Ha aparecido en el mercado de las empresas de consultoría editorial una nueva que otra cosa no, pero original sí se puede decir que lo es (no, aquí no publicitamos empresas de autoedición). Fernando Francino, su dueño, CEO, accionista principal o como puñetas se diga, dice que lo suyo es llamarla "startup" porque eso imprime un ethos muy particular de innovación, algo que no tienen las empresas tradicionales, tan ancladas en el "brick and mortar":
-Cierre los ojos ... ¿qué piensa usted al oir la palabra "empresario"?
- Mejor me lo callo.
- Un señor gordo y con puro, ¿a que sí?
- Más o menos. Y sacudiendo latigazos en una plantación de algodón.
- Claro. ¿Se cree usted que a mí me gusta que se me asocie con eso?
- Hombre, así, así, lo dudo.
- Por eso. Para mí hasta lo de "emprendedor" me queda como algo demodé, gagá y hasta descangayado. Yo prefiero que se piense en mí como un "dinamizador de sinergias". ¿A que ya le va gustando más?
- A mí mientras me pague el artículo que ha contratado en el blog como si quiere decir que es el torero que mató a Manolete. Sigamos, por favor.
Una iniciativa como la que propone Infulas no podía sino haber surgido en la ciudad de Granada, llena de una febril vida literaria (y, según el estudio de Amazon, también lleva de una intensísima vida lectora). Si hubiera que creer a los editores granadinos, el 24% del PIB de la ciudad puede atribuirse a su sector, afirmación de cuya veracidad nos permitimos dudar, ya que si se suma la aportación al PIB de doce sectores elegidos al azar nos acaba saliendo un 694 % del PIB que lógica económica parece tener poca.
Aunque el nombre induzca a pensar que los servicios que ofrece la startup, chiringuito o como nos pidan que llamemos a la persona jurídica creada tienen que ver con la lucha contra el tabaquismo (o, viendo los anuncios de eso llamado "vapeo"o "vapping" su disimulo por medio de esas cosas que parecen canutos de bolígrafo de colorines) en realidad están enfocados a combatir otra lacra que, si bien no resulta tan dañina para la salud, sí que es el motivo de horas, papel y dinero desperdiciados. En efecto, como ya habrán adivinado los lectores más avisados, el trabajo de Francino consiste en lidiar las ínfulas de esos escritores que, pobrecitos, escriben cosas que no van a ser publicadas. Además, como en su entorno no suele haber gente con la cabeza lo suficientemente fría el aspirante a Rothfuss no sabe que tiene la necesidad imperiosa de poner los pies en la tierra y el proceso de toma de conciencia de que esa gran obra a la que ha dedicado horas y horas en realidad es una novela del montón tirando más bien a puestos de descenso puede durar meses, años o incluso puede no darse nunca y el escritor se va a la tumba pensando equivocadamente que ha sido víctima de una injusticia.
- Igual que en empresas estadounidenses llaman a alguien para encauzar al empleado que va a ser despedido (sí, igual que George Clooney en "Up in the Air", ¿quién me iba a decir a mí que me podría parecer algún día en algo a eĺ?) numerosas editoriales recurren a mí para hacerle llegar al aspirante a escritor que ha enviado un manuscrito la idea de que debería dejar ya de dar la tabarra llamando por teléfono y buscarse un hobby que le sea más provechoso. O apuntarse a algún curso que siquiera le meta una pizca de vocabulario en su magín. O familiarizarse con el uso del corrector gramatical y el ortográfico. O leerse obras clave del género que ha decidido profanar con su proyecto de novela antes de hollar por enésima vez el sendero que trazaron. ¿He dicho "hollar"? Perdón, en realidad no quería decir más que "penetrar".
- Leon Tolstoi decía que todas las familias felices son iguales, pero que cada familia desdichada es un mundo. ¿Pasa lo mismo con los autores malos?
- Efectivamente, efectivamente. Cada escritor malo ha de ser tratado de una manera distinta, sabiendo que su psicología y su situación varía mucho: hay mucha escritora de fantasía, por ejemplo, que tiene ya en la cabeza una hexalogía a la que se le viene el mundo encima porque tenía personajes y trama como para llenar sus tardes los dos próximos lustros y que ve cómo su vida pierde todo sentido y cuyo ego ha de ser reconstruido. Yo por ejemplo recomiendo mucho actividades de albañilería porque no hay como una tarde operando un martillo neumático para olvidarse de todos esos proyectos de megasaga. Hay otros que, en cambio, sólo han escrito una novela, se han tirado un buen puñado de tardes de sábado y de domingo con ella, han vertido con calzador detalles autobiográficos y opiniones sobre la política, la sociedad y el dinero por lo general poco elaboradas y no les entra en la cabeza que eso no haya por dónde cogerlo o tenga pero que muy poco interés.
