miércoles, 30 de octubre de 2013

Hazversos uno, Ateneo dos

Consejo de redacción en Mientras la luz. Becario y jefe.
Apagad los focos, quitad las banderitas, vamos al barro –truena el jefe– ¿qué pasa en la pradera poética?  ¿rugen ya los leones? ¿se anuncian las panteras? ¿habéis visto elefantes?
El silencio es de esparto, y rodea la mesa. Pocos entienden. O entienden demasiado.  
-– La pradera se rifa, jefe, se ven coloridos y astutos animales: gacelas de aire, ñúes entre las altas hierbas, jirafas editoras, cebras festivas… Madrid es una fiesta o casi –se atreve el becario.
-– Bien, bien, escribidlo –ordena– pero andad atentos al peligro de los que muerden o los que aplastan.
Antes de despedir, uno de los inexistentes redactores de número plantea
-– Ante la abundancia actual de pastos en recortes, los de la conciencia crítica florecen. Setenta y nueve, a diez minutos cada uno, inundarán el Ateneo este fin de semana. Y no hay plata en caja para dietas de finde.  No podremos anotar en directo sus 790 minutos de voces en grito.
El jefe es pronto, claro.
-– Así, no. No asistiremos, no quiero indigestiones auto o retroalimentadas –resuelve el mandamás– poquito a poco los iremos atendiendo, y si alguien os pregunta, remitidle a la tesis doctoral de García-Teresa. Él ya lo cuenta todo.
-– Es un libro muy gordo –cierra el becario por lo bajini– casi estoy por ir sin que se enteren, en casa tengo telas tricolores, igual las llevo
Nadie le oye. Si va, será por libre.   

Ateneo dos

Fernando Fiestas y Ana Garrido
Foto MCBarri
Hubo viernes de Ateneo. 25. A las siete y media de la tarde, Fernando Fiestas, pintor, poeta  y miembro de Verbo Azul, presentó A veces lo visible. Su primer poemario, que introducido con soltura por Ana Garrido, ha editado Poeta de Cabra, la voluntariosa editorial de José María Herranz. Dijo el editor que su diseño se basa en la mítica Poket Poets Series que editó Aullido. La poesía de Fernando Fiestas tiende al silencio, es sólida, concentrada, conceptual en la descripción de las emociones. Dijo que su obsesión es la luz, y el libro habla de diálogo con la luz recordada. También con las casas vividas. Lugares de la excitación y del refugio. Leyó algunos de los poemas, pero también invitó a otros poetas a que colaborasen en la lectura: Cristina Cocca, Ana Garrido, Isidro Sánchez Brun, Hortensia Higuero y Juanjo Alcolea entro otros. Buen libro, eso sí, todavía de poesía vigilada, por lo que oímos en el diálogo final.  

Antonio Daganzo
Foto: MCBarri
Solo un vino. Uno. Esperaba Antonio Daganzo en Los Viernes de la Cacharrería. Llegamos tarde, aunque a tiempo de los últimos escaños y de las palabras terminales de Jorge de Arco que enmarcaron al poeta. Antonio es poeta casi mediático. Y cálido. Sus lazos con Chile continúan estrechándose. La embajada andina debería pensar en sus capacidades para ayudar en la labor inmensa que comenzó Sergio Macías. Veremos. Hubo una lectura limpia, organizada, completa. Un repaso sobre la obra pasada, sobre todo desde el poema final de Mientras viva el doliente, aplaudidísimo, y que pasando por los fundamentos de Llamarse por encima de la noche reclinó en inéditos. Es un poeta potente en voz y creación, que con gestos físicos serenos y expresivo subraya los momentos álgidos en intención de los poemas. Me gustó en especial el último de ellos, en donde combina rigor constructivo con voluntad narrativa y territorios de emoción. Se lo dije mientras las cañas finales en el bar socorrido de la calle León. Davina Pazos, Aarón Garcia Peña y José Cereijo fueron testigos.


