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domingo, 11 de octubre de 2015

Setas en los escaparates del otoño


   Hay capachos enormes y repletos tras el cristal de los escaparates madrileños. Luego de un verano de estallido, el otoño pasa por Madrid con el color del cobre, con la benevolencia propia de bosques y gobernantes sabios. La poesía, seta humilde, persistente y generosa, aprovecha los resquicios entre las piedras de la agitación, la tierra estercolada de las librerías, las suaves lluvias editoriales y el sol amigo de los cafés para ocupar las laderas y acariciar con sus voces los escenarios que se le ofrecen. Todo parece dispuesto para la degustación de sus variedades. Las diferentes formas de su aliño, los chef, los cocineros, añaden el aliciente de lo diverso a tanta sugerencia. A la vista, a la venta quedan las de aroma mínimo o fragante, las de potente o flaca carnosidad, las que dejan memoria, las desposeídas, aquellas que revelan, las pseudos… todas se ofrecen en los puestos de los mercados otoñales. Otra vez vigorosas. 
    
Jueves 1, la seta geminada

Raquel Lanseros y Enrique Gracia Trinidad
(Foto móvil)

Raquel y Enrique son dos poetas poderosos, largos. Por su enorme capacidad productiva por su disposición abierta hacia todas las provocaciones. Dos acertados candidatos para la propuesta de Alicia Arés, una editora sagaz que celebra el nº 50 de su colección Cuadernos del Laberinto. Tras una portada tan sugerente como confusa, Raquel y Enrique han remozado una práctica literaria: trazar surcos paralelos con poemas de ambos alrededor de temas paralelos. Algunos universales, amor, tiempo, soledad, compromiso; otros de ocasión: entorno, trascendencia... Pero el jueves 1 en el sótano blanco y diagonal del Centro de Arte Moderno lo importante eran ellos, los poetas, sus personas: transparentes, decididas, auténticas. Se presentaron recíprocamente, a la manera EGT, obviando análisis poéticos y buscándose los entresijos personales. Lo importante fue su lectura. Un decir vigoroso en Enrique, susurrante en Raquel, celestemente entonado en ambos. De Raquel Lanseros me emocionó su señero Yago Bazal se deja ver dos horas, que guarda en sí muchas de las claves de su hacer: su respeto a la palabra, lo elegante de sus elipsis, los mundos que se saben deudores de la herencia recibida, el poema como valor en sí, la emoción como aroma del argumento, la claridad que sazona. Raquel es voz principal en el hoy de la poesía española. Y entregada. De Enrique Gracia Trinidad, poeta madrileñísimo, Sic transit gloria mundi, que leyó con la furia creíble que tiene su rebeldía de trabajador a lomo. De entre todos los oficios de Enrique, el suyo es ser poeta. Alguien que observa y cuenta a los demás la cara oculta de la luna, el interior del armario. Que hace instrumento la paradoja, venablo la ironía. Enrique mira cara a cara y prefiere la palabra a los conceptos. Y más si son obtusos. Tal vez piensa que los poetas que ocultan es por que temen. Dos voces necesarias (como se decía en las crónicas de los años sesenta).
10 euros.   

Miércoles 7, la seta dialogada

Manuel Rico y Emma Rodríguez
(Foto móvil)

   Es un excelente narrador y periodista, a más de editor y magnífico cronista de paisajes, Manuel Rico presentó, miércoles 7, en el subte de La Central de Callao, su último libro de versos Los días extraños. Y lo hizo a través de una entrevista con Emma Rodríguez, una de las grandes críticas literarias de España y mantenedora de la página Lecturas Sumergidas. Esto de la entrevista, se sabe, es un recurso más propio de las presentaciones de novelas. Los narradores la aprovechan para desvelar claves de creación y trabajo. Se va imponiendo también en poesía, en donde la creación no es tan cosnciente y en donde lo habitual era, ¿es?, la lectura del poeta tras una provocación anterior. Así crece lo nuevo. Las preguntas fueron claras, esenciales, sin ánimo de segundas intenciones, diversas. Las respuestas fueron claras, esenciales, sin ánimo de segundas intenciones, repetitivas. Al aire del poemario, según pudimos comprobar después, en la lectura. Insistió Manuel Rico, insistió, en que su anterior libro, escrito en época de crisis, Fugitiva ciudad, atendía a lo colectivo y que en éste había dado prioridad a lo íntimo, al viaje interior, al huracán de la memoria, a la remembranza de los momentos que traídos al ahora nos parecen felices. Resumiendo, de la extrañeza que procura el yugo del recuerdo. Dijo que a partir de este eje se fueron forjando los textos del libro. Los hijos, su crecer, la esposa, las casas, los erizos del verano, las carreteras abandonadas, las chicas de los setenta, un viaje a Chicago, los afanes juveniles y el qué se fizieron manriqueño…  El autor defendió (de palabra y de obra) el intento del poema como emoción frente a quienes lo conciben como revelación lingüística (o como sugerencia). En el coloquio posterior, José Elgarresta apuntó a la edad como causa del camino emprendido. Javier Lostalé destacó la corporeidad en alguno de los poemas. Parece que pueden tocarse, dijo. Buen público y selecto. No se apenen los ausentes, seguro que habrá periplo de presentaciones por la geografía madrileña, como hubo con el libro anterior. Es edición de la granadina Valparaíso, de Javier Bozalongo. Cada vez más presente, más urgente.
10 euros  