- ¿Y cómo puede ser una conversación típica de rechazo de un mal manuscrito? Es que yo mismo estaba preparando una novela y quería saber detectar las señales de que me van a decir que nones.
- Como acabo de decirle, depende de la persona. Hay personas absolutamente razonables a las que basta con decirles "¿Que qué tal tu libro? Pues que no es para tanto" para que capten la idea. En cambio hay alguno ... hay alguno que no la capta ni tirándole el manuscrito encuadernado a la cabeza. ¿Y las respuestas que me dan? Que si soy un amargado que no sabe escribir y me dedico a fastidiar a los que sí. Que si sólo a un pijo y burgués elitista como yo puede parecerle mal su ensayo (yo, que llevo veinte años votando se puede decir que hasta religiosamente a Izquierda Unida se lo hayan ganado o no). Que si yo no amo LA LITERATURA. Que si mi pobre vida sexual me lleva a rechazar SU OBRA. Que si a mí me está pagando la editorial para conseguir que rebaje su parte de las ventas. Ventas .. ¿pero qué ventas, Dios mío?
- Pero, ¿cómo llegó usted a este trabajo tan particular suyo?
- Le sorprenderá oirlo, pero yo cursé hasta 2º de Teología. Una de las cuestiones que siempre me obsesionaron era el problema del mal en el mundo. ¿Por qué hay gente que es pobre? ¿Por qué tanta violencia? Recuerdo que entraba en mi librería especializada favorita, me gastaba un dinero en novelas y fanzines (novelas y fanzines cuyos nombres, piadosamente, no pienso mencionar) y tras llegar a casa y empezar a leérmelas gritaba "¿Por qué Dios permite esto?"
Trabajar para una editorial como lector de manuscritos para sacar un dinerillo no hizo más que ahondar mi angustia unamuniana y acabé pasándome a la carrera -y ésta sí que la acabé- de Filología Hispánica. Sin embargo, ahí seguían igualmente la mediocridad y la torpeza, girando hacia mí su feo rostro cada vez que me tocaba leer un proyecto de dragonada. Cuántas veces ha resonado en mi cabeza el versículo 14 de Mateo,22: "Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos". Si el mercado editorial español sólo absorbe con cuentagotas las obras de los que saben puntuar correctamente, qué no será del resto.
Una novia que tuve, que era psicoanalista de la rama lacaniana (sí, era argentina, ¿cómo lo ha adivinado?), me decía que el rechazo del manuscrito debería conllevar un proceso de sanación para restañar las heridas que deja en el alma de ese autor ilusionado. Le hice caso, me curré un máster de Psicología Clínica y aquí me tiene, con mi stand propio en la Feria del Libro de Frankfurt y preparando un "elevator pitch" en español, otro en inglés y un tercero en alemán.
-¿Qué es lo peor de este trabajo?
- Uff, lo peor son los poemarios. Yo no sé con qué cojones se presentan en la editorial tíos que han recitado dos o tres poemitas en la típica cafetería con sillones mullidos para que se les edite el típico 'Poemario de la Desazón' sin importarles lo más mínimo que no haya manera humana de recuperar lo gastado por parte de la editorial. Hombre, como no sea de los que dan clases en la Universidad y lo compren esos alumnos que quieren sacar matrícula o los que tienen miedo de ir a septiembre los números en la vida van a cuadrar.
- De todas maneras, usted habla de las editoriales "tradicionales". ¿No será que, como los autores reguleros han encontrado un coladero para publicar sus escritos como es Amazon, una profesión como la suya puede tener los días contados?
- Cierto, Amazon está cambiando el mercado. Cambia el canal de distribución, cambia el soporte físico ... pero el problema es el mismo, no se equivoque. Mi trabajo cubre una necesidad básica, que es la de decirle al autor que ya está bien de dar la tabarra con su novela y eso lo había en el Barroco, en la IIª República y lo habrá cuando seamos una Federación Galáctica que se expanda por el universo. Cada vez me llegan más familiares hartos de que el muchacho cada dos por tres les pide cuando no exige que compren su e-book y además en un plazo de tres días porque si no, no queda entre los x primeros de su categoría. Y claro, la familia, el primero lo compra. Y el segundo, también ... Pero llega un fin de semana que hay tiempo libre para leerse la novela del primo de Badajoz y qué malos ratos se pasan ... O peor aún, el muchacho le dice a la familia que piensa ganarse la vida escribiendo y ves que ya van tres años de escribir y tuitear y requetetuitear en redes sociales y que los ingresos obtenidos no dan ni para pagar el café que sirve para escribir por las noches. Y le contaré algo del crowdfunding, le voy a contar: Era una cálida tarde de junio cuando llegué a una lujosa urbanización en la que me esperaba una mujer cuyo primer recuerdo fue su tobillo izquierdo con una cadena dorada rodeándolo bajando por las escaleras. Mentiría si no dijera que el resto de ella no estaba a la altura, porque rodeando el tobillo derecho también había una cadena dorada. Es más, también había una rodeando su muñeca izquierda. Y también la derecha (otra cadena, no la misma que rodeaba la izquierda). Más aún, llevaba un vestido en lamé dorado (de estos que parece que dicen "frufrú" cuando rozan algo) compuesto como de aros que me recordó al muñeco de Michelin (si el muñeco de Michelin tuviera unas curvas demasiado peligrosas como para poder frenar en seco).
