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martes, 1 de junio de 2010
Uno sabe qué va a ser de mayor
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lunes, 17 de mayo de 2010
Cerrado
¿Seguiré escribiendo? Probablemente sí pero mi intención a día de hoy es no seguir haciéndolo aquí.
¿Decepcionado con el mundo? Decepcionado. Y no me sirve aquello de que uno proyecta lo que piensa, que todo está dentro de nosotros y todo eso, que pensar que el mundo es una mierda es lo que lo convierte en una mierda. Ni hablar de eso.
Debo de valer muy poco para que siempre me pase lo mismo, debo de ser un idiota por pensar que en algún momento he tenido alguna oportunidad de que me quieran por lo que soy y no por lo que tengo.
Siempre acabo volviendo pero no sé por qué algo me dice que esta vez no va a ser así.
También estoy seguro que, tarde o temprano, nos volveremos a encontrar.
Hasta siempre.
viernes, 26 de febrero de 2010
Sueños
martes, 23 de febrero de 2010
25 años
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Me llama esta mañana. Me dice "soy Ana M..." Me quedo de piedra, le hago repetir su nombre aunque, sin reconocerle la voz, por su nombre sólo puede ser ella. Recuerdo que hace más o menos 25 años esperaba esa llamada, una llamada que nunca llegó. No llegó a ser ni siquiera un plantón. Simplemente no llegó a prometerme que me llamaría. Mi imaginación se lo llevó todo hacia un rincón, a un archivador en el lugar más oscuro que se llenó de polvo (hasta esta mañana). Fue mi primer amor platónico de la adolencencia.
Hace dos meses me la encontré en una reunión de la Unió Empresarial. Nos dimos las tarjetas. Para el día 26 de marzo se está organizando una cena de ex-alumnos y como ella tenía mi tarjeta pensó en avisarme. Esas casualidades de la vida.
Esas cenas deben ser como los reencuentros de las películas americanas, con baile de fin de curso y 25 años después. Siempre llegan cuando has empezado a perder pelo y te has pasado unos meses descuidando la dieta. Me da igual. Tengo ganas de verlos, éramos una clase de 55 niños más o menos según el curso. Me pregunto a cuántos de nosotros nos habrá parecido que la vida nos ha defraudado y a cuántos nos parecerá que es una aventura apasionante, si la vida que tienen es la que esperaban tener de niños, si alguna vez se creyeron de verdad (como yo) los cuentos de hadas.
Esta mañana he hecho balance de lo que soy, de lo que tengo. Y aunque parezca mentira, aunque suene a discurso sentimentaloide, me he pasado todos estos veinticinco años haciendo amigos, buscando la complicidad de los otros. Creo que siempre he antepuesto las relaciones humanas al resto. Quizá en los últimos años me he vuelto algo más huraño, cosas de la soledad pero si miro a mi alrededor me siento inmensamente afortunado porque mi vida se ha basado en buscar y dar amistad, cariño. A pocos les he negado eso, si lo he hecho ha sido por causas extremas. He querido y quiero, de eso podéis estar seguros.
Durante veinticinco años he amado y perdido, he ganado, he hecho estupideces, he hecho cosas que me han llenado y otras me sólo consumieron tiempo. He visto salir el sol en mares distintos y he hablado con personas de otros países: la buena gente son lo que parecen, la mala también, existe un lenguaje universal de miradas, hay sólo cuatro puntos cardinales pero millones de sitios en los que vivir, el ser humano (como dice el loquito de radio La Colifata en el anuncio de Aquarius) es extraordinario pero a veces es aberrante lo que hace con ese don. Veinticinco años no es nada pero me ha servido para hacer balance, para recordarme a qué le doy importancia.
miércoles, 17 de febrero de 2010
vídeo: Amaral - Sin ti no soy nada
Como un barco en el puerto al que ovidaron amarrar y lentamente se aleja sin rumbo, como las nubes en un día sin viento, como el copo de nieve que no cuaja, como la bombilla fundida en en letrero luminoso.
