"Hablar.
Para no decir nada.
Para no pensar."
Brahim es un chico francés de origen magrebí, al que le cuesta hablar de sus sentimientos porque cree que aunque diga algo no lo van a tener en cuenta debido a su procedencia, ya que en Francia no lo aceptan como "un auténtico francés" debido a que sea árabe y lo discriminan bastante en todos los ámbitos. No es muy parlanchín y le da vergüenza decir lo que siente, pero su maestra los coloca a todos en círculo y les pide a sus alumnos que uno por uno vayan hablando de sí mismos, de sus proyectos y pasiones, durante el tiempo que tarda una vela en consumirse y donde no pueden reirse.
A partir de la descripción de la receta de un pastel alemán llamado Stollen, Brahim explicará su situación como inmigrante en Francia, sus deseos de vivir en Alemania, de aprender alemán, idioma al que adora, y su malestar al tener que utilizar la lengua francesa, que odia profundamente debido a lo que está sufriendo allí.
Otro tema que se toca en la novela, narrada con la voz del niño, es el TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) que tiene por su ansiedad, y nos hablará de su miedo a los calcetines cono agujeros y cómo eso le afecta en su vida cotidiana, como todo está causado por un trauma que tiene que ver con algo que le hicieron a su abuela desaparecida.
Nos hayamos ante una novela adolescente muy cortita, con apenas 60 páginas y un estilo de narración infantil y a la vez bastante poético, muy tierno. La pena es que se acaba en seguida, me hubiera gustado que durara más porque el tema lo vale, tanto la inmigración como el trastorno que sufre son temas interesantes y podrían haber sido más desarrollados, pero es una historia ideal para que la lean los niños de esa edad, para familiarizarse con el tema, ya que habla como si se dirigiera a los otros niños de su clase.
Puntuación: 3/5