Hazversos uno
 
Enrique Valle en foto de archivo
De FB
Jaime Alejandre culpó a Enrique Gracia Trinidad de que Enrique Valle. Sí, de que Enrique Valle leyera en el ciclo Hazversidades poéticas de El Comercial. Lo dijo, lo dijo (que diría Jordi Hurtado). Mientras tanto Enrique Gracia Trinidad se abrochaba un chocolate con churros, una vez dispuesta su cámara para grabarlo todo. Subió a leer Enrique Valle. Comenzó a grabar (aquí) Gracia Trinidad. Es un buen poeta Valle. Comenzó con un poema neutral para recalar pronto en sus hits. Un señor que pasaba por la calle os manda este mensaje, es un poema famoso que trata sobre las palabras flatulentas y hueras con que se visten los que escriben versos para que estos parezcan poesía. Es un poema que Enrique Gracia, con enorme generosidad, ha ido incorporando a sus recitales. Siguió Valle con Los pájaros son gilipollas. Solo en el escenario frente a un velador, leyendo de Meningelia, el poemario que editó con Prometeo en 2013. Entrega que parece que anduvo rozando las cotas del malditismo cheli. Hay un discurso que enfrenta al individuo con la masa organizada, o viceversa. Usa el poeta el reto, la labor de zapa y la mirada resistente, como respuestas. Antes de terminar su lectura, creo que breve, con el Poema cero, advirtió que hace diez año que no escribe poesía, ni deseos que tiene, que todo lo leído viene desde esa distancia. Digamos que no parecía venir de tan lejos. Montse Cano y Ana Montojo lo oyeron cerca de donde nosotros. Carmina Casala, ya era hora, muy al lado. Eso ayudó. Hubo tiempo de felicitar a Pepe Elgarresta por su Cazzoas, por ser topten de ventas en Amazon. Él tampoco se lo cree. El neobautizado hazverso, sin halo aún, nos dijo, a este lado de la barra, que ha recuperado la tertulia del café La Manuela. Cada miércoles por la tarde, que invita, que es foro abierto y sin normas. La buena culpa fue de Enrique GT. Lo dijimos. Desde hoy esperamos nuevos descubrimientos para la próxima temporada. Son necesarios.  
(Nota: los libritos se venden a 4 euros, las cañas a 3,20. De buena calidad los dos).



lunes, 28 de octubre de 2013

Poema pórtico








Porque es verdad que sé
muy poco de las cosas,
porque son
azar los días y penúltimos

 porque deshechos
ya los mitos,
regresé de la fábula al paisaje
y una parte de mí
hizo preguntas

este reto,
esta manera
de escribir con el mismo
aceptado temor con que reciben
las aguas cada golpe de la piedra
y tras hacerlo suyo lo prolongan
lejos,
débil

hasta que a la mirada sea
aquel dolor olvido.

sábado, 26 de octubre de 2013

Francisco Caro, con ´Cuerpo, casa partida´, gana el premio Leonor de Poesía


La agencia Efe termina de publicar algo parecido a esto.

Francisco Caro, poeta y profesor de Historia, ha ganado el 32 Premio de Poesía Leonor, por su obra Cuerpo, casa partida, en la línea de lo mejor de la poesía actual, donde conjuga la altura intelectual con la cercanía de la experiencia vital, según fuentes del jurado.

Francisco Caro (1947, Piedrabuena, Ciudad Real), que ha publicado en 2013 su primera obra Salvo de ti (2006) en versión digital, tiene tras de sí una amplia trayectoria de premios y obras, entre ellos el de la Asociación de Escritores de Castilla La Mancha (2004), Juan Alcaide (2007), Ateneo Jovellanos de poesía (2008), Ciudad de Alcalá (2009) y el XXI Premio Nacional de Poesía José Hierro (2010).

El presidente de la Diputación de Soria, Antonio Pardo, ha subrayado en el fallo del jurado los 190 poemarios participantes al Premio Leonor y los 125 al Premio Gerardo Diego para autores noveles, cifras que demuestran la consolidación de ambos certámenes.

El jurado, coordinado por Santos Sanz Villanueva, ha estado formado, entre otros miembros, por el poeta y periodista Carlos Aganzo, el catedrático de Literatura Española de la Universidad de Zaragoza, José Carlos Mainer, y la escritora y periodista Emma Rodríguez.

Todos ellos han valorado el dominio del autor de una poesía reflexiva, "donde las arquitecturas externas se corresponden con la construcción de la intimidad en un diálogo sereno con el tiempo y la poética de otros creadores", según el acta.

