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viernes, 6 de enero de 2012

Anónimos en el aire


Nunca entenderé esas ganas de ser otra, de modificar la realidad para que sepa a como quieres que sepa, no me acostumbraré a esos cuento de sapos y princesas, a esa infraestructura creativa que vive suspendida en el aire sin la base de las nubes, siempre pensé que a esos castillos se puede acceder siempre por debajo de sus paredes debido a la inconsistencia de los pilares que los sostienen.

Supongo que, al final, siempre lo jodemos todo. Yo siempre lo hago. No soy mal tío pero casi siempre hablo más de la cuenta, siempre acabo echando en cara algo, escribo una entrada como ésta, entro al trapo a según qué provocaciones como un toro cabreado. Supongo que debería pensármelo dos veces antes de abrir la boca, de decir ya basta. Pero hoy, sinceramente, estoy triste. Triste aunque sé que, probablemente, me merezco esto y que hubiese sido mejor haber jugado mi papel de rana calladita, comiéndome los insectos de la charca hasta que me dieras el beso.

El otro día vi Pretty Woman, en un momento dado ella dice que algo así como que llegan a degradarte tanto que acabas creyéndotelo. ¿Estoy poniendo como ejemplo Pretty woman? Sí, que pasa. Pensé que, en el fondo, y por estar en sociedad, a veces acabamos interpretando el papel que nos asignan. Bueno, supongo que es un poco así, y si eres tímido y no apareces mucho en la obra, mejor que mejor, más tranquilo. Pero no. No creo que sea tan fácil como eso, eso ocurre cuando eres joven o tu autoestima no está reparada aún de la última caída.

Pretty Woman me enseñó dos cosas:

a) que si me cambio el sexo y me meto a puta en Hollywood igual pesco a un millonario que en ese momento esté en la crisis de los cuarenta y se esté replanteando dejar de ser un hijo de puta y ser bueno conmigo. Esta enseñanza no sé dónde encajarla. Intuyo que es bastante más improbable encontrar a un hijo de puta que se convierta en buena gente que cambiar de sexo para meterse a puta en Hollywood.

b) que a veces, si las cosas pueden ir a pero, irán a peor, por si acaso, mantén tus valores por encima de todo, eso es algo que nadie podrá comprar (al menos por un módico precio... es broma, no lo podrá comprar jamás).

Ahora en serio, creo que te conozco lo suficiente como para que me puedas engañar con anónimos o con nombres despistados. El blog es un blog de despecho, repetitivo, sucio, lleno de odio y de clichés (como mi novela y como yo mismo). Creo que, en todo caso, merezco la indiferencia (que dicen que no hay mayor desprecio) y no anónimos.

¿Tienes lo que quieres? ¿Por fin eres feliz? Disfrútalo. Tienes razón en eso de que debería arriesgar, pero ¿quién te dice que no lo estoy haciendo en otra parte?

Feliz día de Reyes