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domingo, 6 de septiembre de 2015

Reseña: Un final para Rachel, Jesse Andrews






"Puaj. Ni de coña. El hecho de haber conocido a Rachel antes de que muriera no ha hecho que mi vida tenga más sentido. Si me apuran, tiene incluso menos sentido que antes, ¿De acuerdo?."



Título: Un final para Rachel
Autor: Jesse Andrews
Lugar de publicación: Barcelona
Editorial: Nube de Tinta
Año: 2015



Personajes: Greg, Earl, Rachel
Temática: novela juvenil realista, leucemia, muerte
Localización espacio-temporal: EEUU, S.XXI






Resumen oficial:



Greg Gaines tiene diecisiete años, un aspecto que deja mucho que desear y una coraza con la que se protege del mundo. Lo que mejor define su personalidad es una mirada autocrítica y una actitud sarcástica hacia los demás. Su único amigo es Earl Jackson, un chico bastante desabrido, malhablado y con una situación familiar difícil. Los jóvenes nihilistas comparten una pasión por los videojuegos y, sobre todo, por el cine y dedican gran parte de sus tiempo libre a hacer remakes de su películas favoritas. Todo cambia en la vida de Greg cuando su madre le obliga a visitar a Rachel, una chica con leucemia con la que el muchacho tiene un pasado común.






Mi opinión:


Había leído tantas malas críticas de este libro que no sabía qué esperar, y me había hecho pocas expectativas de que fuera bueno. Pues en realidad, me ha encantado. Como son las cosas. Hasta que no las vivimos por nosotros mismos no podemos estar seguros de si vamos a disfrutar de algo o lo vamos a aborrecer, y es el mejor ejemplo de que no debemos dejarnos influenciar por la opinión de otros hasta no haber leído por nosotros mismos la historia, sea la que sea. 

Es curioso que diga esto, porque claro, los reseñadores o críticos literarios, pueden pensar que si ellos hablan mal o bien de un libro, eso influenciará a otros y hará que eviten comprar, o no, la novela en cuestión. Y sí, sucede que los seres humanos, aunque seamos diferentes (y lo sabemos, no se puede negar) nos fiamos de lo que hacen los demás para tratar de hacer lo mismo, pensar lo mismo, opinar lo mismo. Y no es eso lo que deberíamos hacer. Porque cada persona es un mundo, y en esta novela nos da un claro ejemplo en el protagonista, Greg.

Greg es un chico que vive la vida algo asustado por la socialización con los demás chicos y chicas de su colegio. Básicamente prefiere pasar desapercibido, no encasillarse en ningún grupo (góticos, empollones, teatreros, musculitos deportistas...etc etc) y ser diplomático con todos, hablar con todos pero no demasiado para no dejarse influenciar y ser "demasiado amigo" de nadie en concreto. No está dispuesto a "sufrir" lo que es tener un amigo y que por culpa de eso "los demás grupos" te marginen por ello. 

Por otro lado tenemos a Earl, el amigo afroamericano de Greg, que tampoco está en ningún grupo y tiene muchos problemas en su casa con sus padres y hermanos que son algo "salvajes" y están metidos en drogas la mayoría, cuando no en el alcoholismo. Pero a la vez es un chico muy simpático y que utiliza un lenguaje algo peculiar, que te hace reír a su vez.




Con este panorama, podemos descubrir fácilmente que el libro trata la realidad desde el aspecto más duro, tanto en la vida de Greg, que al ser algo "gordito" le hacen bullying por ello, como en la de Earl con su propia familia. Sin embargo, ambos juntos son otra cosa. El cine va a unir a estos dos chicos tan diferentes pero a la vez tan solitarios y semejantes en eso, aunque sea de manera "poco profesional", ya que dos niños de 11-12 años no es que hagan gran cosa con su cámara, ya que son más bien malos con ello. Intentan hacer películas pero se olvidan guiones, iluminación, no se preparan las cosas, todo les sale "cutre".

A parte del mundo de estos dos niños, tenemos a Rachel. Sería una chica sin nada que llame la atención, una chica normal que pasa desapercibida, si no fuera porque se está muriendo. Tiene leucemia. Y eso es lo que marca el punto de inflexión en la vida de Greg y Earl: deciden hacer una de sus películas dedicada a ella y a su enfermedad (algo obligados por otra chica, todo hay que decirlo). El verdadero problema aquí es que, aunque tienen buenas intenciones, Greg no por eso cambia su punto de vista sobre los demás, y está seguro de que ni ella es su amiga, ni él quiere serlo, su madre le obliga a visitarla en su casa y en el hospital, pero él no quiere.

Esto puede parecer muy frío y sin corazón, un niño que es así de insensible con la muerte. Pero si nos paramos a pensar: ¿quién nos prepara realmente para aceptar la muerte? La mayoría de nosotros no sabe como enfrentarnos a la pérdida de un ser querido, de un familiar o amigo, no digamos ya a la muerte de alguien a quien casi no conocemos y que nos da "igual", a quien tampoco queremos conocer pero a quién nos obligan a frecuentar.

Y es que en la vida, las cosas se hacen porque a uno le guste y quiera hacerlas, o no se hacen, y desde luego si se hacen forzadas no van a salir nada bien. O te darás cuenta demasiado tarde de que deberías haber hecho algo por tratar de entender a la otra persona, empatizar con ella, porque al fin y al cabo todos moriremos algún día. Nadie quiere enfrentarse a eso, y quizá sea eso lo que Greg está tratando de hacer entender a todos: no quiere tener nada que ver con la muerte, ni verla de cerca, no quiere empatizar con alguien que se muere porque él no es capaz de lidiar con eso. Y es que recordemos que tiene 11 años.

Rachel al principio entiende que Greg está haciendo eso a la fuerza, que no quiere estar con ella, y le pide que se vaya, varias veces en realidad. Es una chica que se da cuenta de lo que los demás hacen y del porqué lo hacen y no quiere pensar en ello. Prefiere estar sola que ser hipócrita y ver que los demás se esfuerzan por hacer algo que no quieren solo porque ella se está muriendo. 

La novela, a pesar de tratar un tema tan serio como la muerte, consigue darle un toque humorístico a todo que me ha dejado bastante sorprendida, la verdad. Me he reído a carcajada limpia hasta la mitad del libro más o menos, incluso más. ¿Cómo puede alguien reírse de la muerte?. Quizá este tipo de humor no esté hecho para cualquier tipo de persona, pues alguien puede considerarlo como una falta de respeto. Yo creo, no obstante, que tratar el tema con la naturalidad con la que Jesse lo hace es increíble, algo fuera de lo normal. 

No todo el mundo puede dar un toque de humor y conseguir que te rías con una novela de trasfondo tan serio. Pero el autor lo consigue, y por eso ya merece un premio. Una lectura muy ligera pero a la vez muy profunda sobre la vida y la muerte, y la mera existencia humana en esta tierra.




Puntuación: 4/5





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