Veo muchas series. Quizás no muchas en el sentido de mucha cantidad ("¿y qué otro sentido hay, Ruth, so lista de las narices?"), sino en que siempre ando viendo alguna serie. Algunas las he visto varias veces (
Lost y
Six Feet Under, media docena cada una). Hago maratones. Ahora mismo, por ejemplo, me ha dado por
Castle, serie que no terminé de ver porque me empalagaba la pareja protagonista y que he empezado desde el principio (qué buenas son las primeras cuatro temporadas, cuando el rollito entre ellos todavía es creíble). Hay diálogos que me sé de memoria ("we have to go back, Kate!"), y a veces me doy cuenta de que los represento en clase. Por ejemplo, estos días, en los que ha coincidido que hemos llegado a la página siete del libro en varias clases.
--Open your books at page seven.
--¿Qué?
--Open your books at page seven.
--¿Qué página ha dicho?
--Seven. Page seven.
--One, two, three, four, five... Eso es ocho, ¿no?
--Seven --escribo el número en la pizarra--. Page seven. Seven.
--Five?
--Seven. SEVEN. ¡SEVEN! --Ruth levanta siete dedos y la clase, por fin, abre el libro.
Y entonces me echo a reír. La clase me mira raro, pero yo no puedo evitarlo. Y es que cada vez que les pido que hagan algo con el número siete, me acuerdo de esta escena y no puedo evitar la carcajada.
Sí, soy lo peor.
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