Me miró como solo puede mirar una mujer que cada vez que entra en una cafetería a por su café con leche y su croissant dice que pueden quedarse la vuelta y me espetó:
- Me han dicho que es usted el mejor.
- Así es. No le han engañado. Lo que no sé es quién ha podido decírselo porque antes que usted sólo he tenido otro cliente. Pero por si le interesa aquí tiene mi Currículum Vitae, mi carpeta con las referencias, mi certificado de compatibilidades, un llavero y un imán de nevera con el logo de la empresa ...
Me interrumpió agarrándome de las solapas de la gabardina (sí, yo también me pregunto qué hacía yo en junio con una gabardina):
- ¿No oye ese ruido? ¡Ese infernal ruido! ¡No me diga que no lo oye!
- Pues ahora que lo dice, tiene el aire acondicionado muy fuerte y se oye desde el recibidor. Aunque ahora que caigo es verdad, oigo a alguien tecleando en un ordenador como un descosido.
- ¡Eso es! ¡Será la ruina de esta familia! ¡Estoy verdaderamente desesperada! ¡Ese infernal tecleo me va a volver loca! Haría lo que fuera por parar esto
- ¿Y si se calma y vamos a una cafetería tranquila en la que me pueda poner al día?
Era el típico caso del marido que, presa de su grafomanía, desatiende sus obligaciones no sólo laborales sino hasta las maritales (en palabras de mi profesor de Religión, "hay gente a la que le da por doblar esquinas y hay gente a la que le da por chupar bombillas"). El hombre llevaba ya dos entregas de lo que planeaba que fuera una heptalogía de ciencia ficción con no sé cuántas razas, no sé cuántos planetas y no sé cuántas naves y tecnologías misteriosas ultralumínicas codiciadas por todos. Me pregunto qué tendrán la fantasía y la ciencia ficción: por ejemplo, en la novela negra raramente son tan cansinos (salvo las novelas de Stieg Larsson, al que le venía de su afición a la ciencia ficción) planeando sagas y arcos temáticos requeteestructurados y si te lees una novela del comisario Brunetti de Donna Leon, el comisario Montalbano de Camilieri o el comisario Jaritos de Markaris, te puedes saltar el orden de publicación o, si te da el punto, leértelas de delante hacia atrás, desde que el protagonista está para jubilarse y los hijos le están dando nietos hasta el día en que estrena el despacho. En lo único en lo que son un poco repetitivos es en el rango del protagonista principal, que todavía estoy esperando una novela de un portugués, por ejemplo, centrada en la telefonista de la comisaría.
El hombre había publicado ya las dos primeras novelas en Amazon (tras haberlas enviado previamente a todas las editoriales habidas y por haber sin demasiado éxito y tras rechazar las propuestas de coedición que le llegaban, generalmente pidiéndole que avanzara él una cifra rara vez inferior a mil euros) pecando de esa soberbia que lleva a pensar a los autores que ellos mismos se bastan y se sobran para maquetar y que su obra ha alcanzado por sí misma tal grado de perfección que hace innecesario que ningún corrector ponga sus pecadoras manos sobre ella. Ni que decir tiene que en el hogar familiar suas conversacoes, cuando las había, giraban única y exclusivamente sobre un tema que su mujer, lectora ocasional de bestsellers como "Los Pilares de la Tierra" o "El Ocho" ya estaba odiando profundamente y que era la propia serie de novelas en sí y la cortedad de miras de la industria editorial, incapaz de aceptar libros tan arriesgados y con argumentos tan fuera de lo común.
- ¿Y la familia? ¿Y los amigos?, le pregunté yo, viendo cómo su lengua lamía los restos de leche merengada que quedaban en su labio superior.
- Ah, para él ya no hay amigos, sólo followers para comprarle en Amazon las dos puñeteras novelas. Tiene ya aburridos a los amigos de decirles que si no le compran no llegará arriba en los rankings y de cada dos o tres días insistir e insistir con capítulos gratis, desafíos y todas esas chorradas sobre "gamificación" que debe haber leído es no sé qué e-pub. Yo ya estoy harta de decirle '¡Manolo, elige: tus novelas o yo!' y que se me quede mirando, murmure algo y ya está. ¿A usted le parece eso contestación?