Como las farolas de un pueblo fantasma, como la verdad ante un juez corrupto, como los sueños en el alma de alguien que no puede, no sabe, no entiende por qué tenemos que dormir, como el candado que cierra una puerta que nadie ha intentado nunca abrir.
A veces olvidamos que lo esencial está hecho tanto de síes como de noes, que las balanzas no pesarían nada si no existiera el equilibrio, que todo se concreta después de sortear obstáculos a veces invisibles. A veces olvidamos que hemos nacido para amar a cualquier precio.
Sé lo poco que valgo, lo mucho que debo, lo difícil que puedo llegar a ser, lo interminable que se puede hacer mi compañía. Sé que soy quejica, que no levanto dos palmos del suelo, que no estoy hecho para sufrir, que sólo tengo dos manos y una extraña forma de describir lo que siento. A veces me gustaría no tener aristas, ser como de gomaespuma, pero no sé ser otro. Sólo sé ser yo y desear hasta la desesperación que me comprendas.
viernes, 5 de febrero de 2010
Me falta tu voz
A veces me odio a muerte por no ser quien tú quieres que sea y me ensaño tanto conmigo mismo que por la mañana me toca barrer trozos de mí mismo que, esparcidos por la casa, como los restos de un espejo, ha ido dejando la escarcha de mis sueños. Porque soñar se me hace fatigoso, se me vuelven las rodillas de mantequilla subiendo una montaña; antes soñaba con encontrarte y ahora... ahora ya no puedo soñar nada mejor, sólo me queda el miedo a perder. He perdido mil veces y mil veces me he levantado quizá porque nunca tuve miedo.
A veces me muevo por oscuros caminos, recorro las calles envuelto en niebla, sonámbulo y extranjero, dicen que alguna vez se ha visto mi sombra subido a una palmera solitaria en medio de una ciudad donde no crecen palmeras. A veces viajo centésimas de kilómetros para pasar sólo por delante de tu casa, busco en google earth y el street view el punto exacto por el que sales todas las mañanas, enfoco a tu ventana, como un vulgar psicópata. Me gusta merodearte las horas y los metros, imaginar los muebles que te envuelven, saber que no vives con otro que no soy yo, que tienes cola de pez y coletas, que no sabes decir sin pensarlo mucho antes ciertas palabras sencillas, que eres toda la cartografía que necesito para llegar a donde quiero.
Ismael Serrano me tomó la palabra...
viernes, 29 de enero de 2010
jueves, 15 de octubre de 2009
Como hace seis o siete años
Así que me he visto obligado a vivir como antes de la aparición del ADSL, es decir, con tranquilidad y paciencia. Aunque parezca una estupidez, tan sutil modificación en mi vida diaria ha desembocado en una cierta activación de mi persona. Ahora yo voy más ràpido, tengo más ganas de hacer cosas. Hace días que me conecto mucho menos pero esto ha colmado el vaso.
El doctor Medrer (alias doctor Mabuse) que me trata de mi adicción a internet, a las relaciones virutales, a los diarios digitales, a las musarañas cibernéticas y demás pobladores de la red, dice que voy por buen camino. Hoy le he pinchado las cuatro ruedas de su flamante Mercedes porque las dos horas que me da para conectarme se han reducido a una. Le he pedido de rodillas que entendiera que son 56 k de mierda. "Te basta y te sobra para responder a los emails del trabajo" ha dicho. Pobre inconsciente, mi venganza irá mucho más allá de esos insignificantes donuts de caucho vacíos bajo su coche. Mi venganza será el tiempo, y el tiempo es un inmisericorde aliado de los que no tienen nada que perder.
Perder. Extraño verbo. Si yo pierdo, otro gana. No se puede perder sin que nadie gane. Por tanto, todo es movimiento y perder o ganar sólo extremos de una gigantesca e invisible balanza en la que pesan tanto nuestras virtudes personales como el lastre de miles de antepasados y su visión del mundo que les rodeaba y que hemos heredado.