Viernes 9, la seta del yo diluido

Javier Lostalé y Corredor Matheos
(Foto móvil con perdón)
   
   Sereno y contenido, certero, el texto de Javier Lostalé para introducir a uno de los grandes, a José Corredor-Matheos, poeta de manchego origen, siempre renovado, hombre de vida y habitación barcelonesa. El Ateneo servía de marco, en su ciclo Viernes de la Cacharrería, a las palabras de Lostalé  recordando las características que desde Carta a Li-Po (1975) sostienen -tiñéndola de especias orientales- la poesía de Corredor Matheos: la disolución del yo, el cuestionamiento de la propia identidad entre, por y con las cosas, el vacío como actitud biológica, la quietud, el recogimiento como manantial, el oído atento a todo lo que habla con el silencio, la atención a todo lo que sucede sin apenas suceder: el poema incluido, la paradoja del ser que busca ser en otro y al mismo tiempo la conciencia del no ser, la fusión con la Naturaleza, la confusión con la Naturaleza. Todo dicho con el recato del que sabe que nada averigua, del que sabe que describe lo manifiesto. Luego, la pureza vital, el vigor desconcertante y la alegría lectora de los 86 años de Corredor-Matheos hizo del tiempo un diamante. Leyó decidido una selección de su poesía reunida y del último Tusquets, Sin ruido, a un publico numeroso y conocedor que rememoraba en su voz unos textos que no desmentían a quien lo presentó. Leyó con presteza, con calidad de brinco, con la ilusión del que esparce. Estuvo feliz e hizo feliz a los presentes. Quiero recordar sobre todos el poema Yo soy un pez que va por el jardín, cuya circunstancia situó el poeta en el silencio ajardinado del Monasterio de Montserrat, y al que advertimos como paradigma de su modo de sentir, de una manera de ser todo y nada en los demás, de su sinceridad al disolverse en pez, en vuelo, en árbol con el agua, con el ave, con las hojas. El aplauso, tan inhabitualmente cerradísimo como prolongado, negó la cortesía, abrió las puertas a la sinceridad. Entre los que tal hicieron  creo recordar a José Cereijo, a Ángel Guinda, a Pilar Gómez Bedate, a Antonio Daganzo, a Rafael Contreras, a Fernando López Guisado, a Jesús del Real, a José Ramón Ripoll, a Aurora Auñón, a Cristóbal López de la Manzanara, a Juana Vázquez, a Juan Antonio Marín… tan cercanos en la sala. Y en el bar.   

lunes, 25 de noviembre de 2013

Dos algazaras con voluntad


Poéticas, claro. Castellano-manchegas ambas. Una voluntad de encuentro que no declina. La redacción en pleno de Mientras la luz se hizo necesaria y excepcionalmente viajera.

Una

Pilar Serrano de Menchén, Nemesio de Lara,Carmina Casala
y Juan José Guardia Polaino esperando
(Foto MCBarri)
En Miguelturra, 21 poetas de Ciudad Real (hay más, muchos más, os aseguro) acudieron al V Encuentro Oretania de Poesía convocado bajo el lema La palabra herida. Llamados por la voluntad de Luis Díaz-Cacho y de Julio Criado. Hay un libro editado para la ocasión donde han reunido poemas de conciencia social, de intención cívica, de tibias o sólidas denuncias. Música y poesía. Voces y clarinetes durante dos horas. La mala disposición del escenario, que desplazaba a los poetas lectores, ocultos para gran parte del público ¿y su excesivo número? estuvieron a punto de impedir el buen ambiente, sólo a punto. Se impusieron los poemas. Pero hubo riesgo de que estos, por aglomeración, se sofocasen. A seis euros y a fin benéfico compraban los asistentes los ejemplares de un libro bastante bien editado. Distinto y abierto en sus contenidos.
Pedro A. González Moreno
(Foto MCBarri)
Dicen los organizadores que desean continuar, lo merecen. Tal vez sea preciso reducir el número de convocados, tal vez sean precisas nuevas voces. Hubo alegría la tarde del viernes 22 en Miguelturra.
Algazara.
Helos aquí: Nicolás del Hierro, Diana Rodrigo, Eugenio Arce, Nemesio de Lara, Antonia Piqueras, Carmina Casala, Luis Díaz Cacho, Elisabeth Porrero, Francisco Caro, Isabel Villalta, Juan José Guardia Polaino, Luis García Pérez, Luis Romero de Ávila, Natividad Cepeda, Pedro A. González Moreno, Presentación Pérez González, Ramona Romero de Ávila, Manuel Muñoz, Pilar Serrano de Menchén, Ramón Aguirre y Santiago Romero de Ávila. 