La miré de arriba abajo y le dije "Doña Carlota, ... ¿puedo llamarle sólo Carlota? ... aun sin haber tenido acceso a los escritos de su marido creo que la contestación adecuada hubiese sido decirle que usted"
- Carla para usted, por favor. No se puede imaginar las portadas tan feas que ha escogido para los libros, con esos marcianos que parece que tienen trompetilla. Y va y me dice que espera que le den un premio Ignominius o algo así.
- Casos así pueden llegar a ser irrecuperables. Un aislamiento tal de la realidad puede llegar a ser un desafío irresoluble. Sepa, querida Carla, que me estoy jugando mi prestigio.
Ella cogió mis manos entre las suyas y las atrajo hacia sí y me dijo: Toda mi fe está puesta en usted. Triunfe y podrá pedirme lo que quiera.
- ¿Lo que quiera? Uff, yo puedo querer muchas cosas ...
Tirando del extremo colgante de mi corbata hacia sí hasta que mis labios quedaron a medio centímetro de los suyos, sólo pude oirle susurrar:
- Yo también puedo dar muchas cosas ...
Mientras me iba para mi casa con las dos novelas en la mano sólo podía pensar "Con una mujer así, y el gilipollas del marido escribiendo novelas". Y a medida que iba avanzando en su lectura peor concepto me formaba de ese hombre ... Oiga, que me ha venido usted a entrevistar y se va a quedar dormido ...
- Es que tengo la tensión un poco baja y a la hora de hacer la digestión ...
- ... Pues le decía que lo de ese hombre no tenía nombre. Situaciones más vistas que el tebeo, personajes de cartón piedra con reacciones de corchopán, signos de puntuación espolvoreados sin orden ni concierto, "infodumps" largos como un día sin pan (ah, el "infodump", una de las lacras ancestrales de la ciencia ficción) y genealogías que ocupan dos o tres páginas que francamente no se sabe a qué vienen ni qué interés pueden tener ... Nunca dejará de sorprenderme esa gente que espera que los demás compren SU LIBRO pero no se molesta en comprar (o al menos en sacar de la biblioteca) los libros de otros que han hollado previamente la misma senda y, visto que su nombre ha soportado el paso de los años, con un mérito medianamente suficiente como para permanecer en los estantes de las librerías a lo largo de los años.
De sólo acordarme de cuando el autor quiso animar la cosa poniendo en el camino de su protagonista, masculino y heroico (de estos que no hacen heroicidades porque les preocupe la gente sino porque son así de chulos), una agente de una potencia neutral y la cosa acabó en un polvete poco menos que acrobático me da grima. Una patochada argumental así no merece menos que la técnica de guerrilla consistente en inundar el buzón del autor con folletos con la cara de Heinlein diciendo "Has escrito un espanto Y LO SABES" y, en caso de no notar mejoría ... la aplicación del conjunto de dinámicas que llamamos "la técnica Ludovico". En realidad tampoco es para tanto y no hay que echarle colirio en los ojos al autor ni nada, aunque consiste igualmente en confrontar al autor con su propia obra en su sangrante mediocridad, pero con la música de Wagner de fondo, cosa que los fans de la espada y brujería agradecen. (Los autores de ciencia ficción, en cambio, suelen preferir la suite "Los Planetas" de Gustav Holst)
Usted se estará preguntando si el sujeto del tratamiento no sospecha que se le va a someter a una sesión así. Generalmente no. Basta con simular una petición de entrevista por parte de un blog cualquiera para que, cegado por su ego, caiga en la trampa. Una vez inmovilizado en una butaca se le leen algunos de los fragmentos más vergonzantes de su producción literaria mientras de fondo se oye música instrumental que su cónyuge, si es el caso, tarareará con frecuencia como "toma de recuerdo" para evitar que vuelva a las andadas. En el caso que le estaba contando su propia madre fue la que le leyó en voz alta las partes con mayor "fan service" de sus novelas (las más cochinotas, hablando en plata), lo que produjo en él un sonrojo que dudo se le vaya a olvidar en la vida. Si no se dispone de algún familiar cercano, siempre hay colectivos feministas encantados de prestar un servicio así.
Su mujer quedó satisfecha y yo cobré mi factura con prontitud y sin necesidad de llamar cuatro o cinco veces ni de hacer cosas extrañas con el IVA, así que todos contentos. ... Perdone, llevo ya un rato viéndole dar cabezadas. ¿Usted ha dormido poco la noche anterior, a que sí?
- Mmmf, es verdad, es verdad. No se preocupe que la granadora está funcionando perfectamente. ¿Algo más que me quiera contar? ¿Algún motivo más de queja en cuanto al sector editorial y su ... su cortedad de miras, mismamente?