Hoy no hay foto, ni canción, sólo las palabras blancas sobre el fondo negro. Como yo, mis palabras son lo único que destacan sobre lo oscuro, muy oscuro, casi negro de mi corazón.
Sé que debo explicaciones y que nadie entiende nada. "Pero sigues escribiendo en el blog". ¿Qué puedo decir? ¿Que cuando más cerca estoy del infierno mejor me siento? Porque es así. Cuanto más abajo estoy, más me siento yo mismo, cuanto más arriba estoy, más me cuesta saber de qué material estoy hecho.
Prometo escribirte pero no me pidas que lo haga éste en lo que me he convertido. Dame la oportunidad de romper esta película que, como una segunda piel, me enfunda como si estuviese envasado al vacío. Prometo escribirte. Tú sabes que lo haré, yo sé que lo haré. Porque aunque resulte extraño, no hay un día que no piense en tí al menos durante dos horas, dos horas a las que debo vencer para recuperar el control de algo que ni yo mismo sé si quiero recuperar.
Si te sirve de consuelo, la novela avanza.
martes, 15 de septiembre de 2009
Emailssímissimos
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En primer lugar quisiera decir que mi ausencia ha sido producto de varios afortunados y desafortunados sucesos.
Desafortunados:
- Accidente (sin rotura ósea), paso por el hospital y pierna maltrecha
- Debido al accidente no puedo conducir, eso requiere de desplazamientos en medios públicos.
- A causa del accidente tomo una pastillas para el dolor que ya quisieran muchos camellos tenerlas en su catálogo.
Afortunados:
- Desplazamientos para ver a la chica de la bicicleta.
- Empieza a moverse un poco el mercado y por tanto trabajo algo más.
- Infinidad de contactos para captar más trabajo.
Prometo responder a los correos uno por uno, en especial a uno. No suelo ser de los que desaparecen así de un día para otro, aunque alguna vez, de forma inexplicable, lo haya hecho.
Son días de vértigo y movimiento. Son esos días que uno recuerda como el inicio de algo, muchos años después, cuando se mira hacia atrás.
sábado, 18 de julio de 2009
¿Qué harías?
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Llego del curso, agotado, mañana otra paliza de kilómetros y otra sesión agotadora. Reflexión para los que creen que ando enamorado.
Si te ofrecieran el amor parcial de unos días cada equis meses, si te llamaran a destiempo, si te conformaras con la idea (o la sospecha) de que piensan en tí en la distancia y aún así te alegraras por tan poco. Si lo peor que te pudiera pasar es que ella estuviera dos días sin llamarte o enviarte un mensaje porque sabes que está con su pareja oficial y sabes que si un día eso se acaba tendrá otra pareja oficial que tampoco serás tú, si esperaras y esperaras y dejaras pasar todas las oportunidades de ser feliz junto a otras con las que te levantarías por las mañanas feliz de ser tú quien se levante junto a esa mujer, si te envía tres mensajes a la semana... pero conformarte con tan poco nunca te llenó tanto... entonces ¿tú que harías?
Si cada mensaje que recibieras fuese un jeroglífico que te deja medio día sin atender al teléfono del trabajo, si no pudieras probar bocado, si fueras al gimnasio todos los días para cuando estés con ella darle tu cuerpo más firme y ni tan siquiera te mirase. Si al final, un día después de todo el tiempo pasado te dieras cuenta que dejó hace muchos días de prometerte que lo dejaría a él por tí, si a pesar de ello sigues teniendo insomnio y el insomnio lo llena ella con mil historias que tienen finales felices e infelices por igual... pero conformarte con tan poco nunca te llenó tanto... entonces ¿tú qué harías?
Pero si tuvieras la esperanza de que vinieran de lejos, para enlazarte con los brazos y la boca otros cuerpos y otros labios, si te miraran otros ojos fieros y voraces, si encontraras en su lengua el antídoto que te librase de tanto y tan dulce veneno, acaso ¿no empezarías a olvidarla?
