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martes, 24 de mayo de 2022

ARTURO TENDERO EN EL COMERCIAL

 











     Tengo cierta querencia al Café Comercial. No es secreto. Por razones históricas y de presente. En los últimos tiempos sus Lunes Literarios están siendo, no sólo por la desaparición progresiva de otros foros, sino por lo selecto de su oferta, el centro de atención poética madrileña. Subí a su primera planta ayer –lunes y 23– para escuchar al poeta Arturo Tendero. La ocasión merecía. Venía el de Chichilla con El principio del vuelo editado por la vallisoletana Páramo que sostiene Javier Campelo. Fue un acto cordial y aéreo como acostumbra a instalar en el ambiente Álvaro Hernando, ese ciclón poético que ampara y alienta a poetas y ediciones, el creador de (im)Prescindibles. Álvaro conversó con el poeta albaceteño escarbando con amabilidad tenaz en los entresijos del libro. Así supimos de que hay poemas que han descansado largo tiempo entre maderas de roble (léase cajones), poemas recuperados y refrescados para la vida nueva; también que el poeta se mueve entre las junglas de la cotidianeidad, a la que busca trascender; que no entiende la poesía como juegos de palabras de rumbo errático, sino que la busca para que encauce el discurso de la emoción, para que cada instante de felicidad, dolor o asombro pueda parecer y aparecer como único y maravilloso. Hubo un momento de confraternidad en que Álvaro logró que el poeta se definiera como “poeta doméstico” en el sentido de estar atento a las cosas que acuden a sus alrededores, lejos de quehaceres metafísicos o abstracciones. Se hizo evidente para quien esto escribe un dicho que a veces vengo repitiendo “La poesía es una posada con múltiples puertas”. Y Arturo pasa y se aloja en ella. Autor de novelas y obras de teatro, aclaró que cuando escribe prosa no escribe poesía, que son tempus vedados en sus quehaceres. Leyó a elección suya y a petición ajena.


La fotografía es de Olira Blesa, que ha tenido la gentileza de prestar.

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LA ETERNIDAD


Parece
más grande
cuando eres pequeño.
Cuando te haces
adulto,
se reduce a la nada,
pero aún
da más miedo.
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CONSULTAS


El olor de la ropa de mi padre
aún lo mantiene vivo
en el armario.
A menudo me acerco
a hacer lo que no hacía
cuando él estaba,
a consultar zozobras.
 
Oráculo sin voz,
abro el armario
y ya no me hace falta
ni saber las preguntas.
Todo está en él,
como en el bosque.
 
Y mira que mi padre
se quejaba a menudo
de no entender las cosas
cuando lo superaban.
En cambio, ahora consuela
su olor, el sinsentido
de que no esté presente.

domingo, 23 de octubre de 2016

Enredado en el tiempo de la escucha

1

Valentín Martín en Libertad 8
Fotomóvil

      Tal vez él no lo sospechara, pero era necesario. No podía retrasarse por más tiempo la oportunidad de oírse y de hacernos oír. Valentín Martín es un poeta que ha vivido sofocado por la profesión periodística, a la que se ha entregado con enorme pasión. Nunca olvidó la poesía, que, alojada en su entraña, ha ido poco a poco creciéndole hasta reventar en grito. Hasta supurarle. Incorporado al runrún de los otros a través de las redes sociales, editado en cortísimas ediciones, poco a poco sus poemas, llenos de referencias, transitados por la  enorme ductilidad de su lenguaje, empapados por la necesidad de apresar los aires y el enigma, caminadores desde una infancia sin culpa hasta el refugio de la redención, necesitaban sentirse pronunciados. Necesitábamos sentirlos oralmente levantados. Agitadores, denunciadores. Y levantados. Y sucedió al fin. Lunes, 17. En Libertad 8. Con un diseño de poesía musicada que permitió, qué acierto, incorporar a Ana Bella (voz) y José Luis Hinojosa (guitarra) para así distribuir tiempo y espacio con luz sensible. Ellos iluminaron la noche hermosa. Hermosa porque nosotros, todos, estábamos en ella. Y estuvo Valentín tenso en su primera mitad, en su primera comunión madrileña. Y estuvo Valentín espléndido en la segunda. Claro, comunicativo, sosegado, audaz. Agotó, ante la petición del público, la lectura de los poemas dispuestos. Poemas de largo aliento, demorados en su construcción, entrometidos entre la autenticidad y los vericuetos del vivir, anotadores de los desasosiegos, bebedores a bruces en los remansos de la memoria. Poemas nacidos de alguien que vive el día y su alrededor como un acervo de preocupaciones. Hizo bien, bien, leyéndose, leyéndonos.     

