sábado, 21 de noviembre de 2009

La mujer tortuga


Puedo sentirte. Estás ahí detrás, el bicho se calla como si pudiera oírte mover los ojos al seguir estas palabras. Está listo para atacar en cuanto te muevas, está dispuesto a no dejarte escapar porque ya le perteneces, como le pertenecen las cicatrices de mi cuerpo, como todas las veces que dije que era la última vez, la última gota, y después los días que le siguen hasta que vuelvo a caer.

El bicho no te quiere. El bicho te necesita. Aún no sé el porqué pero te persigue, en tensión, allá donde vas. No se burla de mí, no tiene tiempo, se levanta por la mañana y se va. Vuelve por la noche y cae rendido en el sillón a los pies de mi cama. Al día siguiente lo mismo. El bicho te estudia con detalle, toma notas, se te adelanta. Y tú haces lo de siempre sin ser ya nada lo mismo.

Ya ha llegado. Ahora debes de estar sola. Aunque tú no lo sepas he estado contigo todo el día. Todos los días desde hace días. Entre tu piel y tu ropa. Detrás de estas palabras y detrás de todas las palabras con las que te cruzas a diario.

3 comentarios:

Concha Barbero de Dompablo dijo...

¡Ay, madre qué intriga! El bicho y la dama tortuga y tú me habéis dejado en ascuas...

Falta un continuará...

(me da no sé qué dejar un abrazo tal y como está el ambiente... :-.

Casi mejor, me marcho sin hacer ruido...

Eos dijo...

as palavras aprisionam, as vezes, a mim e muitas outras como se fossem escritas por mim..de nada pelo link...

Eos dijo...

Oye, donde aprendiste português?...curiosidad, solamente