Y parece tan fácil... y sin embargo, sólo espero que me diga "quedamos" para que pregunte "¿cuándo?" y ella diga "un día de éstos" y yo empiece a soñar. ¿Es eso malo? Si lo es, haz algo.
jueves, 16 de julio de 2009
Espera
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Cuando te espero mis manos se meten en mis bolsillos sin que yo pueda evitarlo, como si fuesen animales de madriguera. Esperarte no me cansa, me llena de minutos el día, cubre los espacios en blanco con las palabras que te diría, esperarte es, sin que me de cuenta de ello, la mejor parte de mi tiempo, la gota que colma el vaso sin derramarlo, la luciérnaga que no se apaga, el recuerdo de mi tardes de verano cuando era niño.
Esperarte es lo que espero todo el día. Aunque no vengas.
martes, 14 de julio de 2009
A lo que el deseo (o la cafeína) me empuja
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El universo se ha vuelto del revés en una espiral acrobática. Si me hubieran dicho que mi mente era capaz de crear "eso" no me lo hubiese creído. Creer, crear, ya sabes, todo, al final, está hecho del material de los sueños.
Creo, sinceramente, que uno es aquello que desea, es más, diría que uno es deseo puro, voluntad, determinación. También creo que el destino es, en realidad, hacia donde apuntamos. El destino lo elegimos nosotros un buen día y desde ese día tendemos a él. ¿Qué destino elegí? ¿Cómo era aquello de que el barco que no sabe adonde va no arriba a ningún puerto? Supongo que elegí uno. Uno que perdí de vista, como se pierde de vista la costa cuando estás en el mar y sólo ves agua por todas partes. Nunca he sido un experimentado navegante, creo más bien que soy de tierra firme.
¿Por qué he desoído a todos los que me decían que tenía un talento innato para algo concreto? ¿Por qué a mis treinta y ocho años deseo y tengo la oportunidad de empezar no de cero sin de más muchos? Creo que porque, por alguna razón que no entiendo, han confluido circunstancias y personas en mi vida que han hecho que todo desemboque en un día como hoy, un día en el que he tomado una determinación.
Es como si arrastrase un error cometido a una edad temprana y el resto de mi vida fuese una justificación de aquella decisión. También creo que si no hubiese sido por aquella presunción de infinita fortaleza que me empujó a aquello y que me ha hecho echarme a la espalda toda una responsabilidad que no era mía, no sería el hombre que soy ahora. Y no es que esté orgulloso de lo que soy; es que soy así. Y puedo aceptarme o no y en esa disyuntiva prefiero aceptarme.
Creo que era Nietzsche que decía que uno podía soportar estóicamente su destino o amar su destino. Amar el propio destino significa ser. ¿Qué importan las circunstancias si eres y eres de verdad tú? (Vale, Nietzsche acabó mal de la cabeza y murió totalmente perturbado, pero eso nos lo vamos a pasar por alto tú y yo).
Hoy he tenido uno de esos días lúcidos (me he tomado dos cafés y dos coca-colas light) y he atado cabos sueltos. En realidad todo empezó ayer.
¿Qué me queda por delante? ¿una nueva etapa? Ojalá. Lo que me queda por delante es la cristalización de un deseo que ya estaba latente en aquella decisión de mi adolescencia. Aquella decisión fue una dicotomía, elegir entre dos caminos. Hoy sé que elegí los dos y sincermente, no se puede elegir las dos opciones como no se puede ir a la derecha y a la vez a la izquierda en un cruce. Yo lo intenté. yo iba por un camino y mi deseo iba por otro.
Los que entráis en el blog participáis de mi sueño. Gracias por abrirme los ojos, de veras. Nada ha sido gratuito, cada palabra vuestra ha sido como una gota necesaria para que acabase germinando la semilla de mi deseo.
