Es de todos sabido (y por algunos negado) que la actividad industrial ha generado un notable incremento en los niveles de CO2 en la atmósfera que, entre otros efectos. está provocando el calentamiento global.
Todos los ciudadanos responsables piensan en cómo reducir el impacto medioambiental de sus actividades y entre ellos, como no podía ser menos, están los aficionados a la ciencia ficción.
El friki que ya bastantes historias ha visto y leído sobre colapsos medioambientales, desde Mad Max hasta Waterworld (con Kevin Costner haciendo de Namor, príncipe de los mares), decide poner su granito de arena y ya empieza a haber gente que se organiza para venir a las convenciones del género en bicicleta, a pezuña de caballo, en burro o hasta a pie, cual si del Camino de Santiago se tratara. Es el caso de un aficionado onubense que se ha venido a la última convención desde su tierra natal a la de Vigo en patineta o el de Marcelino, que les ganó una apuesta a sus dos compañeros de partidas de Munchkin y les hizo traerle en sillita de la reina desde Alcobendas hasta el último Madrid Comics.
En Convenciona, la última convención europea de organizadores de convenciones ya hubo una mesa redonda que buscaba la reflexión de los asistentes para que, una vez en sus distintas naciones, comiencen a hacer un poco más sostenibles ambientalmente sus actividades. Como dice Demetrio Cantimpalo, "¿Tienen ustedes idea de la cantidad de árboles que harían falta para compensar el CO2 que se ha vertido a la atmósfera trayéndose a GRRM?"
Para compensar el daño causado al medioambiente por sus aficiones (todos esos árboles talados y hechos papel para producir esos módulos de Dungeons and Dragons o esas novelas de Mojinotauro), el smial tolkienófilo de Alpedrete ha plantado unos cuantos árboles en una cerro incluido en su término municipal. Al principio los árboles que plantaban eran de plástico pero por suerte se incorporó al grupo un estudiante de 3º de Biología que les explicó cómo distinguir un árbol verdadero de una imitación "Made in China" y cómo el de verdad sí es capaz de absorber anhídrido carbónico. Así, poco a poco, ha ido creciendo y cobijando a otras especies animales (un abejaruco y tres mejillones cebra que han encontrado cobijo en un charco) el ya denominado "bosque de los frikis", para orgullo de sus jóvenes cuidadores.
Todos los ciudadanos responsables piensan en cómo reducir el impacto medioambiental de sus actividades y entre ellos, como no podía ser menos, están los aficionados a la ciencia ficción.
El friki que ya bastantes historias ha visto y leído sobre colapsos medioambientales, desde Mad Max hasta Waterworld (con Kevin Costner haciendo de Namor, príncipe de los mares), decide poner su granito de arena y ya empieza a haber gente que se organiza para venir a las convenciones del género en bicicleta, a pezuña de caballo, en burro o hasta a pie, cual si del Camino de Santiago se tratara. Es el caso de un aficionado onubense que se ha venido a la última convención desde su tierra natal a la de Vigo en patineta o el de Marcelino, que les ganó una apuesta a sus dos compañeros de partidas de Munchkin y les hizo traerle en sillita de la reina desde Alcobendas hasta el último Madrid Comics.
En Convenciona, la última convención europea de organizadores de convenciones ya hubo una mesa redonda que buscaba la reflexión de los asistentes para que, una vez en sus distintas naciones, comiencen a hacer un poco más sostenibles ambientalmente sus actividades. Como dice Demetrio Cantimpalo, "¿Tienen ustedes idea de la cantidad de árboles que harían falta para compensar el CO2 que se ha vertido a la atmósfera trayéndose a GRRM?"
Para compensar el daño causado al medioambiente por sus aficiones (todos esos árboles talados y hechos papel para producir esos módulos de Dungeons and Dragons o esas novelas de Mojinotauro), el smial tolkienófilo de Alpedrete ha plantado unos cuantos árboles en una cerro incluido en su término municipal. Al principio los árboles que plantaban eran de plástico pero por suerte se incorporó al grupo un estudiante de 3º de Biología que les explicó cómo distinguir un árbol verdadero de una imitación "Made in China" y cómo el de verdad sí es capaz de absorber anhídrido carbónico. Así, poco a poco, ha ido creciendo y cobijando a otras especies animales (un abejaruco y tres mejillones cebra que han encontrado cobijo en un charco) el ya denominado "bosque de los frikis", para orgullo de sus jóvenes cuidadores.