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jueves, 3 de enero de 2013

Pixar- Lifted



Me ha hecho gracia, no sé.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Arte total


Después de la aventura culinaria del chocolate con churros diab(-ético)y (-ólico), y de haber quedado muy digno en la preselección de los premios Nobel (a no ser por las carcajadas al otro lado del teléfono mientras me informaban que no había sido seleccionado para la criba final), me decidí a fusionar varias artes buscando la obra total. Como para ser un artista lo principal es el aspecto, me compré una boina de pintor, un caballete, un cincel, un martillo, una caja de vino de Borgoña, un sofá-cama, pinceles, pinturas, una boquilla para cigarrillos, una bata ya pintarrajeada y un bloque de granito de dieciséis toneladas.

Cuando lo tuve todo reunido me di cuenta que me había olvidado alquilar un estudio y que, por lo tanto, todo lo comprado estaba en medio de una calle deteniendo el tráfico rodado. Después de dos horas buscando quien me alquilara un estudio, dí con un inversor en obras de arte al que todos llamaban Padrino, Don Corleone o Porfavornomemate. Supuse que todo pertenecía a un folklore extranjero y les dí muestras de integración con su cultura: me casé en secreto con su hija Miranda, de dieciocho años. Cuando se lo dijimos al padrino le embargó tal alegría que todos los presentes tuvieron que sujetarle para que en su euforia no me asfixiase con sus abrazos (al cuello). Con estudio, esposa, boina y media caja de vino de Borgoña, me dispuse a realizar la obra total, la unificación de todas las artes en una sola.

La inspiración no me llegaba, primero empecé a tallar el bloque de granito que, dentro de un piso abombaba el suelo con alarmante pendiente. El vecino de abajo vino con los ojos como platos para que bajara a ver su casa. Bajé y ví que el techo suyo estaba ligeramente convexo, de tal forma que la lámpara del techo tocaba el suelo en su parte inferior. Le dí dos palmaditas en la espalda y la copa de Borgoña que llevaba en la mano y subí a aporrear el bloque con el cincel y el martillo. Dos horas después me llegó la inspiración: dejarlo como estaba y pintar sobre él monigotes, un sol, una casa y unas nubes... ya había fusionado dos artes, la escultura y la pintura, ahora sólo me quedaban otras cinco. Le puse un tocadiscos viejo encima y lo enchufé, puse el bolero de Ravel a tó trapo y llené de ketchup los agujeros superficiales del granito. Ya sólo me quedaba la poesía y la danza y mi obra sería la concentración de toda la sensibilidad humana. Y entonces ocurrió.

Empecé a recitar a Béquer mientras daba graciosos saltos encima del bloque de granito cuando en uno de éstos hipopótamicos saltos el suelo se vino abajo con gran estruendo, primero llegué al piso de abajo donde el suelo de éste también cedió y así el siguiente piso hasta un número total de nueve plantas. Salí de allí con mi obra efímera documentada por una cámara que llevaba atada con cinta aislante a mi cabeza y me dirigí a registrarla en el registro de la propiedad intelectual.

De camino al registro me sonó el teléfono. Era mi suegro. "Oye, tú no habrás tenido nada que ver con el hundimiento de mi edificio de Gaudí catalogado como patrimonio de la humanidad ¿verdad?". "No, yo no, será cosa del vecino de abajo, me llamó para que viera unas obras que estaba haciendo en casa. Seguro que ha sido él." Y entonces me entró la tristeza... no había caído en la arquitectura como arte... luego me pregunté si el derribo no es, en realidad, otra forma de arquitectura.

En estas, y al cruzar la plaza de Cataluña en dirección al Eixample, alguien me llamó por mi nombre. "Toni", me giré y allí estaba ella, mi musa eterna, mi amor de adolescencia, mi luz, mi fuego, mi hervor de la sangre, con quien hubiera vivido una vida cuerda, la más sensual de las mujeres, la más solidaria de las compañeras... Salí corriendo en dirección opuesta como alma que lleva el diablo. "Ven aquí, desgraciado, no huyas" decía con melodiosa energía. La primera bala me rozó la oreja derecha y fue, afortunadamente, a incrustarse en un camión de reparto de gasoil, menos mal, podía haber herido a alguien. Otra bala me rozó la entrepierna y rebotó en el suelo provocando, en su movimiento de fricción unas simpáticas chispas.

La explosión, dirían después las noticias de las tres, probablemente debida a un atentado aún sin reivindicar pero claramente achacable al partido hippy por la paz, había arrasado media ciudad. Se buscaba a un activista negro (mi foto chamuscao de la explosión) buscándoseme vivo o muerto, se recompensaría lo segundo. Entre los testigos, mi suegro con los ojos desorbitados mirando la foto que le enseñaban la policía por si reconocía al principal sospechoso.