Ahora, es hora de que los sueños se hagan realidad.
jueves, 28 de mayo de 2009
El cielo
miércoles, 13 de mayo de 2009
Un sincero abrazo
(Aunque la distancia tienda a ser olvido y aunque nuestras palabras se crucen escasas y errantes)
domingo, 3 de mayo de 2009
Tierra
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Ayer por la tarde, mientras empezaba a leer "La soledad de los números primos" estalló la primavera. Al principio pensé que había sido una cañería y salí al balcón pero en la calle no había nadie. Dejé la puerta corredera abierta para que Ulises y Penélope salieran y entraran a su antojo. Imagino que, para ellos, la atmósfera del piso cerrado debe de ser como el aire queda entre un filete y la pared de su envoltorio cuando se envasa al vacío. Ulises fue más allá y me pidió que le abriera la terraza. Sé que sus verdaderas intenciones son las de pasar cuentas con el gato del vecino, es decir, aprovechar que el otro carece de uñas para ponerle firme y darle a entender que el 3º 1ª es suyo y desde ese mismo instante, el 3º 4ª también.
Que la primavera surgiese de la nada, así, sin más, y sin previo aviso (quizá si avisó pero yo estaba viendo las noticias) trastocó mis planes del sábado. Mis planes eran leer "La soledad de los números primos" en la cama, tumbado, tal y como había hecho con "Otto, el nen que va arribar amb la neu" y "Media docena de robos y un par de mentiras". Pero no pudo ser, el aire tibio entró en contacto con la poca piel que el mundo y yo compartimos y sentí el deseo irrefrenable de salir a la calle. Así que me quité el pijama y me vestí de primavera (igual que el día anterior pero con un botón más desabrochado) y bajé las escaleras. Sentí un frescor en las sienes al salir por el portal y pensé que sería mejor abrocharme la chaqueta y así lo hice, más por tapar mi cuerpo que para protegerlo de ese frescor inesperado, como si pensara que a ras del suelo haría más calor que en el balcón. Luego fui calle abajo, doblé la esquina y avancé por la recién estrenada sensación de que el mundo era un poco más acogedor. Caminé durante un buen rato, bajé la avenida Balmes y fui hasta el parc de l´estació vella. No me crucé con nadie conocido ni me fijé en los escaparates. Después de un rato me avergoncé de ser alguien tan asocial, siempre que camino solo acabo por tener una sensación de suciedad, de rechazo hacia mí mismo, y entonces siento la necesidad de salir corriendo de vuelta a casa. Mientras volvía a casa me acordé de algunos de los amigos que he perdido estos últimos meses. ¿Se fueron ellos o los alejé yo? Supongo que ambas cosas al mismo tiempo y ninguna, aunque ese sentimiento de suciedad les daba la razón, una razón sin razón, algo que ellos podían ver y que yo no, que apenas intuía. Al pensar eso me volvió la necesidad de los números primos y la cama y aceleré el paso y llegué a casa alterado.
La novela está bien, me hace sentir a gusto, me encuentro en familia junto a los personajes. He avanzado poco porque de de vez en cuando me levanto y escucho canciones en el ordenador antes de que, tarde o temprano, me corten la línea. Me gusta sentir la quietud que hay dentro de esta burbuja que me he ido fabricando y que pronto acabará por estallar. A veces me angustia y otras veces no me importa. Supongo que pienso demasiadas cosas. Por ejemplo, me pregunto si con la edad que tengo volveré a tener amigos alguna vez y me he respondido que tal vez. Decir tal vez es infinitamente mejor que decir que no, supongo.
A veces tengo la sensación de que esta calma idiota es como un paréntesis, que cuando se cierre ese espacio de tiempo sin tiempo, aparecerá aquel yo que dejé de ser hace varios años, aquel otro que era más fuerte que yo, que tenía la ilusión de convertirse en escritor, que tenía la necesidad de salir ahí fuera y mezclarse una y otra vez con almas afines.
Sé que estoy perdido. Lo estoy tanto que sólo el roce de la brisa me hace una herida en el alma. Sólo pido tiempo.
jueves, 16 de abril de 2009
La sabiduría de la niebla
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Abro casi todos los correos, siento que son botellas que el mar me trae a la orilla y cuyo mensaje, tal vez, sea el imprescindible, aquél que sustituya de una vez por todas la música de estos últimos días por otra más alegre. A veces casi es así; otras se queda la misma música.