Mainer ha destacado que la obra ganadora es una poesía rigurosa, con un vocabulario rico y preciso, "que no se deja llevar por la excesiva familiaridad".

Por su parte, la profesora de Lengua y Literatura castellana Pilar Verdú (Sevilla, 1976), ha ganado el 29 Premio Gerardo Diego para autores noveles, con su obra Asismundi, reconocida por el jurado por la capacidad de la autora para "interiorizar la naturaleza hasta acercarse con sigilo a la esencia del silencio, con un lenguaje profundamente lírico y rico en metáforas".

Los ganadores recogerán sus premios en febrero en un acto que se celebrará previsiblemente en El Burgo de Osma.

Las 315 obras han llegado al departamento de Cultura de la Diputación soriana desde quince países:Alemania, Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Estados Unidos, El Salvador, España, Francia, Italia, Méjico, Perú, Portugal y República Dominicana.

El premio Leonor de Poesía está dotado con 10.000 euros y el Gerardo Diego para Autores Noveles con 5.000, además de editar la Diputación soriana las dos obras ganadoras.

jueves, 24 de octubre de 2013

Manchegos: dos que regresan y Natividad


 Ha sucedido que en los alrededores del fin de semana, la poesía manchega, para la cual la redacción de Mientras la luz tienen órdenes taxativas de seguimiento, ha ocupado los rincones de la redacción. Tres fogonazos, tres poetas, para demostrar que sigue estando. Helos: María Alcocer (Torralba de Calatrava), Fernando José Carretero (Ciudad Real) y Natividad Cepeda (Tomelloso). Los dos primeros porque son casi resurrecciones editoriales tras casi treinta años de silencio. Componentes de la mítica antología Poesía última, que coordinó José María González Ortega, no sabemos qué acontecimientos redujeron sus voces a la senda de lo oculto. Pero han vuelto. Regresado a la tinta pública. Ahora que la tinta se nos anuncia decadente.

María Alcocer recibiendo
los parabienes de Ramón Hernández
El viernes 18, entre un mar de actos poéticos en Madrid, en el consuetudinario, para Vitruvio, evento del viernes en el Café Comercial, emergió la figura de María Alcocer. El largo camino del encuentro, todo lo dice el titulo, significa su vuelta. José María Mijangos, novelista elegido para la presentación y que advirtió de su prevención – a lo Cela- por la poesía de versos que no pegan, dijo que el libro es un ajuste de cuentas, sin venganza, con el pasado, con los olores y la infancia de un tiempo empedrado, habitado por gentes vencidas. Hay también una historia de amor rotundo y apenas esbozada. La resurrecta obra de María ha debido liberar al novelista de sus reparos porque todo le parecían versos “demoledores”. Recalcó los dos últimos: Venga la oscuridad/ si trae apalabrada tu presencia.  No le desmintió María en cuanto al germen provocador del libro, al que entiende como poema continuado. Dijo, antes de leer, que hay en él la aridez y la soledad de los tiempos que tiñeron los años de posguerra, aunque para ella, entendemos nosotros, ya desvaídos y finales. Ojos de niña voraz los que ahora se resuelven en sílabas afiladas, palabras que se clavan y surgen de la tierra, de la avaricia del agua. Leyó destiladamente, con la calmada precisión de quien nunca se hubiera ido.  



Caso parecido el de Fernando José Carretero, de quien conservamos una edición arqueológica y sugerente de su Arqueología rota y otras islas, de 1984. Aunque luego editó Interior beige con ausencia, la entrega de 2013 anuncia poemas guardados desde 1984. La eternidad de 29 años de poesía contenida, represada, en contemplación. Es el caso que termina de aparecer en la BAM Los días demorados, significativo título, en donde la decisión del silencio impuesto ha permitido al poeta un verbo al límite de lo confesional, personal y estéticamente sorprendido ante el abismo de la belleza, del amor. Y estoico ante la evidencia de la fugacidad de ambos. Mientras la luz quiere dejar aquí noticia de su regreso, tan similar y tan coincidente con el María.