- Pues mire, una cosa que me tiene a mal traer es el efecto imitación que están generando los famosos que publican un libro (que hayan llegado a escribirlo ya es arena de otro costal): ¿Con qué cara les dice uno a una familia que su niño que ha escrito el próximo Harry Potter en realidad tiene serias carencias como escritor cuando han visto el día anterior en el Carrefour que a Belén Esteban le han publicado un libro y lo cobran por veinte euros? Esta sociedad necesita una lavativa en su mismo esquema de valores. Hala, ya puede irse usted a su casa
-Cierre los ojos ... ¿qué piensa usted al oir la palabra "empresario"?
- Mejor me lo callo.
- Un señor gordo y con puro, ¿a que sí?
- Más o menos. Y sacudiendo latigazos en una plantación de algodón.
- Claro. ¿Se cree usted que a mí me gusta que se me asocie con eso?
- Hombre, así, así, lo dudo.
- Por eso. Para mí hasta lo de "emprendedor" me queda como algo demodé, gagá y hasta descangayado. Yo prefiero que se piense en mí como un "dinamizador de sinergias". ¿A que ya le va gustando más?
- A mí mientras me pague el artículo que ha contratado en el blog como si quiere decir que es el torero que mató a Manolete. Sigamos, por favor.
Una iniciativa como la que propone Infulas no podía sino haber surgido en la ciudad de Granada, llena de una febril vida literaria (y, según el estudio de Amazon, también lleva de una intensísima vida lectora). Si hubiera que creer a los editores granadinos, el 24% del PIB de la ciudad puede atribuirse a su sector, afirmación de cuya veracidad nos permitimos dudar, ya que si se suma la aportación al PIB de doce sectores elegidos al azar nos acaba saliendo un 694 % del PIB que lógica económica parece tener poca.
Aunque el nombre induzca a pensar que los servicios que ofrece la startup, chiringuito o como nos pidan que llamemos a la persona jurídica creada tienen que ver con la lucha contra el tabaquismo (o, viendo los anuncios de eso llamado "vapeo"o "vapping" su disimulo por medio de esas cosas que parecen canutos de bolígrafo de colorines) en realidad están enfocados a combatir otra lacra que, si bien no resulta tan dañina para la salud, sí que es el motivo de horas, papel y dinero desperdiciados. En efecto, como ya habrán adivinado los lectores más avisados, el trabajo de Francino consiste en lidiar las ínfulas de esos escritores que, pobrecitos, escriben cosas que no van a ser publicadas. Además, como en su entorno no suele haber gente con la cabeza lo suficientemente fría el aspirante a Rothfuss no sabe que tiene la necesidad imperiosa de poner los pies en la tierra y el proceso de toma de conciencia de que esa gran obra a la que ha dedicado horas y horas en realidad es una novela del montón tirando más bien a puestos de descenso puede durar meses, años o incluso puede no darse nunca y el escritor se va a la tumba pensando equivocadamente que ha sido víctima de una injusticia.
- Igual que en empresas estadounidenses llaman a alguien para encauzar al empleado que va a ser despedido (sí, igual que George Clooney en "Up in the Air", ¿quién me iba a decir a mí que me podría parecer algún día en algo a eĺ?) numerosas editoriales recurren a mí para hacerle llegar al aspirante a escritor que ha enviado un manuscrito la idea de que debería dejar ya de dar la tabarra llamando por teléfono y buscarse un hobby que le sea más provechoso. O apuntarse a algún curso que siquiera le meta una pizca de vocabulario en su magín. O familiarizarse con el uso del corrector gramatical y el ortográfico. O leerse obras clave del género que ha decidido profanar con su proyecto de novela antes de hollar por enésima vez el sendero que trazaron. ¿He dicho "hollar"? Perdón, en realidad no quería decir más que "penetrar".
- Leon Tolstoi decía que todas las familias felices son iguales, pero que cada familia desdichada es un mundo. ¿Pasa lo mismo con los autores malos?
- Efectivamente, efectivamente. Cada escritor malo ha de ser tratado de una manera distinta, sabiendo que su psicología y su situación varía mucho: hay mucha escritora de fantasía, por ejemplo, que tiene ya en la cabeza una hexalogía a la que se le viene el mundo encima porque tenía personajes y trama como para llenar sus tardes los dos próximos lustros y que ve cómo su vida pierde todo sentido y cuyo ego ha de ser reconstruido. Yo por ejemplo recomiendo mucho actividades de albañilería porque no hay como una tarde operando un martillo neumático para olvidarse de todos esos proyectos de megasaga. Hay otros que, en cambio, sólo han escrito una novela, se han tirado un buen puñado de tardes de sábado y de domingo con ella, han vertido con calzador detalles autobiográficos y opiniones sobre la política, la sociedad y el dinero por lo general poco elaboradas y no les entra en la cabeza que eso no haya por dónde cogerlo o tenga pero que muy poco interés.