A veces el olvido escoje rumbos que pasan cerca de aquí, pero ¿qué soy sino un coleccionista de recuerdos? ¿No hay quien atesora sellos? ¿Acaso puede haber algún sello más valioso que el recuerdo de una tarde única, con una luz extraordinaria y la tibieza de unos labios que se preguntan si abandonarse así no es claudicar? Quizá los haya, no lo sé (aunque se me haga difícil pensar en que sí los pueda haber), en cualquier caso, nunca querré que mi vida los encuentre.
Hoy he recibido una de esos mensajes. Los mensajes sencillos son los que con más facilidad rasgan mi piel (como un pergamino antiguo). Los mesajes sencillos que hablan de voces no escuchadas durante tiempo, de manos que buscan el calor de otras manos, de niños que salen a la calle, ansiosos de conocer el mundo a la vez que perdidos. A veces uno no sabe qué contestar de inmediato, se queda uno preguntándose qué hacer, si seguir en la orilla, descalzo, o tratar de cruzar el océano a nado. A veces uno se sienta y medita (y si tiene un blog escribe en el blog) a la espera de que se le ordenen los sentimientos, a que el mundo centrifugue las cosas en su sitio, a que el corazón deje de girar como una peonza en el hueco que pueden dejar ciertas palabras dichas con cierta luz (probablemente de luna). Y sé que no es de recibo soñar con las palmas de las manos abiertas pero hoy fue como si alguien invisible me dijera muy flojito al oído, mientras me agarraba una de las dos manos (concretamente la izquierda), duerme conmigo esta noche, necesito oírte la voz aunque calles.
¿Sabéis? El ser humano es eso, es el que no quiere dormir solo, el que sabe que la presencia del otro le pone a salvo del mayor de los peligros.
Decía Jiddu Khrisnamurti: "Amar no es pedir algo a cambio, ni siquiera sentir que se está dando algo; sólo un amor así puede conocer la libertad... Cuando ves una piedra afilada en un camino frecuentado por peatones descalzos, la retiras no porque te lo pidan, sino porque sientes por otro; no importa quién es y nunca no conocerás. Plantar un árbol y cuidarlo, mirar el río y disfurtar la plenitud de la tierra... para todo ello se requiere libertad; y para ser libre debes amar".
Cada vez estoy más convencido de que la educación que damos por buena, la que nos dieron y la que damos a las generaciones que llegan evitan al niño que habita en nosotros, lo desprecian porque es ignorante ¿Cómo no va a serlo si llega a un mundo con una serie de normas casi inhumanas? Cada día que pasa estoy más cerca del niño que fui... esta noche, cuando me vaya a dormir le preguntaré qué quiere ser de mayor. Y voy a aceptar su respuesta.
Gracias por esos mensajes dentro de botellas, que en lugar de surcar los mares, van digitalizados por el aire. Si alguna vez no contesto de inmediato es por que quizá me han dejado así, si saber qué decir. Pero tarde o temprano, jamás lo dudes, mis manos necesitarán buscar un modo u otro de saber que estás a mi lado. Aunque sea en medio de la madrugada.
lunes, 16 de marzo de 2009
martes, 10 de marzo de 2009
aguamar
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Hace días que no sé qué escribir. Se me van secando las palabras en los dedos, mi cuerpo se hace añicos y se esparce con el viento. Sé que no es la mejor forma de salir de esto pero mi alma me pide que lo deje, que no pertenezca a esta eternidad hecha de lugares extraños a mí. Sí, me llega la idea de que debo reinventarme, me llega susurrándome al oído palabras ya olvidadas. Me siento raro al habitar de nuevo aquellos pensamientos en los que el final era el principio y viceversa. También quería decir que hace tiempo que no sueño, que me miro en el espejo y me reconozco, que he vuelto a coger las pesas más por rabia que por hacer deporte. Cuanto más hago más rabia tengo y más ganas de hacer pesas me vienen.
