Nicky fue uno de los “stones de facto”, su aportación a la banda es incalculable y ya era uno de los músicos británicos más brillantes antes de relacionarse con ellos. Todo aquel que era alguien en el mundo del rock durante los 60´s y 70´s lo quería a su lado, no en balde tocó en más de 500 discos, muchos de los cuales son piezas cruciales de la música inglesa y americana que no hubieran sonado igual sin sus manos. Incluso renunció a formar parte de los Zeppelin para irse al Jeff Beck Group!
.En mi opinión ésta es su mejor obra en solitario, de esas que se van calentando según avanzan las canciones. Nicky se afirma como un compositor de gran altura y como un cantante solvente. Como pianista, en su línea… un puto crack. El estricto rock and roll no es el principal motivo de este disco pero lo hay de gran calidad, entre piezas de piano barrelhouse, honky tonk, boogie, soul, motivos country y su propio lenguaje. Gran acierto también por su parte la elección de los geniales músicos que le acompañan, todos con la versatilidad necesaria para llevar adelante las canciones.
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El señor Hopkins era una persona muy sensible, percepción acentuada por su aspecto delgaducho a causa de una dolencia crónica. Su timidez fue proverbial, quizás la causante de que no ejerciera una carrera en solitario más sólida y ambiciosa, pero al menos el mundo no se ha perdido su creación e inspiración grabada en colaboraciones y discos en solitario. Nos dejó tristemente en 1994. Que no os quepa duda de que esta obra es un tesoro escondido, tan bueno como lo mejor que hayan editado en solitario Sus Satánicas Majestades, o más.