hecho con una salsita por los bordes. Demasiado bonito para ser mi cena, pensé.
Ale, a dar la brasa a la camarera. ¿Seguro que este es mi plato? Vuelta del plato a la cocina. Resulta que la camarera no había avisado a la cocina de que el revuelto era para "la celíaca". El revuelto podía tomarlo, pero retocado, no en su manera "normal" de servirlo. Cuando me lo volvieron a traer, no tenía dibujitos, ni cebollita, ni picatostes, ni queso cremoso... ése sí me lo podía comer.
Total, una noche de indigestión, el dedo gordo de la mano hinchado... lo de siempre. Y un cabreo... Pero ¿qué haces? ¿te vas, dejas el hotel, cuando todo lo han hecho con la mejor intención? ¿les das unas clases prácticas de cómo te tienen que dar de comer? Decidí quedarme y andar con mil ojos, y dar la brasa todo lo necesario.
El desayuno: tipo buffet, que para mí son un timo siempre. Ya lo eran cuando podía comer de todo, porque yo con un café o un nesquik y una tostada estoy contenta. Cuando llegué, resulta que no tenían Nesquik, sólo Colacao. Vaya, menos mal que viajo con un tupper lleno (otros llevan tabaco, qué pasa). Y sí, pan tenían. Pero de los embutidos del bufé, sólo podía comer pavo, york y queso. Bollos, pastelitos, cereales, magdalenas... nada. Los patés tampoco. Huevos, me los hacen si los pido, pero los del bufé no, que están con el bacon, y las salchichas, que no podía tampoco. Y el tomatito estaba en un cuenco, donde todo el mundo metía la misma cuchara. Así que tampoco. Café con pan blandurrio, y aceite, o mantequilla y mermelada.
Vamos, que menos mal que el hotel me lo han pagado, porque si no me habría sentido timada total. Al día siguiente la cena fue mejor, pero el desayuno fue el mismo, claro.
Me da mucha rabia, porque los camareros me trataron fenomenal, el cocinero parecía puesto en el tema, y todos los demás trabajadores también fueron amabilísimos. Pero la cadena de comunicación no funciona, los camareros no tienen ni idea, y desde la dirección del hotel parece que tampoco se mueven para meter algo más de comida apta, por lo menos para el desayuno...
Así que sí, en principio se puede ir pero... con mil ojos...
Universidad de Jaén, acogedora, nueva y bonita |
Para acabar, Pollito ha acabado su semana de adaptación, y ¡éxito total!
Sólo ha llorado un día, y fue al recogerla porque ¡no quería irse del cole!
Para que veáis...
Teresa Marías www.psicologiaveterinaria.es