No he visto la famosa recogida del globo de oro de Jodie Foster (me pone muy nerviosa como habla, he visto los cinco primeros segundos del vídeo y lo he tenido que quitar), pero por lo que leo en las redes sociales parece que fue el evento del mes, una salida del armario un poco sí pero no, una especie de “sí, soy lo que todos sospecháis que era, pero dejadme en paz porque no es asunto vuestro y no voy a hablar más del tema”. Por supuesto, a eso de “dejadme en paz” se le ha hecho el mismo caso que a Rajoy cuando dice que no va a subir el IVA y todo el mundo se ha puesto a hablar de ella (y de ello). Yo pensé, “joé, qué pesados, si ya se sabía, y qué más da”, pero después leí este blog y me ha dado por pensar que igual sí que es importante lo que hizo.
Soy de las personas a las que les importa tres pepinos la sexualidad de cada uno. Como le oí a un personaje gay en una serie de televisión, “mientras no sea tu polla la que esté chupando, que yo sea gay no es asunto tuyo”. Gente muy, muy cercana a mí es homosexual y, aunque reconozco que cuando me enteré de un caso en concreto me quedé un poco patitiesa (a pesar de que lo primero que pensé y dije fue “¡LO SABÍA, LO SABÍA, LO SABÍA!”), pasado el shock inicial mi relación no ha cambiado en absoluto con esa persona. De hecho, suelo ver el hecho de ser gay como una característica positiva en la gente; baste deciros que lo único que me gusta del alcalde de Vitoria es que es gay, pero en todo lo demás me desagrada profundamente. ¿Es eso bueno? Probablemente no. Durante mucho tiempo me he preguntado por qué hago discriminación positiva a favor de una persona por algo tan íntimo y personal como su sexualidad cuando a mí no me atañe en absoluto. No tiene sentido, ¿no? Al fin y al cabo, no es asunto mío.
George Takei me ha dado la respuesta en el enlace que os he puesto más arriba (y siento que esté en inglés para los que no controléis el idioma). No ha dicho nada que no supiera, pero creo que lo explica de una manera muy clara. No es solo el hecho de que Jodie Foster sea homosexual lo que es importante, y probablemente que Jodie lo sea nos debería dar igual, pero las decenas de personas que tenemos a nuestro alrededor y que son abiertamente homosexuales merecen ya no solo respeto, sino (al menos por mi parte) admiración. No tengo ni idea de por lo que han tenido que pasar y cuántas barreras sociales han tenido que romper para poder ser como son. Hasta los que lo han tenido “fácil” porque su familia les apoyaba han tenido que valerse por sí mismos en una sociedad llena de peras y manzanas, lo que quiera que eso signifique, cuando no gente que piensa que ser homosexual es ser adicto al sexo, o lo confunde con pederastia (en fin…). Muchos dirán que exagero, que vivimos en un entorno donde no se acepta discriminación por sexualidad, género o apariencia física, donde el matrimonio homosexual está a la misma altura que el heterosexual, donde las parejas del mismo sexo pueden adoptar. Claro que también tenemos leyes que prohíben pagar más a un hombre que a una mujer con la misma formación y el mismo trabajo, que protegen contra la discriminación sexual, que mandan a la cárcel a los violadores, pero sabemos que todo eso sigue pasando y lo tomamos con normalidad. Las leyes no cambian la naturaleza, como ha dicho muy bien el tontolaba del Borbón ése que se cree rey de Francia, solo que lo suyo iba en el sentido contrario. Quizás solo podamos cambiarla (la naturaleza torcida de —algunas— personas no homosexuales) a base de anuncios ambiguos y no tan ambiguos de gente famosa en televisión, o de que los gays pierdan el miedo y la vergüenza (¡ja!, porque es facilísimo, ¿verdad?) y se comporten con el mismo descaro de una pareja de quinceañeros, morreándose en mitad de la calle. Ayer vi a dos hombres cogidos de la mano y a punto estuve de pararles para decirles que adelante, valientes, bien por vosotros. No lo hice, claro, porque me da a mí que eso sería ir un poco en contra de la "normalización", pero me faltó un pelo.
No sé si la sociedad cambiará algún día lo suficiente para ver la homosexualidad como lo que es, una característica más de algunos seres humanos que no los hace especiales, ni les da superpoderes, ni les convierte en villanos; viendo lo que pasa con los derechos de la mujer, que cada vez que vienen mal dadas son los primeros que se tocan, no tengo mucha esperanza (como es bien sabido, los males del mundo son culpa de 1º, los homosexuales; 2º, las mujeres; 3º, los funcionarios, así que yo voy dada, dos de tres). Ni siquiera voy a entrar en el resto de sexualidades posibles, porque, si no somos capaces de entender que el amor es amor se quiera quien se quiera, cómo vamos a entender eso de un hombre encerrado en un cuerpo de mujer, o viceversa. Vuelvo a lo que vuelvo siempre, que la escuela es la esperanza de la sociedad, pero ay, la escuela no es una isla y hay que luchar con padres que se niegan a que se les diga a los niños y niñas que ser gay es normal, que no pasa nada porque un chico tenga novio, que los chicos también lloran y no es malo cogerse de la mano para consolarse. Cinco horas al día de “adoctrinamiento” no son suficientes si luego van a casa y se les dice lo contrario hasta la hora de dormir.
Yo, de momento, aplaudo a la Foster y a todos los que dan la cara en Hollywood, porque si en un Vitoria es difícil lo de salir del armario, ser figura pública tiene que ser la leche. Y seguiré diciendo que entre mi alcalde y cualquier otro del PP hay una gran diferencia: sí, será facha, será conservador, será de derechas… pero el nuestro por lo menos es gay. Y eso le redime aunque sea un poquito.