La gente de la calle (que no suele ser la misma que la gente de la avenida, más acomodada, o que la gente de la plaza o la del callejón) se piensa que el político es un ser calculador y sin sensibilidad que no está interesado más que en la lucha partidista. Sin embargo cuando entrevistan a alguno y le hacen unas cuantas preguntas de buen rollito para mostrar su perfil humano (como si la ambición, la soberbia y la mentira del día a día no fueran características humanas) nunca falta la pregunta sobre el libro que se están leyendo, así que el político intenta quedar como una persona con inquietudes culturales (aunque en realidad no tenga ninguna). Como “El código Da Vinci”, “Los silencios de 'El larguero'” o “La saga de los Aznar” no impresionan positivamente al electorado siempre responden que:
1. La actividad política es muy absorbente y no deja tiempo para casi nada (bueno, para irse al palco del Bernabéu de cuando en cuando sí que da), pero ...
2. tienen en la mesa camilla una novela histórica (“El puente de Alcántara”, “Los pilares de la Tierra”, ...) o una biografía de un personaje también histórico (por ejemplo, Adenauer, Churchill o la "Beltraneja")
Que el libro mentado permanezca a lo largo de las legislaturas sobre la mesa camilla sin ser siquiera hojeado entra dentro de lo posible. Más aún, puede que la respuesta venga dada por un asesor de imagen del partido en algún memorándum (“los candidatos varones habrán de responder que se están leyendo “En busca del Unicornio” de Eslava Galán y las candidatas podrán responder si lo prefieren que se están leyendo “El alquimista”, de Claudio Coello”,por ejemplo) y que ese título nunca haya estado en la mesa camilla.
Con lo bonito que sería leerles afirmar “Pues estoy leyendo 'Todas putas' de Hernán Migoya” o “Me he llevado a la playa el 'Manual del Administrador de Gnu-Linux Debian 4.0” o “Qué arte se da escribiendo el Montero Glez ése”
Por eso uno se alegra cuando de vez en cuando le lee a un gobernante frases tan bonitas como la siguiente, que denotan una cultivada sensibilidad lírica: “El otoño será la primavera en que florezca la gestión municipal”. A este humilde bloguero o blogger o blogueador (como se diga) no le duelen prendas (de vez en cuando los zapatos le aprietan, pero lo que es las prendas no le duelen) en reconocer que se le abrieron las carnes al leer la frase. Pero qué frase más bonita, mecachis.
Un gallifante para el que adivine el municipio andaluz que tiene por alcaldesa a esta señora (o señorita: francamente, desconozco su estado marital)
Y, hablando de alcaldes, ¿soy yo o el alcalde de Sevilla, la ciudad que albergará la próxima convención del género, Alfredo Sánchez Monteseirín, se parece a Guillermo del Toro? Mucho cuidado con despistarse y pedirle un autografo (Alcaldes hay muchos, pero gente que haya dirigido “Hellboy” o “El laberinto del fauno” sólo hay uno, así que lo siento por Monteseirín, pero Guillermo del Toro mola más)
1. La actividad política es muy absorbente y no deja tiempo para casi nada (bueno, para irse al palco del Bernabéu de cuando en cuando sí que da), pero ...
2. tienen en la mesa camilla una novela histórica (“El puente de Alcántara”, “Los pilares de la Tierra”, ...) o una biografía de un personaje también histórico (por ejemplo, Adenauer, Churchill o la "Beltraneja")
Que el libro mentado permanezca a lo largo de las legislaturas sobre la mesa camilla sin ser siquiera hojeado entra dentro de lo posible. Más aún, puede que la respuesta venga dada por un asesor de imagen del partido en algún memorándum (“los candidatos varones habrán de responder que se están leyendo “En busca del Unicornio” de Eslava Galán y las candidatas podrán responder si lo prefieren que se están leyendo “El alquimista”, de Claudio Coello”,por ejemplo) y que ese título nunca haya estado en la mesa camilla.
Con lo bonito que sería leerles afirmar “Pues estoy leyendo 'Todas putas' de Hernán Migoya” o “Me he llevado a la playa el 'Manual del Administrador de Gnu-Linux Debian 4.0” o “Qué arte se da escribiendo el Montero Glez ése”
Por eso uno se alegra cuando de vez en cuando le lee a un gobernante frases tan bonitas como la siguiente, que denotan una cultivada sensibilidad lírica: “El otoño será la primavera en que florezca la gestión municipal”. A este humilde bloguero o blogger o blogueador (como se diga) no le duelen prendas (de vez en cuando los zapatos le aprietan, pero lo que es las prendas no le duelen) en reconocer que se le abrieron las carnes al leer la frase. Pero qué frase más bonita, mecachis.
Un gallifante para el que adivine el municipio andaluz que tiene por alcaldesa a esta señora (o señorita: francamente, desconozco su estado marital)
Y, hablando de alcaldes, ¿soy yo o el alcalde de Sevilla, la ciudad que albergará la próxima convención del género, Alfredo Sánchez Monteseirín, se parece a Guillermo del Toro? Mucho cuidado con despistarse y pedirle un autografo (Alcaldes hay muchos, pero gente que haya dirigido “Hellboy” o “El laberinto del fauno” sólo hay uno, así que lo siento por Monteseirín, pero Guillermo del Toro mola más)