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viernes, 12 de octubre de 2012

TALLOS


Algo dentro se despereza poco a poco. Una planta trepadora que alumbra flores con olor a madreselva al final del día. Al mismo tiempo que asciende el frágil tallo, trepa también el tallo paralelo del miedo, sutil e informe, parásito, oportunista y necesario. Cuánto adjetivo. Y se me ha olvidado un oxímoron: diligente pereza, la que exhibe el miedo, antifaz para el maldito ego, cuando llega el momento de sostener miradas, de echar a andar.
Sin saber bien por qué comprendo de un golpe, un coup de coeur, la sincronía. Todos los sinsabores y las esperanzas, los besos no dados, los besos eternos ya en la memoria, las tardes de soledad, el instante de la epifanía, enamorarse, dejar de ser querido, todo al mismo tiempo, en una sola nota. Sí, es posible.
Luego viene la ironía y lo desmonta. La distancia. Lope, (desmayarse, atreverse, estar furioso...). Llegará la noche y se abrirán tal vez las flores y el aroma. Pero ahora trepa el mediodía y con la luz nublada del otoño se hace fuerte el otro tallo. Tópica, en fin, peliculera, olvidando el provecho, amando el daño, pienso en lo que crece como en una bomba. El cable rojo, el negro y las tijeras. ...O dejarse hacer, dejarse ir, comprobar de nuevo las medidas, si es verdad que el cielo en un infierno cabe.