Busco lugar donde pasar la noche.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La cocina de lo absurdo


Se acabó el verano pero el calor sigue. Como consecuencia de ello y en ausencia de polos en mi congelador me he visto obligado a chupar los calamares a la romana hasta que sólo ha quedado lo blanco. Saben casi igual que el magnum almendrado de queso de cabra y son más baratos, pero por no tener palo (los grandes inventos españoles del siglo XX fueron el chupachups o sea, un caramelo con palo y la fregona, una bayeta con palo)no le auguro demasiado éxito a esta nueva modalidad de gastronomía de emergencia. He decidido llamar a este nuevo orden mundial culinario como "la nueva ola abusa-paladares" y el primer atenta... digo plato insignia he decidido sea el chocolate con churros donde se moja el chocolate en tableta en una pasta batida de churros, leche y horchata. Sólo con verla ya te vuelves diabético pero está sorprendentemente rica y si luego bebes coca-cola light te sale una espuma negra por la nariz, boca y orejas muy apropiada para exorcismos y manifestaciones anti... todo.

Se acabó el verano, mi vida ha dado un giro copernicano (sin saber exactamente aún de cuántos grados ni si hacia la derecha, izquierda, arriba o abajo). Sospecho que los futuros acontecimientos no podrán ser peores que los pasados, aunque me he prometido que si los superan haré un vídeo y lo colgaré en youtube con las mejores imágenes.

Este verano se ha saldado con cinco kilos de más. Parezco una albóndiga con patas, así que después de chupar media docena de calamares congelados he decidido hacer dieta estricta. Nada de dulces ni nada de hidratos de carbono superfluos. Para celebrar mi determinación y coraje me he hecho dos kilos de spaghetti con salsa de panceta batida con huevo, pimienta y vino blanco.

La ambulancia ha llegado relativamente rápida y los sanitarios aprovechando mi desmayo se han hecho fotos con el batido de churros que guardo en la nevera con la esperanza de que me den el premio Nobel de cocina o el príncipe de Asturias de la misericordia. Alguien me ha hecho entender que mis esperanzas son vanas a tal respecto pero yo persevero y sigo con mis experimentos con el mejunge diabóli... digo con la mezcla madre. De momento ya he conseguido:

- El material orgánico más pesado que se conoce (tiene más gravedad que algún planeta)
- Que brille en la oscuridad y tenga música como un gusiluz (aquí hice trampa, cuando apagaron la luz cambié el batido por un gusiluz de verdad)
- Un material que oxida cualquier cosa que se le acerque.
- Que haga desaparecer el oro (y aparezca como por arte de magia su equivalente en euros en mi cuenta corriente).
- El arma bacteriológica definitiva (con permiso de Sálvame de Luxe)

Pero sigo triste, una albóndiga que llora, me pregunto quién o qué será el tenedor que me pinche y se me lleve a la boca (creo que acabo de crear el símil más bizarro de la historia de todas las palabras escritas pero no pienso borrarlo, soy así de chulo, no temo a la muerte ni a que nadie deje comentarios en mis entradas).

Se me cierran los ojos... espero que no se te haya revuelto el estómago... pero así soy yo. Pura contradicción, el payaso que llora (y se le jode el maquillaje), politxinella de un pequeño teatro, alguien perdido entre la magia de los productos y artilugios modernos. Inventor al fin y al cabo. Loco, por supuesto... por tí, a veces.

jueves, 18 de junio de 2009

Esto no va a acabar bien


Joder, qué calor, es inaguantable, y encima el alcohol me ha elevado la temperatura corporal una barbaridad. Menos mal que vivo entre montañas, es decir, ahora que lo pienso: en un valle que es, en realidad como un caldero... no aguanto más, voy a ver si quepo dentro de la nevera...



... pues no cabía, y menudo talegazo me he dado, porque mi nevera es de las de congelador abajo y frigorífico arriba (pero de arriba de más de un metro). Primero he puesto la pierna arriba y cuando estaba afianzada, zas, he subido la otra. Pero está claro que a la inteligencia le pierde la confianza, porque no contaba con la escarcha y me he resbalado (hacia atrás). Como me caía me he agarrado a lo primero que tenía a mano: la puerta de la nevera. Cuando estaba en el suelo como la cucaracha de Kafka se me ha caído la nevera encima producto de la inercia (y de que la tenía agarrada), todo por el suelo, los huevos, la salsa de tomate, la leche (de soja), medio litro de mi propia sangre... vamos, lo normal cuando se te cae un electrodoméstico de ochenta kilos encima.

Después de un rato he conseguido zafarme de la nevera y he recogido todo con la escoba y un recogedor... y he pensado: huevos, tomate, leche, beicon, mantequilla, cosas rojas y amarillas irreconocibles... mañana hago espaguetti, que la salsa ya la tengo. ¿Qué pasa? ¿por qué hacéis esa cara? Soy un hombre soltero, soy capaz de pasar una semana con cinco euros para comer, para gastármelo todo en cervezas el viernes.
... y en aspirinas para el sábado y el domingo, que uno tiene una edad.

