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Valentín Martín en Libertad 8
Fotomóvil |
Tal vez él no lo sospechara, pero era necesario. No podía
retrasarse por más tiempo la oportunidad de oírse y de hacernos oír. Valentín Martín es un poeta que ha
vivido sofocado por la profesión periodística, a la que se ha entregado con
enorme pasión. Nunca olvidó la poesía, que, alojada en su entraña, ha ido poco
a poco creciéndole hasta reventar en grito. Hasta supurarle. Incorporado al
runrún de los otros a través de las redes sociales, editado en cortísimas
ediciones, poco a poco sus poemas, llenos de referencias, transitados por la enorme ductilidad de su lenguaje, empapados por
la necesidad de apresar los aires y el enigma, caminadores desde una infancia
sin culpa hasta el refugio de la redención, necesitaban sentirse pronunciados.
Necesitábamos sentirlos oralmente levantados. Agitadores, denunciadores. Y
levantados. Y sucedió al fin. Lunes, 17. En Libertad 8. Con un diseño de poesía
musicada que permitió, qué acierto, incorporar a Ana Bella (voz) y José Luis
Hinojosa (guitarra) para así distribuir tiempo y espacio con luz sensible. Ellos
iluminaron la noche hermosa. Hermosa porque
nosotros, todos, estábamos en ella. Y estuvo Valentín tenso en su primera
mitad, en su primera comunión madrileña. Y estuvo Valentín espléndido en la
segunda. Claro, comunicativo, sosegado, audaz. Agotó, ante la petición del
público, la lectura de los poemas dispuestos. Poemas de largo aliento,
demorados en su construcción, entrometidos entre la autenticidad y los
vericuetos del vivir, anotadores de los desasosiegos, bebedores a bruces en los
remansos de la memoria. Poemas nacidos de alguien que vive el día y su
alrededor como un acervo de preocupaciones. Hizo bien, bien, leyéndose,
leyéndonos.
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Vino fugaz de Albacete, martes 19, Arturo
Tendero a la tertulia Eduardo Alonso
que mantienen Manuel Cortijo Rodríguez
y Juan Pedro Carrasco en la Casa de
la Mancha. Arturo es uno voz consolidada en la tierra de los Llanos, como
gustan llamarse los poetas de Albacete. Tierra que vive una efervescencia
poética fuera de lo común con voces valiosísimas y coetáneas de varias
generaciones. Arturo pertenece a la intermedia, a la que se configuró en el
grupo La Confitería. Tras la ajustada presentación de Manuel Cortijo, la
lectura del poeta, bien seleccionada en el aspecto cronológico, comenzó con un
poema de su primer libro Una
senda de aldeas cotidianas y terminó con algunos inéditos. Es poeta
pulcro, de tono suave, meditativo. Los poemas nacen de provocaciones exteriores
prontamente interiorizadas, llevadas a la solución subjetiva. Por el moldeo de
los poemas, por su atención paisajista, está cercano a la escuela valenciana.
Los hijos y el hogar estuvieron también presentes, y –cómo no- el paso de los
años por la vida. Cuestión melancólicamente tratada, sin desolación ni
angustia. Poeta honesto y claro, ha visto su hacer recompensado con diferentes
premios que le han permitido publicar en editoriales de referencia. Vive dijo,
y muy a gusto, en el silencio de Chinchilla. Para donde escapó con prontitud
acosado por la salida temprana del ave hacia los Llanos. Su lectura provocó la
asistencia de Alfonso González-Calero,
periodista, crítico, y sobre todo promotor que fue, es y será de la cultura en La Mancha,
liberado recién de sus obligaciones laborales. Bienvenido.
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Eduardo Merino, Antonio Capilla, Antonio Daganzo y Antonio Pastor
Foto Nuci Bahamonde |
Escasas veces he escuchado leer con tanta pasión, con tanta
fe en lo escrito, tan agarrado a la literalidad sin dudas de unos poemas tiempo
y tiempo rumiados, amasados, resueltos. Antonio
Capilla logró trasmitir al público de la Casa de Fieras la sensación de
estar ante un acontecimiento, no ante una lectura más. Me impresionó. Jueves y
20. Su libro Piedra de la honda, fue presentado por Eduardo Merino con acierto y prudencia. Había indagado Merino en la
obra anterior de Antonio y tildó los versos de la actual como aguerridos, como
un compromiso que llama a la acción. Nada más veraz. Heredero, el autor, de una
tradición familiar republicana, que deseó dejar patente, los poemas de este su último
libro pretenden ser – en su mayor parte– una apelación a la conciencia, un
revulsivo contra la inacción social, contra el acomodo ante las injusticias. Poemas
de un tiempo en efervescencia, Antonio Capilla inyectó con su lectura extensa un
vigor añadido que a nadie, ni siquiera a los más tibios, pudo dejar indiferente.
Desde el convencimiento, autor y libro parecían fusionarse en su proyectada voz.
No son textos escritos desde la complacencia, sino desde el riesgo del hombre que
sale al balcón para gritar a todos hombres los crímenes contra el hombre que
desde allí se observan. Escribir es también –y allí, en el silencio de la sala,
se ponía de manifiesto como en pocas ocasiones– un necesario descargo de conciencia.
Más allá de la floritura verbal, del gusto almibarado por el estilo, está la reciedumbre
de la verdad sin límites que significa la presencia de la justicia entre humanos. Y
la denuncia del pecado de la dormición, de los que niegan.
Antonio Pastor Gaiteros, compuso tres canciones, bellísimas con poemas del libro, que ofreció, y Antonio Daganzo, ante
la ausencia justificada del editor, puso con elegancia innata el libro de
Vitruvio sobre la mesa.
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Viktor Gómez durante su lectura
Foto José Luis Torrego |
Poca gente, pero atenta, en Enclave. Viktor Gómez, tras presentar su libro Mediodía en Getafe (Centro José Hierro), volvía
a Madrid para lo mismo. Viernes y 21. Y volverá en unos días a La Casa del Lector
para presentar un nuevo título. Es hombre dedicado en Valencia y full time a la
poesía. A su escritura y a mover las aguas de sus alrededores. Mediodía, el lugar de las luces y las
sombras más definidas, ha sido editado en León, por Eolas, iniciando una
colección –Tercer gesto– que se vende
a 15 euros. Fue presentado a longitud de reloj por Patricia Esteban y por Juan
Hermoso. Señalaron ambos una estructura dispersa, de fragmentos agrupados
al azar. Patricia dijo que puede abrirse a leer por donde se desee, el autor
asentía, que sugiere caminos para quien pretenda. Juan hizo un discurso lírico apoyado
en el parafraseo de los mejores versos de Viktor. Señaló tanto la presencia de
las lecturas y de las citas de poetas mujeres –Julia Castillo en referente-
como la importancia del tiempo –mañana, mediodía, noche– en la intención del
libro. Leyó por fin el poeta, casi una hora después. Y leyó humana y
hermosamente débil. Poemas de compromiso con las gentes, con lo real, con el
lenguaje, digresiones emocionales sobre el hacer poético. Libro plural en
provocaciones, de poemas que tal vez antes de verse allí no se conocían
demasiado. Cerró con este texto-oración: a mí
esperanza la llamo derrota a mi derrota la llamo combate
a mi combate lo llamo
vida a mi vida la llamo nadie nadie somos
todos a todos os llamo mi esperanza.