Dos

Teo Serna altoparlando
(Foto MCBarri)
La otra en Cuenca, en dos mitades. Viernes y sábado. Estuvimos en la última. La llaman Poesía para Náufragos en honor al libro de Diego Jesús, Itinerario para náufragos. Ni el frío de la Iglesia de San Miguel pudo con ella. Hubo público ¿cuánto? que parecía numeroso al unirlo al endogámico.
José Corredor- Matheos
(Foto MCBarri) 
Condujeron las dos tandas de lecturas José Ángel García y Ángel Luis Luján. Sobrios a ratos. Primer turno lector para Pedro A. González Moreno, Ester Folgueral, Paco Mora y un enchufado Teo Serna. Serenidad, concepto, juego y despendole, por este orden. Teo se ayudó, para leer sus intenciones fónicas, de un altoparlante que hizo las delicias. Recreo. Diez minutos. Volvieron ateridos los fumadores. Segundo turno teñido de homenaje. Leyó inéditos José Ángel García, leyó Pilar Gómez Bedate una selección de poemas de Ángel Crespo y finalizó José Corredor-Matheos con una amplia lectura de su último tusquets, Sin ruido. Poemas esenciales de introspección provocada. Sin novedad en su dibujo: sigue el poeta en su altura, el ave en su aire. También dijeron aquí los que organizan que quieren seguir. El escenario es bello, mas distante. Hizo frío. Climático, aclaro. Aunque no fuera esa la causa única de los múltiples y afectuosos abrazos finales.
Algazara.
Laura Giordani, Fernando Nombela, César Gavela, Ricardo Virtanen, Miguel Mula, Ana Ares, Rafael Escobar, Paco Moral, Amador Palacios, Luz Pichel y Miguel Ángel Curiel (con poemas visuales) fueron lectores en la sesión del viernes.    

miércoles, 8 de septiembre de 2010

El niño y J.C. Mestre en Valdepeñas.

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Así correteaba por el patio empedrado, como si de un niño se tratara, así habló de la próxima edición de sus completas, Corredor Matheos, de 82 años, así abrazó en Valdepeñas a los amigos este barcelonés-manchego al que muchos llaman Pepe. Así lo guardaré conmigo. Domingo 5 de septiembre, cuando el sol se despide de su nunca lograda vertical.

Como si de un niño se tratase, la bondadosa paciencia de Juan Carlos Mestre ilustraba, minuciosa, las cien dedicatorias de los cien ejemplares de la antología que le solicitaron mitómanos agobiantes. Aire de santo laico, lector impecable y acordeonado de sus bienaventurados y su cavalo morto, el grupo A-7 le invitó para celebrar con él, sobre el empotro, el VXI vaso de vino noble. Ignoro si tuvo tiempo para degustarlo. Jesús Barrajón fue el apoyo confeso, material y espiritual, del poeta en su víacrucis gráfico. Lo había presentado momentos antes con precisión desacostumbrada en estas bodegas. Justeza de concepto, de tiempo y de lenguaje. Hízole heredero de Whitman y Ducasse, profeta bueno del irracionalismo y el compromiso, hombre imposible para ocultar la luz.

Julián Creis, vital y cierto, abrió un acto que cerraron las palabras desalentadas de Agustín y las del alcalde, Jesús Martín, a quien la buscada chispa no funcionó en este mediodía caluroso. Minutos antes, el niño Pepe Corredor, anunció la presencia -1400 kilómetros de automóvil- de José Luis García Herrera como ganador del premio Juan Alcaide 2010 con un “Cuaderno de Britania” que encuentra aquí buen acomodo. Bebieron Ágora Lágrima cerca de mí, aunque ocultos por una pléyade de libadoras, mis amigos Pedro A. Gonzalez Moreno, José Luis Morales, Juan Pedro García Carrasco, Cristóbal López de la Manzanara, Delfín Yeste, Vicente Martín, Tano García-Page, Nicolás del Hierro, María José Maeso, Esteban Rodríguez, Javier Torres. Noté ausencias y el vagar de Javier Lostalé. Matías Barchino, bien, bien en todo, sin mostrar agobio, como acostumbra. El inquieto Corredor Matheos, de la mano de quienes le cuidan, abandonó la fiesta, camino de Alcázar, antes que los mayores iniciaran la comida.

Superior: José Luis García Herrera y Pepe Corredor Maheos
Centro: Juan Carlos Mestre en Cavalo morto
Inferior: Jesús Barrajón, Jesús Martín, Juan Carlos Mestre
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