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Juana Vázque y Javier Jover |
Y lo que entristece a la redacción de
Mientras la luz es
saber que
Juana Vázquez tiene el brazo roto. Y que le cuesta escribir. Se lo trizó al intentar salir,
emocionada, del Círculo de Bellas Artes, tras presentar su
Tiempo de caramelos que le editó
Calima. Poemas que cuentan una infancia no feliz, por exigida: sus padres la creían
superdotada. Pobres.
Aquí lo cuenta. La presentaron
Soledad Puértolas y
David Felipe
Arranz, que leyó un texto de
Juan Cruz. Estuvieron, en plan grupo, sus compañeros contertulios
de
Radio Intereconomía. Un alumno de Juana intervino agradeciéndole sus
enseñanzas. En fin, todo feliz, la Sala Valle Inclán llena. Por eso nos duele
lo del brazo y su forzada inactividad. La redacción sabe todo esto por feisbuc, ya que tras saludar a
Julio Santiago –que prepara una entrevista, con público y con Juana- tuvo que
abandonar por anterior compromiso adquirido con el Teatro de la Zarzuela. (Teatro,
no Palacio).
17 y miércoles.
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Rafael Soler, Antonio Daganzo y Pablo Méndez |
Y lo que alegra a la redacción de
Mientras la luz fue el lleno
–este sí disfrutado- absoluto en el Café Comercial para la presentación de
Llamarse
por encima de la noche, cuarto poemario de
Antonio Daganzo, poeta de presente y
de futuro. Está editado en Chile, por
Ril Editores y fue lanzado allá durante
el pasado agosto. Entre quienes llenaban,
Carmina Casala, Aurora Aunón, Alberto
Infante, José Luis Nieto, Raúl Nieto de la Torre, Eduardo Merino, Sebastián Galán,
Jesús Arroyo, Pepe Elgarresta, Lola de la Serna, Rafa González Serrano…
Pablo Méndez
habló desde la fraternidad,
Rafael Soler desde el rigor del análisis.
(Aquí) En el
centro de ambos Antonio Daganzo. Compromiso, orgullo y humildad en el poeta,
que defiende su obra con una dicción interpretativa e impecable. Causó impresión
la lectura de los poemas que componen el apartado
Vuelo en la noche; para este blogero, núcleo
central de la metáfora continuada -viaje
hacia el encuentro- que sostiene el libro.
Carolina Paz Barreira lo sabe.
18 y
jueves. Hubo final prolongado, con
Fernando, Rafa, Alberto, Carmen, Carmen y
Lucía. Fernando sabe como hacer vivir un lugar como el Comercial. Y lo merece.
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Manuel Laespada Vizcaíno |
Si hay poetas de honrada lluvia y calma, Manuel Laespada
Vizcaíno es uno de ellos. Vive en Manzanares (Ciudad Real) y estuvo leyendo, 16
y martes, en la Casa de La Mancha. Con el infortunio de la ausencia de Manolo
Cortijo, su anfitrión. Leyó franciscanamente una veintena de poemas mientras la
luz se aquietaba. Hay veces en que la poesía es lluvia imperceptible. Y nos
ahonda. Manuel Laespada lo consiguió. La verdad es que deberían venir más
poetas manchegos a esta tertulia. A Mientras la luz le gustaría que lo hiciera
otro albaceteño Rubén Martín Díaz para presentar el próximo libro-visor El
mirador de piedra. Rubén es dueño de una poesía de claridades.
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Zhivka Baltadzhieva |
Dicen que
Miguel Ángel de Rus es experto en
misoginia, cuyas perlas recoge. Algunas de ellas soltó en la presentación de
Enésima
hoja. Provocador o no, algunas mujeres entendieron, otras contestaron y/o se
fueron. Yo lo hice con la primera que enprendió la huida.
Ana Montojo, que declara haberse quedado, lo
cuenta con justeza en
El humo ciega mis ojos, su blog. El libro es una antología poética de mujeres que
publica
Cuadernos del Laberinto. Y las hay buenísimas, la murciana
Virgina Cantó
p.e. La huida me llevó hasta Libertad8 a tiempo de embarcar en el periplo odiseico
que tripula
Alfredo Piquer. Cuatro leyeron poemas. En esta ocasión el blogero se
dejó arrastrar por algunos elegíacos de
Aureliano Cañadas y por varios látigo de
la búlgara
Zhivka Baltadzhieva, contemporánea.
19 y viernes. Fin de la semana. Mañana es sábado y es posible que los poetas callen.
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Poema X
Se quiebra el aire negro
porque una vez que será siempre busqué el sol.
Y ahora al cabo qué júbilo,
la gloria del hallazgo entre las nubes
y suave piel por llama.
El día que despunta
quizás se vista aún con el lenguaje de la tierra.
Pero tú y yo sabemos,
mi fe amada,
que el lenguaje del árbol ha crecido,
que somos sus humildes temerarios.
Pues me he llamado por encima de la noche,
yo digo cordillera
y ahora te nombro palabra de futuro.
Antonio Daganzo (De Llamarse por encima de la noche)
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Te recuerdo padre-madre…
Os acuné tanto…
Y erais tan pequeñines en mis nueve diez once años
que me acostumbré a llevaros sobre la espalda.
Luego vino la vida.
Y me dijo que era al revés que debíais de acunarme vosotros.
Pero mi pequeño cuerpo estaba tan acostumbrado…
Y además vosotros estabais rotos por
los disparos de la guerra:
Que si un hombro de menos,
que si una mano,
que si una pierna…
Luego os robaron las sonrisas,
todas las caricias de caramelo,
el amor de los geranios,
la suavidad de los ositos,
los besos de las películas infantiles…
Yo que sé cuántas cosas más.
Según la gente del pueblo,
mi pueblo pequeñito y quieto,
iban camiones a por ellas
y salían repletos hasta los topes.
Si es que no teníais nada para dar.
Maldita guerra que os cogió inocentes
con coronas de rosas juveniles
y os dejó en cueros.
Juana Vázquez (De Tiempo de caramelos)