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viernes, 22 de febrero de 2013

HANEKE, AMOR, Y TAL

He ido a ver Amor. La peli ya se ha llevado varios premios y está ultranominada a todos los premios del mundo mundial, interplanetarios e universales.
¿Vosotros también os habéis dado cuenta del tonillo?
Que nadie interprete mi tonillo como desprecio, o como falta de reconocimiento a la calidad de la película. Lo que me pasa es que estoy cabreada con Haneke. Por ser tan seco, por hacer pornografía sin el más mínimo sonrojo, por no ser capaz de crear poros de ficción por donde respire un poquito la esperanza. Con lo caro que está el cine, además. Que para la realidad ya está el telediario, muchísimo más amable, dónde va a parar, a la hora de contar la vida.
(Siempre he pensado que a los austríacos les pasa algo). (Sobre todo a los que son alemanes y ruedan películas austríacas).
Al igual que en la vida, en Amor las cosas pasan sin más, y sin banda sonora, ni posibilidad de reacción. En el cine no se puede ni llorar. La emoción se hace una bola de acero que se atasca en medio de la tráquea, y nada más que a solas, luego, en la cama, se deshace poco a poco a base de acidez e insomnio. Con un poco de suerte lloras algo: de pura rabia cuando suena el despertador. Con menos suerte, al día siguiente ya respiras lo bastante como para pegarle dos gritos a la cajera del súper, o a tu compañero de trabajo; o te enfadas con tu amiga del alma, que con 39 de fiebre rompe tus planes de ir al cine a sacarte la espina viendo a Colin Firth (o a Bradley Cooper).
Y todo porque a Haneke le da la gana de hacer porno con nuestros miedos: la soledad, la vejez, el sufrimiento de nuestros seres queridos, la incapacidad, la demencia, la muerte de la esperanza.
Así que me quedo pensando en la función del arte, y en las concesiones de éste al entretenimiento. O a la humanidad. Y en Bradley Cooper. Porque lo demás ya lo toco con las manos

domingo, 16 de diciembre de 2012

N VARIACIONES DE LO MISMO


Escribo. Asciendo la cuesta de Bach, historiada, llena de clavicordios, violoncellos. De ondas y Davides y gigantes muertos. Me he quitado los tacones y he decidido volar a ras de suelo, volar como los patos, decirle dos cositas al espejo. Escribir como quien vuela, o volar como el que escribe patos, la bruma sobre el agua del lago del invierno. El vaho saliendo de tu boca un instante después.
Escribo. Como si la cuarta glaciación no se acercara.
Escribo. A ver si el día se pliega y es la noche y de pronto acuden auroras boreales y palabras, la tarde en que me diste la mano, y yo quise tomarla y no correr, tacones, cuesta arriba, llena de violines. Aquella, tu mano y las calles endulzando pavimento. Escribo y clavicordios muerden las sombras yugulares. La voz, al fin, desmorona el miedo de montañas, desmenuza pedregales cuesta abajo.
Escribo. Antes de que violoncellos amanezcan. Maravillosa perfecta sincronía, tu voz, del otro lado del espejo, dice dos cositas, lanza a volar los patos, disipa la bruma del invierno sobre el lago. Agarra mi mano, desmorona la cuarta glaciación, lanza la piedra, la de siempre. N variaciones de lo mismo. Bach, clavicordios, cuestas que se suben, días que existen para las noches, viceversas, auroras boreales.
Y escribir. Escribir para que sea cierto. Clavicordios que vienen de tu mano. Refugio de violines antes de que llegue la glaciación.
Escribo el beso después del vaho que sale de tu boca.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

HORMIGAS


Hay cientos de operarios sacando una a una las bolsas de basura.
Una fila de hormigas polvorientas.
El obrero en la calle martillea los sueños, ha abierto otra vez el mismo hueco.
Por el tu alma asoma, o es posible que sea una nube.
No he bebido nada más que café esta mañana.
Si tuviera un piano haría escalas, hasta bien alta la noche, para trepar por ellas y llegar y verte y desnudarte y esperarme al alba para salir corriendo, dejarte marchar, hacernos daño.
Para amarte como sé, con mi soledad perfecta.
Si la poesía fuera otra vería navíos, cañones, arpas y golondrinas.
Pero veo tus ojos y ni siquiera me acuerdo de cómo eran.
No he bebido nada, no me drogo.
Medito, respiro, me elevo sobre un mundo que yo misma he inventado.
Que nadie confunda la distancia con el odio.
Meto prisa a los operarios,
sagradas hormigas de las letras.

sábado, 26 de noviembre de 2011

ESCONDITE


Hay noches como esta que son para nosotros. Me cierras el libro en las narices, apagas la tele, me propones jugar al escondite. Y yo acepto, pero con las luces dadas. Veo tus pies que asoman bajo las cortinas. Me río. Se trataba de eso, me dices, de que me encontraras pronto. Y me coges las manos, y me abrazas de un golpe. Y entiendo que todo se reduce a eso. A encontrarnos pronto, a abrazarnos, a regalarnos las noches y los días, y las tardes de tedio, y la soledad misma. Amarnos en silencio, con los gestos más sobrios, sin más filosofías. Con llanto y con sartenes, con la gripe y tu jefe; hoy con la regla, mañana con lluvia. Pasado quién sabe. Cuando somos ridículos y la ira nos tiembla. Cuando el ego masoca regatea con besos en lugar de con euros. Hay noches como esta que son para nosotros. Apago el ordenador, cuento hasta veinte: tus pies asoman por fuera de la colcha.