2

      Vino fugaz de Albacete, martes 19, Arturo Tendero a la tertulia Eduardo Alonso que mantienen Manuel Cortijo Rodríguez y Juan Pedro Carrasco en la Casa de la Mancha. Arturo es uno voz consolidada en la tierra de los Llanos, como gustan llamarse los poetas de Albacete. Tierra que vive una efervescencia poética fuera de lo común con voces valiosísimas y coetáneas de varias generaciones. Arturo pertenece a la intermedia, a la que se configuró en el grupo La Confitería. Tras la ajustada presentación de Manuel Cortijo, la lectura del poeta, bien seleccionada en el aspecto cronológico, comenzó con un poema de su primer libro Una senda de aldeas cotidianas y terminó con algunos inéditos. Es poeta pulcro, de tono suave, meditativo. Los poemas nacen de provocaciones exteriores prontamente interiorizadas, llevadas a la solución subjetiva. Por el moldeo de los poemas, por su atención paisajista, está cercano a la escuela valenciana. Los hijos y el hogar estuvieron también presentes, y –cómo no- el paso de los años por la vida. Cuestión melancólicamente tratada, sin desolación ni angustia. Poeta honesto y claro, ha visto su hacer recompensado con diferentes premios que le han permitido publicar en editoriales de referencia. Vive dijo, y muy a gusto, en el silencio de Chinchilla. Para donde escapó con prontitud acosado por la salida temprana del ave hacia los Llanos. Su lectura provocó la asistencia de Alfonso González-Calero, periodista, crítico, y sobre todo promotor que fue, es y será de la cultura en La Mancha, liberado recién de sus obligaciones laborales. Bienvenido.



 3
Eduardo Merino, Antonio Capilla, Antonio Daganzo y Antonio Pastor
Foto Nuci Bahamonde
   
   Escasas veces he escuchado leer con tanta pasión, con tanta fe en lo escrito, tan agarrado a la literalidad sin dudas de unos poemas tiempo y tiempo rumiados, amasados, resueltos. Antonio Capilla logró trasmitir al público de la Casa de Fieras la sensación de estar ante un acontecimiento, no ante una lectura más. Me impresionó. Jueves y 20. Su libro Piedra de la honda, fue presentado por Eduardo Merino con acierto y prudencia. Había indagado Merino en la obra anterior de Antonio y tildó los versos de la actual como aguerridos, como un compromiso que llama a la acción. Nada más veraz. Heredero, el autor, de una tradición familiar republicana, que deseó dejar patente, los poemas de este su último libro pretenden ser – en su mayor parte– una apelación a la conciencia, un revulsivo contra la inacción social, contra el acomodo ante las injusticias. Poemas de un tiempo en efervescencia, Antonio Capilla inyectó con su lectura extensa un vigor añadido que a nadie, ni siquiera a los más tibios, pudo dejar indiferente. Desde el convencimiento, autor y libro parecían fusionarse en su proyectada voz. No son textos escritos desde la complacencia, sino desde el riesgo del hombre que sale al balcón para gritar a todos hombres los crímenes contra el hombre que desde allí se observan. Escribir es también –y allí, en el silencio de la sala, se ponía de manifiesto como en pocas ocasiones– un necesario descargo de conciencia. Más allá de la floritura verbal, del gusto almibarado por el estilo, está la reciedumbre de la verdad sin límites que significa la presencia de la justicia entre humanos. Y la denuncia del pecado de la dormición, de los que niegan. 
Antonio Pastor Gaiteros, compuso tres canciones, bellísimas con poemas del libro, que ofreció, y Antonio Daganzo, ante la ausencia justificada del editor, puso con elegancia innata el libro de Vitruvio sobre la mesa.    

4
Viktor Gómez durante su lectura
Foto José Luis Torrego

      Poca gente, pero atenta, en Enclave. Viktor Gómez, tras presentar su libro Mediodía en Getafe (Centro José Hierro), volvía a Madrid para lo mismo. Viernes y 21. Y volverá en unos días a La Casa del Lector para presentar un nuevo título. Es hombre dedicado en Valencia y full time a la poesía. A su escritura y a mover las aguas de sus alrededores. Mediodía, el lugar de las luces y las sombras más definidas, ha sido editado en León, por Eolas, iniciando una colección –Tercer gesto– que se vende a 15 euros. Fue presentado a longitud de reloj por Patricia Esteban y por Juan Hermoso. Señalaron ambos una estructura dispersa, de fragmentos agrupados al azar. Patricia dijo que puede abrirse a leer por donde se desee, el autor asentía, que sugiere caminos para quien pretenda. Juan hizo un discurso lírico apoyado en el parafraseo de los mejores versos de Viktor. Señaló tanto la presencia de las lecturas y de las citas de poetas mujeres –Julia Castillo en referente- como la importancia del tiempo –mañana, mediodía, noche– en la intención del libro. Leyó por fin el poeta, casi una hora después. Y leyó humana y hermosamente débil. Poemas de compromiso con las gentes, con lo real, con el lenguaje, digresiones emocionales sobre el hacer poético. Libro plural en provocaciones, de poemas que tal vez antes de verse allí no se conocían demasiado. Cerró con este texto-oración:  a mí esperanza la llamo derrota   a mi derrota la llamo combate    a mi combate   lo llamo vida    a mi vida la llamo nadie  nadie somos todos    a todos os llamo    mi esperanza.