- ¿Y cómo puede ser una conversación típica de rechazo de un mal manuscrito? Es que yo mismo estaba preparando una novela y quería saber detectar las señales de que me van a decir que nones.
- Como acabo de decirle, depende de la persona. Hay personas absolutamente razonables a las que basta con decirles "¿Que qué tal tu libro? Pues que no es para tanto" para que capten la idea. En cambio hay alguno ... hay alguno que no la capta ni tirándole el manuscrito encuadernado a la cabeza. ¿Y las respuestas que me dan? Que si soy un amargado que no sabe escribir y me dedico a fastidiar a los que sí. Que si sólo a un pijo y burgués elitista como yo puede parecerle mal su ensayo (yo, que llevo veinte años votando se puede decir que hasta religiosamente a Izquierda Unida se lo hayan ganado o no). Que si yo no amo LA LITERATURA. Que si mi pobre vida sexual me lleva a rechazar SU OBRA. Que si a mí me está pagando la editorial para conseguir que rebaje su parte de las ventas. Ventas .. ¿pero qué ventas, Dios mío?
- Pero, ¿cómo llegó usted a este trabajo tan particular suyo?
- Le sorprenderá oirlo, pero yo cursé hasta 2º de Teología. Una de las cuestiones que siempre me obsesionaron era el problema del mal en el mundo. ¿Por qué hay gente que es pobre? ¿Por qué tanta violencia? Recuerdo que entraba en mi librería especializada favorita, me gastaba un dinero en novelas y fanzines (novelas y fanzines cuyos nombres, piadosamente, no pienso mencionar) y tras llegar a casa y empezar a leérmelas gritaba "¿Por qué Dios permite esto?"
Trabajar para una editorial como lector de manuscritos para sacar un dinerillo no hizo más que ahondar mi angustia unamuniana y acabé pasándome a la carrera -y ésta sí que la acabé- de Filología Hispánica. Sin embargo, ahí seguían igualmente la mediocridad y la torpeza, girando hacia mí su feo rostro cada vez que me tocaba leer un proyecto de dragonada. Cuántas veces ha resonado en mi cabeza el versículo 14 de Mateo,22: "Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos". Si el mercado editorial español sólo absorbe con cuentagotas las obras de los que saben puntuar correctamente, qué no será del resto.
Una novia que tuve, que era psicoanalista de la rama lacaniana (sí, era argentina, ¿cómo lo ha adivinado?), me decía que el rechazo del manuscrito debería conllevar un proceso de sanación para restañar las heridas que deja en el alma de ese autor ilusionado. Le hice caso, me curré un máster de Psicología Clínica y aquí me tiene, con mi stand propio en la Feria del Libro de Frankfurt y preparando un "elevator pitch" en español, otro en inglés y un tercero en alemán.
-¿Qué es lo peor de este trabajo?
- Uff, lo peor son los poemarios. Yo no sé con qué cojones se presentan en la editorial tíos que han recitado dos o tres poemitas en la típica cafetería con sillones mullidos para que se les edite el típico 'Poemario de la Desazón' sin importarles lo más mínimo que no haya manera humana de recuperar lo gastado por parte de la editorial. Hombre, como no sea de los que dan clases en la Universidad y lo compren esos alumnos que quieren sacar matrícula o los que tienen miedo de ir a septiembre los números en la vida van a cuadrar.
- De todas maneras, usted habla de las editoriales "tradicionales". ¿No será que, como los autores reguleros han encontrado un coladero para publicar sus escritos como es Amazon, una profesión como la suya puede tener los días contados?
- Cierto, Amazon está cambiando el mercado. Cambia el canal de distribución, cambia el soporte físico ... pero el problema es el mismo, no se equivoque. Mi trabajo cubre una necesidad básica, que es la de decirle al autor que ya está bien de dar la tabarra con su novela y eso lo había en el Barroco, en la IIª República y lo habrá cuando seamos una Federación Galáctica que se expanda por el universo. Cada vez me llegan más familiares hartos de que el muchacho cada dos por tres les pide cuando no exige que compren su e-book y además en un plazo de tres días porque si no, no queda entre los x primeros de su categoría. Y claro, la familia, el primero lo compra. Y el segundo, también ... Pero llega un fin de semana que hay tiempo libre para leerse la novela del primo de Badajoz y qué malos ratos se pasan ... O peor aún, el muchacho le dice a la familia que piensa ganarse la vida escribiendo y ves que ya van tres años de escribir y tuitear y requetetuitear en redes sociales y que los ingresos obtenidos no dan ni para pagar el café que sirve para escribir por las noches. Y le contaré algo del crowdfunding, le voy a contar: Era una cálida tarde de junio cuando llegué a una lujosa urbanización en la que me esperaba una mujer cuyo primer recuerdo fue su tobillo izquierdo con una cadena dorada rodeándolo bajando por las escaleras. Mentiría si no dijera que el resto de ella no estaba a la altura, porque rodeando el tobillo derecho también había una cadena dorada. Es más, también había una rodeando su muñeca izquierda. Y también la derecha (otra cadena, no la misma que rodeaba la izquierda). Más aún, llevaba un vestido en lamé dorado (de estos que parece que dicen "frufrú" cuando rozan algo) compuesto como de aros que me recordó al muñeco de Michelin (si el muñeco de Michelin tuviera unas curvas demasiado peligrosas como para poder frenar en seco).