Técnica Mixta de Maku Lara Cepeda
El martes 30, volvió a leer en Madrid Natividad Cepeda, poeta del lugar de La Mancha donde la poesía crece con generosidad. Natividad es orgullosamente tomellosera, donde vive. Su voz confirma lo que su ojos ya proclaman. Segunda lectura en pocos días, el día 14 lo hizo en la tertulia Tinta viva, esta vez en la Casa de Castilla-La Mancha. En las palabras posteriores dijo de su iniciación al mundo poético a través de las actividades parroquiales y del impulso que obtuvo del gran poeta Valentín Arteaga, entonces párroco en la villa, también de la enorme alegría y libertad familiar que le ha permitido contar sin tasa. Natividad es una poeta libre. Y una voz decidida a decirse y decirnos la anchura de su tierra. Leyó de su último En estas tierras altas de viñedos, en el que hace un canto a los hombres y las gentes que poblaron y labraron, que pueblan y labran Tomelloso. Al orgullo que le provocan. También de un poemario inédito Del alba al ocaso, en donde muestra un asombro prevenido por las consecuencias de la deriva actual. Esa que ha alejado al hombre del contacto con la Naturaleza y de la hermandad que suponen los otros hombres. Dijo de la necesidad de los poetas actuales por ser altavoces contra las injusticias. Natividad es poeta en la mejor tradición de la raíz cristiana. Fue presentada por Alfredo Villaverde, de la tertulia Juan Alcaide. 

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Ninguna vocación pudo explicar el silencio crujiente
cuando los hacedores de la vida
quebrantaban sus hilos
antes de flagelarse. Discretas las cortinas
nunca recordarían la terquedad sedienta
de su vocabulario. Silabas afiladas,
rezos, sermones
llagas,
registro de la ciénaga desde donde partimos
al empedrado infierno.

                                                          María Alcocer

miércoles, 16 de octubre de 2013

Vestida de ciudad. Un poema de Sagrario Hernández

Sagrario Hernández es una poeta barcelonesa nacida en Piedrabuena (Ciudad Real).. Inédita aún en papel, mantiene una activa presencia en la red. Sus poemas, elaborados desde la inquebrantable fidelidad a la línea clara, huyen de la pureza. Siempre ha querido ensuciarlos con la lluvia de los sentimientos, con la arcilla de las emociones, Construye desde lo humano hacia lo humano. Sin desesperación, pero con la rabia precisa para dotar a lo escrito de la oportuna densidad. Hay en su obra tanta nostalgia de una infancia intenta y vivida de cara a los aires y los vientos, como desazón y esperanza de los rumores urbanos que le toca vivir. Escribe a medio camino entre una vida que se va y otra que tiene el río por delante. De ella hemos querido traer este poema, este paseo por la calle de su mirada, de su ciudad.

Vestida de ciudad
paseo por los ojos y me llevo 
tres mendigos del brazo.

A esas horas en que la tarde
se suicida en cualquier plaza,
abundan las palomas 
sin patas y las putas con las medias rotas.
En las calles estrechas,
solamente flautistas sin niños encantados,
y en las avenidas
cientos o miles de caballos rugiendo
entre toses y picores de ojos
no acostumbrados al nuevo orden.

Lo asombroso son los gorriones
con visado de indiferencia
que recogen migajas aceitosas
entre las piernas de los porteadores
de ajenos sueños.

Vestida de ciudad
salgo al veneno de la calle.
Respiro hondo,
desafiando a mis pulmones
decido colaborar con el domesticador del viento,
el que hace restañar su látigo
para atraer la mirada 
de turistas a punto de emigrar
de un vaso de sangría
al caos de lo ebrio
mientras buscan
las últimas monedas en la cartera y juran
que el próximo año
dejarán sus vómitos y divisas en otra
ciudad más económica
y más acogedora,
aunque sin vistas a la mar.

