Cuanto más escucho el "White Album" más truño me parece. A cada escucha lo encuentro más deslavazado, frío, abisal y desordenado, un truco de manos ejecutado eso sí por magos expertos, geniecillos verdes de la ingeniería sonora y gigantes de la producción. En su día, fue el primer disco de los Beatles que sembró la discordia acerca de su valía artística en los medios especializados, y lo puedo entender perfectamente. La música de este álbum supone un parón en seco a la línea ascendente iniciada con "Beatles For Sale" y culminada en un disco capaz de cambiar (la manera de ver) el mundo, "Sgt. Pepper´s Lonely Heart Club Band". En cuanto a expresión, ambición e inspiración, resulta alucinante que hablemos del mismo grupo que sólo un año antes grabó "A day in the life", "When I´m sixty four" o "Lucy in the sky with diamonds", pero el hecho es que ahí están todos esos temas con oficio pero sin sentido. Los Beatles vivían definitivamente en otro mundo, su propio mundo
Encontramos canciones que probablemente nunca debieron grabarse ni editarse. Lo hicieron incluso en contra del criterio de George Martin, quien se mostró incapaz de conseguir que abandonaran la idea de un álbum doble y que además lo grabaran a tirones y servido a caprichos individuales. En mayor o menor medida, bien podrían haber ahorrado al mundo algo de basura ("Ob-la-di-ob-la-da", "Revolution 9"), de relleno puro y duro ( "Don´t pass me by", "Why don´t we do it in the road?"...), algunas canciones a piloto automático ( "I will", "Yer Blues"...), esos temas basados en ocurrencias sin absolutamente nada detrás ("Everybody got something to hide except me and my monkey", "Wild honey pie", "Bungalow Bill", "Piggies"...), a Macca imitándose a si mismo ("Martha my dear"), a Lennon sonando más antiguo y hortera que nunca y oliendo a hippie de huevos ("Revolution") o esas ubicaciones estrambóticas ("Dear Prudence" segundo tema tras "Back in the USSR"!; "Cry baby cry" tras la brillante "Savoy Truffle" y antes de los 8 minutos largos de horror en "Revolution 9"). Un panorama ante el cual una canción superlativa como "Julia" aparece cual espejismo, algo irreal y dudoso que no sabes si creértelo.
Los Beatles la cagaron con este disco, lo cual no quiere decir que no aparezcan algunas buenas o incluso muy buenas canciones, pero es que no tiene ningún sentido. Por primera vez los Fab Four, en lugar de llevar las riendas y ser el espejo y la inspiración para los demás, se abandonan por completo y los guiños, gimmicks y homenajes a otras estrellas, conceptos o músicas del momento son continuos, un ejercicio forzado por meter en el mismo saco todo lo habido y por haber, en un intento desesperado creo yo por mantenerse a flote y en la onda lo cual me sugiere que hicieron este disco entre dudas y miedos, huyendo hacia adelante y forzando actos de modernidad como el mismo hecho de editar un disco doble. Artefacto donde cabe desde una seminal muestra de hard rock ("Helter Skelter") a un experimento ("Revolution 9") sobre una de las tendencias de la música culta, la llamada "música concreta", pasando por uno de esos susurros que pasan desapercibidos y sin embargo tienen su interés ("Long long long). Lejos quedaron los tiempos en los que prácticamente inventaban el power-pop con "The word" o "Rain" o simplemente maravillaban a las mentes más exigentes y las ponían a sus pies.