Ser presidente de la AEFCFFyT (Asociación Española de Fantasía, Terror y
otros Generos Alícuotos) supone una prueba hasta para los caracteres
más templados. Tan es así que su actual presidente José Luis del Rido
recibió en el reconocimiento médico anual indicaciones expresas por
parte del equipo médico habitual de apuntarse a clases de yoga y hacer
meditación sino quería acabar en dos años hasta las cejas de medicación. Como buen
friki que se enfrenta a algo que no entiende del todo, lo primero que
hizo fue recordar citas de películas y comics que, aparte de permitirle
hacer unas cuantas bromas sobre la "técnica Federico" de "La Naranja
Mecánica" (la novela y la película, no la selección holandesa de fútbol de los setenta liderada por Johann Cruyff), francamente no le fueron de mucha utilidad. El siguiente paso
fue acudir a la librería más cercana y allí husmear entre libros de
autoayuda y espiritualidad para acabarse llevando un buen puñado de
libros entre los que destacan "Silencio",del monje budista Thich Nhat
Hanh, "Biografía del Silencio", de Pablo D'Ors, sacerdote católico (y,
sí, nieto de Eugenio D'Ors), "Tacet: Un ensayo sobre el silencio", de Giovanni Pozzi y "¿No podíais callaros un ratito?", de Felisa Pérez, profesora de secundaria, en los que se anima al lector a intentar
deshacerse mediante la meditación de esa incesante cháchara interior a la que, por otra parte,
tanto partido le sacó James Joyce con eso del "monólogo interior".
En el libro "Silencio entre el verde" del guarda forestal (también
católico) Armando Fioresta, al que luego siguió "Las voces del
silencio", Del Rido encontró grandes alabanzas de las virtudes
terapéuticas de salir al campo y ponerse a abrazar árboles. Como Del
Rido vive en pleno centro de la ciudad, primero empezó haciendo la
prueba abrazando una farola, pero no vio que le desestresara en
absoluto, especialmente cuando la encendieron y se llenó de polillas
revoloteando alrededor. Para seguir en su proceso de fusión con el verde de menos a más se fue abrazando a un
helecho, a una planta de "maría" de un vecino fumeta y a un cactus
saguaro que había en el Jardín Botánico de su ciudad.
Un poco cansado de tener que llegar a casa y cepillar los pulgones
adheridos a su ropa, Del Rido decidió darse un "baño de bosque", una
técnica antes conocida como salir a dar una vuelta por el bosque y ahora
conocida como "shinrin-yoku", que consigue relajar la mente y el cuerpo
de sus practicantes. Del Rido cogió el coche y se fue para el río
oyendo la canción de Miguel Ríos "En el Río". Tres horas de caminata en
ese nuevo estado mental hicieron maravillas con su fatigada mente y, ya
próximo al nirvana de tanto oír los murmullos de los arroyuelos, cayó en
la cuenta de que, para un urbanita acérrimo como él, tampoco había
tanta diferencia en recorrer un bosque que, a fin de cuentas, es una
acumulación de toneladas de celulosa, y una Hispacón que, a fin de
cuentas, no deja de ser otra gran acumulación de celulosa (ya prensada y
encuadernada, con algún que otro dueño de tenderete por en medio
intentando vender porciones encoladas o con grapa de la misma).
La nueva propuesta de técnica de relajación Del Rido ha llamado la
atención del departamento de Neuropsiquiatría de la Universidad Laboral
de Shokaido (Japón), que ya ha enviado a trece científicos y a doce
enfermos mentales con electrodos en la cabeza a recorrer hispacones y
otras convenciones similares para ver si la cantidad de endorfinas que
se libera es la misma que con el baño de bosque.