que sienta mis propios pasos
venir entre las coscojas,
del monte aquel que no olvido
y de aquella tarde en que
me dijo lo que me dijo
J.A. Muñoz Rojas
Coscoja, carrasca, chaparro... son muchos los nombres que recibe este arbusto, más raramente árbol o arbolillo de la familia de fagáceas y emparentado por tanto con robles, encinas, alcornoques, quejigos y demás. Tanto nombre nos da idea de su ubicuidad y de su, digamos, popularidad. Científicamente se conoce como Quercus coccifera y ahora veremos por qué.
El origen del término quercus es posiblemente indoeuropeo, y en la antigua Roma designaba a robles, encinas y en general a todos los árboles productores de bellotas. Coccifera del verbo latino fero, llevar y el sustantivo coccum , kermes. El que lleva el kermes, y ¿qué es el kermes?
El kermes virmilio es un insecto que se desarrolla sobre las coscojas. De los caparazones desecados de las hembras se obtenía un tinte de color rojo, el carmesí, muy apreciado tanto más cuanto que al ser un producto escaso era muy caro. En Roma se teñían las más ricas telas con este colorante. Tras el descubrimiento de América el kermes fue desplazado por el rojo de cochinilla que se obtenía de un insecto, el Dactylopius coccus, de crianza complicada pero mas rentable que el kermes. La aparición de los tintes sintéticos ha hecho desaparecer casi por completo la producción de estos tintes naturales, aunque el rojo de cochinilla aun se usa como colorante alimentario.
La corteza es rica en taninos por lo que se ha usado para curtir cueros y como astringente, y aunque los cerdos prefieren las de encina, sus bellotas también han sido utilizadas en su alimentación.
Aquí me planto y digo: " Me joroba Narváez, me joroba doña Isabel y Sor Patrocinio...y don Francisco y el padre Clarinete". Oídme, rocas, jaras, retamas y chaparros: "¡Viva Prim, viva la Libertad...!". Oiganmé, lobos, zorros, galápagos, culebras que también sois españoles aunque animales: "¡Abajo las quintas!...¡Viva el liberalismo y el desestanco de todo lo estancado!"
Episodios Nacionales IV. La de los tristes destinos
Benito Pérez Galdós