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jueves, 14 de febrero de 2013

MIS DUENDES


Hace un par de meses recibí una noticia que, aunque yo creí que había asimilado como parte natural de la vida, resultó que me había dejado KO sin yo ni siquiera darme cuenta. Una se adapta, qué remedio, sigue adelante, con lo urgente, lo inmediato. Y echa de menos cosas, sí, pero bueno, se hace lo que se puede. Un día una retoma actividades necesarias, proyectos de vida, y se da cuenta de que han pasado dos meses. Dos meses en blanco.
Ayer los retomé. Con ilusión y miedo. Me llevó toda la mañana escribir cinco páginas de la nueva novela. Acabé contenta, a pesar de la evidente torpeza, de la lentitud. Así que hoy me he levantado con ganas, esperanzada, con ilusión por continuar con esta bendita inercia de escribir.
Me he levantado temprano, he arrancado el ordenador mientras me preparaba un café, he buscado mi archivo y... había desaparecido. He respirado hondo, he cogido mi memoria usb, la he conectado. Como buena neurótica siempre guardo dos copias de lo que voy escribiendo. Gracias al cielo, he pensado. Busco el archivo en la carpeta correspondiente, lo abro... y las cinco páginas de ayer tampoco estaban.
Son las diez de la noche y no he sido capaz de ponerme a reescribirlas, del puro cabreo que todavía tengo. No tenía ni idea de que me sabía tantas palabrotas. Estoy segura, segurísima, de haber guardado el archivo por partida doble. No me cabe la menor duda.
No tengo ni puñetera idea de qué significa esto, de si hay que creer en las señales, o hacerle un gran corte de mangas al universo y seguir adelante, simplemente. Conviene tener en nómina a los duendes eso sí. Y no olvidarlos durante tanto tiempo. La vida es lo que es, pero no mejora por dejar de hacer lo que queremos. Por meternos en la rueda y volver a hacer el hámster. Desde aquí les mando un beso a los duendes: espero que con esto se den por desagraviados. He vuelto.

viernes, 27 de julio de 2012

TABULA RASA



Una vez hubo pasado el fuego, todo en el lugar quedó en su sitio. Las piedras, negras de humo. Los árboles, aún en pie, gruesos trazos de carboncillo sobre el papel del paisaje. Las ramas, las hojas supervivientes, como una red de finas trabéculas en equilibrio inestable. Pronto dejó de salir humo del suelo, y se marcharon todos: los bomberos, los amigos, los últimos ancianos del lugar. Los ánimales se habían ido ya con las primeras llamas. Ni un pájaro, ni un insecto volador. Las arañas al fin fundidas en materia con sus telas. Los gusanos en lo más hondo, cavando. Un silencio mineral atrapó los espacios en blanco, el cielo, la arena calcinada, el suelo lleno de cristales. Todo lo que el dolorido viento se permitía era caracolear a ras de suelo, apenas mover las cenizas de sitio. El tiempo empezaba a rizar y a teñir de sepia los bordes.
Entonces apareciste.
Y soplaste, con toda la capacidad de tus pulmones.

miércoles, 20 de abril de 2011

FELICES DÍAS

Creo que al final la vida puede resumirse en el inventario de las horas y los días. O expandirse y hacerse inabarcable e inspiradora: depende de cómo decidamos contárnosla. Según qué historias se abran camino en nuestra mente. Creo que se puede elegir una manera bella y armónica de vivir la imperfección y el dolor de la vida. Lo que no es bello ni armónico. Creo que se puede mirar la realidad, y verla, y no regodearse en el sufrimiento, ni en la mezquindad. Creo que el dolor y la felicidad no son por fuerza incompatibles. Creo en la saludable costumbre de salir a pasear al sol los días buenos y refugiarse bajo el toldo cuando llueve. Creo en los caminos, en las personas, en el cambio y en las ventajas del optimismo. Y sobre todo creo que no debo tomarme muy en serio nada de lo que crea. Ni nada de lo que deje de creer.

Os deseo unas felices vacaciones de Semana Santa a todos.