Últimamente (por esas extrañas coincidencias de la vida) he estado leyendo/oyendo hablar mucho sobre la relación entre el exceso de ejercicio físico y el estrés en los perros. He leído en algunos blogs, y he oído decir a algunos profesionales que ellos no recomendaban el ejercicio físico en perros (algunos hablaban de deportes como agility o canicross, pero otros incluso incluían aquí el tirarle la pelota al perro) porque aumenta la adrenalina, y con ello el nivel de estrés y la ansiedad en los perros.
Primero vamos a hablar del estrés en los perros, y qué lo produce.
El estrés es una reacción del cuerpo de los animales ante una situación que necesita de una activación corporal. Una activación corporal es cualquier situación que necesite del individuo una reacción. Puede ser buena (tipo "hay donuts para merendar, ¡yuju!"), neutra (darse una carrerita para llegar al autobús) o negativa ("como no corra, me come el tigre").
Independientemente del tipo de reacción que lo provocó, existen dos tipos de estrés. El estrés "bueno" o Eustrés, que es una activación corporal momentánea y proporcionada al nivel de activación requerido. Luego está el estrés "malo" o Distrés, que es el que se produce cuando tenemos una situación de activación que se prolonga mucho en el tiempo, o que se repite durante un largo periodo.
El mayor problema que tiene el estrés, es que es acumulable. Cuando tenemos una activación, segregamos adrenalina inmediatamente, y esta hormona produce aceleración en la respiración y en el ritmo cardíaco, y el organismo se prepara para actuar. Pero también produce la segregación de la hormona cortisol. El cortisol permanece en la sangre unos veinte minutos, y luego, normalmente, vuelve a niveles basales. Eso quiere decir que después de una emoción, o un susto, tardamos (de media) unos 20 minutos en tranquilizarnos.
Pero eso sólo ocurre si PODEMOS tranquilizarnos. ¿Qué pasa si no nos dejan descansar?
Si poco después de esa activación corporal, necesitamos otra, el proceso vuelve a repetirse. Pero esta vez, el cortisol subirá más alto, y permanecerá más tiempo en sangre. Si tenemos una temporada con mucha necesidad de activación (exámenes, por ejemplo) los niveles de cortisol no pueden bajar, y permanecen elevados durante largo tiempo. Aquí es donde comienzan a aparecer los efectos negativos del estrés. Baja el sistema inmune, se ven signos de ansiedad, de incapacidad para relajarse (insomnio, conductas esterotipadas), los niveles de testosterona aumentan, aumentando así la irritabilidad/agresividad... un montón de efectos negativos.
¿Qué pasa con el ejercicio físico?
El ejercicio físico es un activador natural. Si se practica de forma predecible y moderada, no sólo no aumenta el cortisol, sino que lo disminuye. Si cualquiera de nosotros sale a correr por las tardes, sabe que antes de empezar a correr, nota ya la activación (porque anticipamos el ejercicio), y al principio a uno le suben las pulsaciones, aumenta el ritmo de la respiración y el cardíaco... todos los síntomas de la adrenalina. Si corremos al ritmo y la longitud a la que estamos acostumbrados, el cuerpo se estabiliza, y cuando acabamos nos notamos cansados, relajados y con sensación de bienestar.
Pero ¿qué pasa si este ejercicio físico no es regular? Si no estamos acostumbrados a correr, tendremos una subida de adrenalina más fuerte, que nos dejará agotados. Lo mismo si aumentamos el ritmo de la carrera, o la longitud, de forma brusca. El cuerpo no está acostumbrado a esa intensidad, y tirará de las reservas para seguir corriendo. Si lo hacemos así un día, acabaremos agotados y con agujetas. Si lo repetimos día tras día, o sólo corremos una vez por semana... pues todo esto se acumulará y nos producirá mucho estrés. Esto es lo que les pasa a los atletas profesionales, si no se tiene cuidado. Si se les pide máximo rendimiento todos los días, acaban quemados, lesionados y estresados.
Con los perros pasa lo mismo. Según los estudios, los perros tienen una tolerancia al ejercicio físico (correr) muy grande. Con entrenamiento, distancias de hasta 160 km no sólo no aumentaban los niveles de cortisol basal, sino que los disminuían.
Pero lo dicho: con entrenamiento. En otro estudio, se compararon los efectos de hacer ejercicio con el perro una o dos veces por semana, durante varias horas ("este finde lo saco al campo y lo agoto"), contra los efectos del mismo tipo de ejercicio, pero durante veinte minutos, a la misma hora, todos los días. Mientras que el primer grupo tuvo un aumento en los niveles de cortisol, el segundo los disminuyó.
Y no sólo afecta la cantidad de ejercicio, o si éste es continuado. Lo que más afecta, es cómo se comporte el dueño durante el ejercicio. Si el dueño considera el ejercicio como una sesión de adiestramiento, da órdenes y corrige al perro, los niveles de cortisol aumentarán. Si en cambio juega con el perro, sin hacer caso a que el perro obedezca, ni regañarle, el cortisol disminuirá. Y si está compitiendo, y pierde, el perro tendrá los niveles de cortisol más elevados si el dueño lo pasa mal y le regaña. Si pierde, pero su dueño "lo quiere igual", el cortisol disminuirá (igual que cuando ganan y el dueño premia al perro).
Si tu perro se emociona "demasiado" con el ejercicio, tienes dos alternativas. Puede que no sea "demasiado", sino que sea demasiado intermitente (por mucho que nos guste algo, todos nos cansamos si repetimos lo mismo 100 días seguidos), o es que tu perro tiene estrés por otras razones. Puede que el sitio donde hagas ejercicio le de miedo, los perros a su alrededor sean extraños o... ¿has pensado que a lo mejor eres tú el que lo pone nervioso?
Resumiendo: haz ejercicio con tu perro, juega con él. ¿Quieres hacer deporte? Hazlo. Entrena con tu perro, a diario un rato. No le des palizas de un día para luego pasar de él el resto de la semana. Y no le regañes si no llega "a nivel". Debe ser un juego para los dos. Si le ves estresado, no le hables, no le chilles. Acaríciale, deja que se apoye en tí.
Corre, salta, haz agility, tira la pelota, pelearos por un nudo... divertíos. Tu perro estará menos estresado.
Y tú también.
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Teresa Marías www.psicologiaveterinaria.es