Me miró como solo puede mirar una mujer que cada vez que entra en una cafetería a por su café con leche y su croissant dice que pueden quedarse la vuelta y me espetó:
- Me han dicho que es usted el mejor.
- Así es. No le han engañado. Lo que no sé es quién ha podido decírselo porque antes que usted sólo he tenido otro cliente. Pero por si le interesa aquí tiene mi Currículum Vitae, mi carpeta con las referencias, mi certificado de compatibilidades, un llavero y un imán de nevera con el logo de la empresa ...
Me interrumpió agarrándome de las solapas de la gabardina (sí, yo también me pregunto qué hacía yo en junio con una gabardina):
- ¿No oye ese ruido? ¡Ese infernal ruido! ¡No me diga que no lo oye!
- Pues ahora que lo dice, tiene el aire acondicionado muy fuerte y se oye desde el recibidor. Aunque ahora que caigo es verdad, oigo a alguien tecleando en un ordenador como un descosido.
- ¡Eso es! ¡Será la ruina de esta familia! ¡Estoy verdaderamente desesperada! ¡Ese infernal tecleo me va a volver loca! Haría lo que fuera por parar esto
- ¿Y si se calma y vamos a una cafetería tranquila en la que me pueda poner al día?
Era el típico caso del marido que, presa de su grafomanía, desatiende sus obligaciones no sólo laborales sino hasta las maritales (en palabras de mi profesor de Religión, "hay gente a la que le da por doblar esquinas y hay gente a la que le da por chupar bombillas"). El hombre llevaba ya dos entregas de lo que planeaba que fuera una heptalogía de ciencia ficción con no sé cuántas razas, no sé cuántos planetas y no sé cuántas naves y tecnologías misteriosas ultralumínicas codiciadas por todos. Me pregunto qué tendrán la fantasía y la ciencia ficción: por ejemplo, en la novela negra raramente son tan cansinos (salvo las novelas de Stieg Larsson, al que le venía de su afición a la ciencia ficción) planeando sagas y arcos temáticos requeteestructurados y si te lees una novela del comisario Brunetti de Donna Leon, el comisario Montalbano de Camilieri o el comisario Jaritos de Markaris, te puedes saltar el orden de publicación o, si te da el punto, leértelas de delante hacia atrás, desde que el protagonista está para jubilarse y los hijos le están dando nietos hasta el día en que estrena el despacho. En lo único en lo que son un poco repetitivos es en el rango del protagonista principal, que todavía estoy esperando una novela de un portugués, por ejemplo, centrada en la telefonista de la comisaría.
El hombre había publicado ya las dos primeras novelas en Amazon (tras haberlas enviado previamente a todas las editoriales habidas y por haber sin demasiado éxito y tras rechazar las propuestas de coedición que le llegaban, generalmente pidiéndole que avanzara él una cifra rara vez inferior a mil euros) pecando de esa soberbia que lleva a pensar a los autores que ellos mismos se bastan y se sobran para maquetar y que su obra ha alcanzado por sí misma tal grado de perfección que hace innecesario que ningún corrector ponga sus pecadoras manos sobre ella. Ni que decir tiene que en el hogar familiar suas conversacoes, cuando las había, giraban única y exclusivamente sobre un tema que su mujer, lectora ocasional de bestsellers como "Los Pilares de la Tierra" o "El Ocho" ya estaba odiando profundamente y que era la propia serie de novelas en sí y la cortedad de miras de la industria editorial, incapaz de aceptar libros tan arriesgados y con argumentos tan fuera de lo común.
- ¿Y la familia? ¿Y los amigos?, le pregunté yo, viendo cómo su lengua lamía los restos de leche merengada que quedaban en su labio superior.
- Ah, para él ya no hay amigos, sólo followers para comprarle en Amazon las dos puñeteras novelas. Tiene ya aburridos a los amigos de decirles que si no le compran no llegará arriba en los rankings y de cada dos o tres días insistir e insistir con capítulos gratis, desafíos y todas esas chorradas sobre "gamificación" que debe haber leído es no sé qué e-pub. Yo ya estoy harta de decirle '¡Manolo, elige: tus novelas o yo!' y que se me quede mirando, murmure algo y ya está. ¿A usted le parece eso contestación?
