Pobre el que no tenga fe, ya que siempre estará ciego
Este segundo libro de la saga Caballo de Troya sigue justo donde lo dejó el anterior. Tras la muerte (o asesinato) de Jesús, Jasón y Eliseo vuelven a su época para estudiar todos los datos recogidos durante los días que estuvieron en el pasado. Entre las sorpresas que les deparaban y la situación tensa en el mundo actual, ambos dos se enteran que se está fraguando un nuevo salto hacia atrás, ya que sin poderlo evitar, Jasón se dejó en el pasado un micrófono que tienen que recuperar sea como sea. Y además, ya de paso, investigarán las apariciones de Jesús una vez resucitado así como intentar hablar con María e intentar recuperar temporalmente el lienzo que cubrió el cuerpo de Cristo desde su enterramiento hasta su posterior resurrección y desaparición.
Este libro es algo más corto que el anterior (llega a las 550 páginas) y la verdad, para mí es algo más lento. Tardan mucho en dar el salto, y una vez dado hay momentos mucho más lentos que otros. Y qué rabia me da que justo cuando estás llegando al final la cosa se pone mucho más interesante que durante el resto del libro, en este caso gracias a Maria y gracias a algo propuesto por Eliseo, ya que nuestros protagonistas van a pagar caro saltar en el tiempo.
Ojo con los creyentes, que aquí se pone en duda (más bien se confirman o se niegan) datos conocidos por todos que pueden chocar con la fe que algunas personas tienen en esta historia.