Un día de estos
yo también emigraré
a un lugar donde los tigres
todavía tienen el lomo a rayas
y ofrecen los colmillos afilados.
Al lugar en donde las ciudades
ni tan siquiera han sido imaginadas
y los muertos saben morirse sin rencor,
con tiempo necesario 
para saberse muertos.

jueves, 10 de octubre de 2013

Dos distintos

1

Theodoro meditando en los Andes
(De su web oficial)
Nunca fuera caballero de laudes tan bien servido. Le sucedió al chileno y poeta Theodoro Elssaca cuando de Rumanía vino. Allí participó en el festival poético que se acostumbra. Sucedió en el Ateneo de Madrid, viernes 4, en el salón clásico de la Cacharrería. Completos sus lugares. Allí habló Miguel Losada, encomiando, allí Pablo Méndez editor atareado y complacido, allí Sergio Macías, subrayando lo subrayable, allí Ángel Guinda, autor del prólogo, corto y directo, que destacó la aversión de Elssaca por el tabaco, y allí Antonio Daganzo, ya casi chileno, que pudo discurrir, por fin, con inteligencia por la obra escrita de Theodoro.  Todo lo escuchó el araucano con calma tensa. Le llegó el turno, le llegó. Agradeció y eligió leer de pie, en pie, parte de su obra contenida en la antología Travesía del relámpago que le ha editado Vitruvio. (Siempre Vitruvio en Mientras la luz. La sospecha.) Leyó, sigamos, con ese aliento de poeta visual y antropológico que tanto cultiva, con un puntito de ambición celeste y tentación tormentosa. Leyó un fragmento del poema Rapa-Nui, otros de su guardado Viento sin Memoria, y de su aventurero El espejo humeante-Amazonas. Un silencio de caoba apresaba a los oyentes cuando inició la lectura del último texto, el que dedica a la muerte joven de su hijo: “Mientras tú respires – me dijo- viviremos los dos”. En las conversaciones que siguen, aquellas que suele vigilar la cercana calle León, nos pareció generoso y volcánico, abstemio y reparador. Los poetas Fernando Sabido y Miguel Ortega, entre otros, lo guardaron.   

2

Eduardo Merino en Libertad 8
A veces la poesía y sus caminos nos conducen a tiempos y espacios donde el sosiego desciende. Donde la lentitud, la calma y la comunión invaden. Tan solo hace falta la voz que los extiendan, su autoridad. Era la vez primera que Eduardo Merino hacía una lectura en solitario. Ocurrió en Libertad 8, miércoles 9, y tuvo la virtud que hemos indicado. Colaboró en el clima José Luis Fernández Hernán, destacando la sencillez constructiva de la poesía de Eduardo, su verdad y el toque machadiano de bondad serena que se levanta a su alrededor. Hay siempre la búsqueda del concilio, de aceptación esperanzada de la vida en sus versos. Eduardo es poeta contenido, no tanto en la producción como en su oferta, como en su puesta en escena. En 25 años, cuatro libros lo anuncian: Como un naufragio, Palacio, Poblar un mundo y Mira, del que ya hicimos mención en otro momento. De todos ellos escogió temas para su lectura. Comenzó con un espléndido poema que reúne todo aquello que hemos indicado. Dijo poemas en donde la pregunta existencial y la respuesta que hermana dialogan. Anunció que las tentaciones introspectiva que se atisban en su obra se han visto reforzadas en los poemas que aún esperan papel. De ellos ofrecemos Vuelves.Terminó con el poema que cierra Poblar el mundo, el que le acerca al aroma y al paisaje de su madre. Los poetas Ana Ares, Paco Moral, Paco García Marquina, Rafael Soler, Aurora Auñón, David Morello y Antonio Daganzo estuvieron entre los que llenaron el local.       
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Vuelves

Comes en casa ajena
te alimentas de otra luz
recorres el mapa de otro territorio
y te abrigas con el rumor de otras palabras

pero vuelves

cuando tienes la piel húmeda vuelves
vuelves cuando amanece la otra tristeza
cuando llega la lluvia gris
                                                       vuelves
a la casa techada y con paredes
de ventanas abiertas a tu vida.



viernes, 4 de octubre de 2013

Gentes en torno al fuego


No es David Morello Castell poeta de juegos. Ni florales ni líricos. No busca los arreglos ni los deslumbramientos. Ni métricos ni fónicos. Hay demasiados poetas que se dedican a adornar las calles, los salones, los escaparates. Y son necesarios. Hay ya demasiados poetas que se dedican al poetiqueo y a las felices crónicas de sociedad. Otros a la denuncia urgente. Y todos son necesarios. Tampoco es poeta de hallazgo fácil, de la ironía chocarrona, del contentar el gusto de los oyentes con alusiones a lo actual, con el guiño.  No lo tiene fácil entre sus contemporáneos. Tal vez porque es un poeta.