La miré de arriba abajo y le dije "Doña Carlota, ... ¿puedo llamarle sólo Carlota? ... aun sin haber tenido acceso a los escritos de su marido creo que la contestación adecuada hubiese sido decirle que usted"
- Carla para usted, por favor. No se puede imaginar las portadas tan feas que ha escogido para los libros, con esos marcianos que parece que tienen trompetilla. Y va y me dice que espera que le den un premio Ignominius o algo así.
- Casos así pueden llegar a ser irrecuperables. Un aislamiento tal de la realidad puede llegar a ser un desafío irresoluble. Sepa, querida Carla, que me estoy jugando mi prestigio.
Ella cogió mis manos entre las suyas y las atrajo hacia sí y me dijo: Toda mi fe está puesta en usted. Triunfe y podrá pedirme lo que quiera.
- ¿Lo que quiera? Uff, yo puedo querer muchas cosas ...
Tirando del extremo colgante de mi corbata hacia sí hasta que mis labios quedaron a medio centímetro de los suyos, sólo pude oirle susurrar:
- Yo también puedo dar muchas cosas ...
Mientras me iba para mi casa con las dos novelas en la mano sólo podía pensar "Con una mujer así, y el gilipollas del marido escribiendo novelas". Y a medida que iba avanzando en su lectura peor concepto me formaba de ese hombre ... Oiga, que me ha venido usted a entrevistar y se va a quedar dormido ...
- Es que tengo la tensión un poco baja y a la hora de hacer la digestión ...
- ... Pues le decía que lo de ese hombre no tenía nombre. Situaciones más vistas que el tebeo, personajes de cartón piedra con reacciones de corchopán, signos de puntuación espolvoreados sin orden ni concierto, "infodumps" largos como un día sin pan (ah, el "infodump", una de las lacras ancestrales de la ciencia ficción) y genealogías que ocupan dos o tres páginas que francamente no se sabe a qué vienen ni qué interés pueden tener ... Nunca dejará de sorprenderme esa gente que espera que los demás compren SU LIBRO pero no se molesta en comprar (o al menos en sacar de la biblioteca) los libros de otros que han hollado previamente la misma senda y, visto que su nombre ha soportado el paso de los años, con un mérito medianamente suficiente como para permanecer en los estantes de las librerías a lo largo de los años.
De sólo acordarme de cuando el autor quiso animar la cosa poniendo en el camino de su protagonista, masculino y heroico (de estos que no hacen heroicidades porque les preocupe la gente sino porque son así de chulos), una agente de una potencia neutral y la cosa acabó en un polvete poco menos que acrobático me da grima. Una patochada argumental así no merece menos que la técnica de guerrilla consistente en inundar el buzón del autor con folletos con la cara de Heinlein diciendo "Has escrito un espanto Y LO SABES" y, en caso de no notar mejoría ... la aplicación del conjunto de dinámicas que llamamos "la técnica Ludovico". En realidad tampoco es para tanto y no hay que echarle colirio en los ojos al autor ni nada, aunque consiste igualmente en confrontar al autor con su propia obra en su sangrante mediocridad, pero con la música de Wagner de fondo, cosa que los fans de la espada y brujería agradecen. (Los autores de ciencia ficción, en cambio, suelen preferir la suite "Los Planetas" de Gustav Holst)
"Oh, no sabia que escribo tan rematadamente mal y con tantas faltas de ortografía. Disciplínenme, por favor" |
Su mujer quedó satisfecha y yo cobré mi factura con prontitud y sin necesidad de llamar cuatro o cinco veces ni de hacer cosas extrañas con el IVA, así que todos contentos. ... Perdone, llevo ya un rato viéndole dar cabezadas. ¿Usted ha dormido poco la noche anterior, a que sí?
- Mmmf, es verdad, es verdad. No se preocupe que la granadora está funcionando perfectamente. ¿Algo más que me quiera contar? ¿Algún motivo más de queja en cuanto al sector editorial y su ... su cortedad de miras, mismamente?
- Pues mire, una cosa que me tiene a mal traer es el efecto imitación que están generando los famosos que publican un libro (que hayan llegado a escribirlo ya es arena de otro costal): ¿Con qué cara les dice uno a una familia que su niño que ha escrito el próximo Harry Potter en realidad tiene serias carencias como escritor cuando han visto el día anterior en el Carrefour que a Belén Esteban le han publicado un libro y lo cobran por veinte euros? Esta sociedad necesita una lavativa en su mismo esquema de valores. Hala, ya puede irse usted a su casa