Erase una vez cuatro muchachitos londinenses, no muy altos, que marcaron a fuego la escena británica de los 60 y dejaron su huella en practicamente toda la música posterior que llevara por algún lado un riff sólido, una voz potente y desgarrada y un compromiso por el estilo y la música.
Small Faces son para mi mucho más que una banda de rock. Han sido una gran inspiración en mi vida, incluso más allá de lo estrictamente musical: es esa clase de grupo que consigue mantenerte vivo, que lo mismo te eriza el vello con un tema como que no te permite un minuto de descanso en una especie de "non-stop dancing" a tumba abierta... vamos, una banda por la que sentir orgullo y admiración. Y agradecimiento, mucho agradecimiento.
Soy un absoluto fanático de lo que yo llamo La Familia: por supuesto de la propia banda pero también y en cantidades industriales soy fanático de los Faces, de los Humble Pie, del primer Rod Stewart, de Ron Wood en solitario... Pero sobre todo soy fanático de Steve Marriott: Me cuesta no hacer una reverencia mientras escribo su nombre, un tio absolutamente talentoso dotado de una voz increíble y maravillosa, pura energía incandescente, soul y rock´n´roll, consistencia metálica y alma negra, honestidad y emoción canalizados a través de una banda de ensueño (con Ronnie Lane, otro de mis héroes, en sus filas). Steve Marriott tuvo su propia medida como cantante en si mismo tíos, nadie puede hacerle sombra, y no en vano es el favorito de Bowie, Iggy, Iommi y Page (estos dos últimos se lo quisieron agenciar para sus famosísimas bandas respectivas en su momento). Y para colmo era un guitarrista tremendo, enérgico y pleno de recursos !!!
"Odgens´ nut gone flake" fue el último disco que hicieron juntos, y fue una obra maestra. Quizás no es el más adecuado para adentrarse en el mundo de la banda, pero en cualquier caso no puedo hacer otra cosa que recomendarlo a todo aquel que no lo posea. La banda muestra su evolución teñida de rock lisérgico durante toda la cara a, mientras que la cara b es lo más complejo estructuralmente que habían grabado hasta el momento: un viaje conceptual a través de los ojos de Happiness Stan, un niño obsesionado con la cara oculta de la Luna. Consiguieron sin orquestas ni sobreproducciones múltiples lo mismo que otros a base de Filarmónicas y presupuesto. Qué buenos eran, diablos!
174