Vale, lo he tirado todo a la basura. Lo cierto es que me estoy mareando. No sé si es por el calor o por la herida abierta de cuarenta centímetros que me ha hecho la nevera al caer y por donde pierdo abundante sangre. ¿Cuánto es abundante? ¿un chorrioncillo o una catarata como el Niágara? Tengo que reponer líquidos cuanto antes. A ver qué tengo....





Joder, la otra mitad de la botella de sidra.

miércoles, 17 de junio de 2009

La verdad en boca de borrachos y de niños


Dices que estoy mal, que vivo al borde del suicidio y yo entonces te diría "Sólo me suicidaría si supiera con certeza que no voy a volver a ver esos ojos tuyos tan limpios, en los que algunos días, según dicen, se puede ver el mar".

Dicen las malas lenguas que esta noche me he bebido media botella de sidra yo solo, que he introducido por primera vez, desde hace meses, los huevos en mi dieta nocturna (a ver, si son de primera necesidad por qué están a 2,39 € en el Eroski de la esquina). Luego Activia para ser casi Coronado (no me gusta como suena eso), e ir como un reloj manchego si es que no mienten del todo según tengo entendido, he decir en público y sin rubor que prefiero la sidra al cava y que me casaría inmediatemante (ipso facto) con una navarra, vasca, cántabra, asturiana o gaditana (también me gusta el Xerez y el Chiclanero) sin interés alguno, por supuesto, que uno es de principios, y sólo acepta casarse por amor.

Hoy he visto cara a cara a mi primer amor de parvulario. Se llamaba (creo que se sigue llamando) Montserrat Caballero. He de decir que conserva la misma expresión que a los cinco años. Le hubiese dicho algo pero confluían dos razones que me desaconsejaban tal atrevimiento: uno, ella estaba llamando a la puerta de casa de su suegra para recoger a sus niños para llevárselos a casa y disfrutar de ellos junto a su marido y dos, aún no me había plimplado la media botella de sidra.

A todo esto esta tarde... (un momento, ¿a qué duele ver escrito hesta; de por ejemplo, hesta tarde?) jo, a mi casi me deja ciego. Bueno, pues esta tarde he llamado a M... y ¿he dicho alguna vez que me encanta la voz de M...? pues sí, ¿qué iba diciendo? eso, que "hesta" tarde he llamado a M... y me ha dicho que no podíamos quedar esta (sin h, que esto es muy serio) semana. Me he puesto muy triste, porque me gusta ver a M... y escuchar su voz al mismo tiempo. Y mirarle a los ojos (y robarle lo que lleva dentro del bolso cuando se descuida). No voy a seguir hablando de M... , ha preferido una merienda a estar conmigo. Prrrrfff. ¿Qué darán en esa merienda? ¿caviar?

Bueno, ahora voy a fregar los platos o a acabar un proyecto que intentaré presentar mañana en el ayuntamiento. Las dos cosas al mismo tiempo lo veo difícil. No sé, si utilizo el ratón para sujetar el estropajo mientras froto el puntero se moverá ¿no?

D. y E. se gustan (que lo sé yo) los ví mirarse así, de reojo aunque luego se comporten como adultos. Los adultos dicen "Bueno, nos vemos de vez en cuando y vamos a cenar y al cine pero uf, cuando cumples una edad todo se vuelve más complicado". Entonces viene un tío más feo, más tonto (y más calvo) y se te lleva la mujer a la que tú hubieras arramblado contra la pared y le hubieras dicho que sueñas con ella todas las noches, que le arrancarías el vestido allí mismo si no fuera porque "te debe haber costado una pasta" y luego te pasas otros cinco años buscando a otra que ni tan sólo se le parezca a ella (buscar a alguien similar a quien no puedes ya tener es una fase que se acaba pasando). No, yo no quiero ser adulto. Yo quiero tener la absoluta certeza de que una vez has encontrado a tu Montserrat Caballero, treinta y tres años después, te arrepentirás de no haber podido evitar que cambiara de colegio, se enamorara de otro y se casara y tuviese x niños (joder, se mueven tan rápido que cualquiera los cuenta) y no puedes evitar, que se olvidara de tí.

La próxima vez me decido, la próxima vez yo voy a ser ese tipo feo, tonto y calvo que se lleva a la chica (este... no me dejo en muy buen lugar ¿verdad?). Que no, que no dudo más ya...



PS: Releyendo la entrada más que media botella de sidra parece que hayan sido tres ¿no?

Si te has reído deja un mensajito. Si piensas que cuando bebo no hay quien me aguante también.

jueves, 28 de mayo de 2009

Click, clack, clown



_ Haz click _ me dice.
_ Clack_ digo.
_ Noooooo_ me grita. Luego parece calmarse de repente y dice con cierta serenidad_ Así no.
_ Click_ digo después de un esfuerzo considerable de concentración.
_ Así está mejor_ dice_ pero deberías practicar más.
_ ¿Qué?_ pregunto.
_ Ya estamos _ dice levantando la vista hacia el cielo.