Tal vez porque es un poeta a la antigua usanza, de los que piensan en el hombre, de aquellos que le toman como objeto y sujeto de su preocupación. Del hombre como individuo, del hombre único y no necesariamente solo, del hombre como proyecto siempre inacabado. David Morello es poeta radical tras el tono educado de su gesto y su verso. Hay algo –mucho- del Otero existencialista, de José Luis Hidalgo, aunque tras ellos, después de ellos, haya descorrido la cortina engañosa de Dios, ese visillo que oculta con promesas la cegadora luz del dolor humano en las ventanas. Del dolor físico a veces. Y siempre del dolor que producen los otros, advertida o inadvertidamente. Los otros, esos que existen, pululan, ciegan caminos, cortan alas. Conspiran. Los otros: simplemente los hombres que rodean al hombre. Al autor sí, pero a cualquiera que desde la conciencia indemne desea ser hombre. Único y hombre. No es David Morello poeta que levante escaparates, no. Tampoco hay moraleja, ni monserga vacía, su verbo atiende sólo al fuego del existir. A lo que quema.

 Lo confirmé el pasado viernes -27 y septiembre-. Tal vez se dieran cuenta también de ello las casi 100 personas - ¡cuántas mujeres, cuántas!- que acudieron a escucharle al Comercial. Gentes en torno al fuego. Todo era evidente. En Retorno de la voz, su anterior libro, la memoria y la vida de su padre parecía centrar su preocupación, aunque dejó sospechas. Confirmé que no se trata solamente de eso, sino del padre como paradigma. Del padre como hombre ante los hombres. Requiem por un hombre cualquiera fue presentado por Manuel Lacarta, poeta de estilo y escritor queridísimo en Vitruvio, casa matriz también de David Morello. Pablo Méndez estuvo en la mesa. Leyó David con la emoción serena de quien sabe lo que lee, cuanto lee. De quien sabe que escribir duele, y que es necesario escribir lo que duele.  Leyó. Voz por sabia mano manejada. Perfecta en la intención. Demorada y cortante. Subrayadora. Un aliento que respiraba dignidad. David, cantaor abrazado al flamenco, quiso terminar levantando el martinete que proclama uno de los poemas del libro. Melancolía de la vida que nos amarra. Yugo – dice él- del mundo florecido.  David Morello Castell es un poeta.
_____________

VIII

Me falta oxígeno 
para construir la teoría de un hombre cabal 
para ponderar con acierto el valor de las cosas 
más allá de la ardorosa sierpe 
del látigo de la emoción. 
Mientras las estadisticas tienen sus librerías 
repletas de reflexiones, los desgaciados 
vestimos las paredes con el recuerdo 
el color del tiempo vivido, 
sacamos la dignidad de los cajones 
y pisamos cuando podemos las calles 
con la desnudez y el miedo de los animales 
que han deshabitado el hombre.


martes, 1 de octubre de 2013

Sobre el mismo tablero





Si estuvieran los límites precisos, trazados con acero, 
entre belleza y vida, yo podría escribir
tersura, miel, infancia, el oro de las nubes…
sin que nada pasara,
sin que la voz doliera ni supiese.

Si estuvieran los tiempos repartidos,
separados por muros de hormigón,
podría en la mañana
extender en silencio endecasílabos,
y ordenarlos solaz, festivamente,
para imprentas y juicios de lectores

reservaría luego
las desusadas horas de la avena, de la tarde,
a la necesidad de ser piadoso
(o al menos parecérmelo).

Pero es largo este invierno y el dolor
inmenso de vivir y la armonía
de la palabra duermen
en una misma cama y enlazados,
y son muchas las gentes,  
mientras se extiende el frío, la hoz del hielo,
que solamente encuentran la nada al despertarse

por eso ocurre que
sobre el mismo tablero 
en el que me dedico a prometer poemas -éste que miran-,
no cesan los rumores de manteles
desiertos y extendidos, donde gritan calladas
de hambre las bocas, donde proclaman
su vacío los platos, estos que lleno
solamente de pétalos estériles de rosas.