Hasta que apareces en la pantalla del móvil y amanece.
Me dijiste "No te enamores de mí o vas a estar jodido". Y bueno, supongo que lo debo estar. Estar jodido es lo mejor que sé hacer hasta el momento, así que una vez más no importa demasiado. No tengo miedo de cómo voy a encajar eso de que todo es una fantasía más, creo que me conozco lo suficiente como para descerrajarme un número no demasiado grande de botellas, y otras bocas, hasta que otros cuerpos lo acaben arreglando, yo a lo que tengo miedo es a que un día me dé cuenta de que no he estado viviendo por miedo.
No sabría describir con exactitud qué porcentaje de culpa tendrás en esa futura cirrosis con la que me mete miedo el médico, no creo que culpa sea la palabra exacta, tampoco creo que el médico se tome muy en serio eso de curar a nadie. Se sienta y me mira. Y eso es todo. A mí me gustaría creer que no vas a ser la gota que colme el vaso ni la chispa que prenda la hoguera, ni la estocada, ni nada de eso, yo creo más bien que vamos a ser algo así como una tormenta eléctrica que acaba en tornado. Y luego la calma, y luego a reconstruirlo todo, y "qué cabrón el Bandini ese..." y "qué zorra la muy zorra", como si ambos no supiéramos que los dos somos dos lobos de distinta manada.
Dos perros tratando de roer el mismo hueso.