Pensé que nunca volvería a escribir pensamientos así, que se habían quedado en algún lugar del pasado. El pasado ya no existe. Sólo tengo este presente. Un presente diezmado, cargado de cuentas pendientes, de serviles notas del autor a pie de página que no saber ser por sí mismas, sólo son comentarios a una trama que transcurre en otra parte, en otra historia.
Siempre me estoy reinventando, siempre acabo por establecer un primer día de algo y ese algo es, en realidad, otra página en blanco, como esa manía mía de tener decenas de libretas empezadas, de historias a medias, de relaciones en las que nunca paso del primer beso.
A veces caigo en la cuenta de que cada entrada del blog es un comienzo truncado de una historia que no necesita ser contada, que es la misma excusa citada de otra forma, que mi única verdad son los ojos que leen lo que escribo...
Y puede que siempre parezca que me estoy quejando pero es que, tengo tanto amor... a veces lloro de lo mucho que puedo querer y de lo difícil que es que me salga.
Porque el amor es como agua: si no fluye se pudre y corrompe aquello que lo contiene.
Ayúdame a abrir las compuertas.
Y sé que a veces, en un sólo beso, he dejado por completo el alma.
domingo, 22 de febrero de 2009
Aire
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Somos viento, mi niña, nadie jamás podrá atraparnos. Somos bruma, la condensación de millones de átomos de luz atrapada en miríadas de gotas de la saliva de los besos que nunca nos dimos. Somos exiliados de otros labios, huérfanos de otras manos, no tenemos destino, ligeros y perpetuos, siempre haciendo carreras sobre pieles ajenas, jugando a no ser nada ni nadie, sin saber quienes somos y sin que nos importe ese no saber ser otra cosa que remolino que levanta una falda. Y me gusta esta libertad a la que se me ha condenado porque soy igual a tí y tú eres igual a mí. Porque tú y yo somos lo mismo. Somos aire, un océano de cielo.
lunes, 16 de febrero de 2009
Decir adiós
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Hay prisiones de las que uno tiene la llave. A veces uno tiene tantas ganas de conservar a quien guarda en ellas que se empeña en hacer sufrir, cerrando los ojos, una eternidad de besos no dados y sueños de papel cebolla.
A veces es mejor abrir la jaula y liberar a quien sabes que no es feliz dentro de ella. Uno, añorará su hogar de tantos años mientras se aleja rumbo a una libertad llena de esperanzas y también de recuerdos, el otro, el que abre la puerta se arrepentirá por las noches y pensará que hizo mal dejando su soledad aún más sola.
Los dos pierden. Los dos ganan.
Diría que el amor es, entre otras cosas, poder abrir esa jaula aún a sabiendas que te vas a arrepentir. Arrepentirte de que por fin, alguien tiene la oportunidad de desplegar sus alas al viento y poder ir a donde quiera, vivir donde quiera, en otro lugar donde no existan las llaves ni las puertas, donde poder reinventar otro amor que no necesite de rejas.
No es para justificarme, lo juro. Quisiera decir en mi favor que sé que soy un ser distante, que me cuesta salir hacia afuera, que sólo ofrezco incertidumbre porque la incertidumbre es lo que siento ante el mundo. No espero que nadie lo comprenda, sólo sé que acompañarme es mucho peor que alejarse de mí.
Al principio creí que era porque no quería querer. Ahora estoy convencido de que lo que pasa es que no sé. No me refiero a las formas, me refiero a no saber sujetar ese sentimiento que nace de lo más profundo de uno. No sé, me siento como cuando voy a una tertulia literaria donde todos han leído mucho más que yo y siento que no sé de qué están hablando y pienso que qué hago yo allí. Sé que esto es una justificación en toda regla, yo creía que no. Hay gente que es disléxica para la alegría o el amor, algunos estamos tan desconectados que ya hemos perdido cualquier contacto con nosotros mismos. Sí, gente enferma, gente que viaja dando tumbos por el espacio, lejos de todo, sin rumbo, sin nada ni nadie a lo que aferrarse.
Espero y deseo que exista una cura para estas heridas. Para la del roce de tus alas al salir y para la de mi mano al abrir la puerta.