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jueves, 5 de marzo de 2015

Credo, de Felipe Garrido



El cuento corto es un cuento: un relato donde un personaje afronta un conflicto.
Una metáfora, una paradoja, un poema en prosa, una estampa, una frase ingeniosa, un chiste, los géneros aledaños comparten el gusto por lo breve, pero no son cuentos. Dos greguerías de Gómez de la Serna:
La luna necesita gatos.
Los ojos sin tiempo de las estatuas.
Otra greguería, con personajes y conflicto, un cuento:
Enceraba el piso con esmero, a ver si resbalaba la patrona.
No tengo nada contra las metáforas, las paradojas, los poemas en prosa, las estampas, las frases ingeniosas, los chistes, los géneros aledaños; señalo que no son cuentos. Yo he procurado cultivar el cuento corto.
En un cuento corto toda palabra que pueda sobrar, sobra.
En un cuento corto, más claramente que en ningún otro género, el lector es cómplice. De otro modo no podría apreciar relatos como «La Venus de Milo», de Salvador Novo:
¿Qué cómo, en fin, tenía yo los brazos? Verá usted: yo vivía en una casa de dos piezas. En una me vestía y me desnudaba. Y siempre ha habido curiosos que se interesan en ver. Ahora me quieren ver los brazos. Entonces querían verme lo que usted ve. Y yo, en ese momento, trataba de cerrar la ventana.
O «Lot», de Olga Harmony:
¡Qué tedio puede llegar a padecerse al lado de un justo! Todos se divierten en Sodoma, menos esta familia en la que tanto se teme al pecado.
Y exasperada, la mujer de Lot prosiguió su soliloquio: ¿Es que nada vendrá a darle sabor a mi vida?
Para comprenderlos hay que conocer a la Venus de Milo, y la historia de la estatua de sal.
Los cuentos cortos aspiran a tener menos palabras. La elipsis, el humor, la paradoja, la intertextualidad, las referencias a personajes históricos y mitológicos, los giros inesperados, las conclusiones deslumbrantes son recursos del cuento corto.
Los lectores de cuentos largos y de novelas no siempre pueden apreciar el deslumbramiento que representa un cuento corto.
La estética del cuento corto es la estética del relámpago.
Felipe Garrido
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viernes, 28 de junio de 2013

De simbiosis



Hay entre muchos relatos mínimos una fuerte tendencia a vivir de las energías y de la memoria del lector. Esos microrrelatos cobran la figura de una ficción, y el lector pone casi toda la sustancia. En el proceso de lectura, el minicuento segrega su peculiar fluido hipnótico, de manera que tal vez el lector está leyendo algo ya conocido que, bajo la forma de tal minificción, tiene sabor de primera lectura.
José María Merino
De La glorieta de los fugitivos (Segunda parte: La glorieta miniatura)
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lunes, 28 de mayo de 2012

El texto mandamiento



El microrrelato casi se parece a la nada: revela algo que no se ve y se define sobre todo por lo que no dice. Parece un imposible y, sin embargo, existe. ¿Cómo hacerlo? Toda instrucción parece ridícula, puesto que sólo vale aquel relato necesario, aquel que nace de la propia necesidad de ser escrito. No sirve sólo que el escritor quiera escribirlo. El microrrelato, para ser, para existir, ha de querer él mismo ser escrito. El escritor, víctima como artista de un síndrome que podríamos denominar “extrañamiento vinculante” respecto a la desencajada realidad, introduce un foco de potente luz por las junturas mal resueltas de ésta. Y se asombra, y sufre y ríe y llora por lo que su ojo compasivo y herido ve, por lo que, quiera o no quiera, ve e intuye y otros, más afanados en cuestiones más prácticas y por tanto más remuneradas, ni ven ni intuyen. Y para resistir la visión, se aferra a esa fe ciega en la palabra que le hace cumplir a rajatabla el texto mandamiento: “Escrivivirás”, y busca la palabra salvadora, la palabra despojada, y aún la depura más y le quita todo lo que le sobra, sin que nada falte, hasta que no quede sino la esencia, esa epifanía reveladora, única manera posible en que esa historia, como el poema, podía ser contada a ese lector necesario, cómplice y amoroso que espera.
Carmela Greciet
De Ciempiés. Los microrrelatos de Quimera (2005)
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viernes, 11 de mayo de 2012

El microrrelato: Tesela a tesela



Mucho después, tras escribir más de cuatrocientos relatos, descubrí que la brevedad es el molde más apropiado para mi estilo de cincel y escoplo, de taracea ensamblada tesela a tesela; que es cierto que a las ficciones mínimas les conviene ser feroces como pirañas, pero quizá también frágiles como una gota de rocío en la que, de manera sugestivamente distorsionada, se refleja el mundo que la rodea. Supe de otras propiedades suyas: sacian como dátiles, su corto vuelo deja largas estelas, su parco ladrido siempre engaña, son misteriosas como lágrimas de dragón y, todavía para algunos, inconsistentes como las huellas de los pájaros en el aire. Averigüé que para romper amplias ventanas, Lichtenberg solía usar monedas de dos centavos. Y tuve la certeza de que un buen cuento breve o brevísimo puede ser confundido fácilmente con un pequeño lingote de oro de capela, el más puro según los alquimistas.
Ángel Olgoso
Imagen: Margarita Soyfertis, Pomegranate
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domingo, 6 de noviembre de 2011

¿Microrrelato o minificción?

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«Frente a otros muchos términos empleados para designar a este género literario, microrrelato me parece el más adecuado, pues minificción (nomenclatura utilizada en algunos países de Sudamérica) recubre un área mucho más vasta que la de del microrrelato, ya que agrupa a los microtextos literarios ficcionales en prosa tanto a los narrativos (el microrrelato, la fábula, la parábola, la anécdota, la escena o el caso) como a los que no son narrativos (el poema en prosa, la estampa, el miniensayo).
Además, el vocablo microrrelato alude claramente a sus dos constituyentes básicos: la hiperbrevedad (micro-) y la narratividad (relato), mientras que minificción remite a los rasgos de hiperbrevedad (mini-) y ficcionalidad (ficción), es decir, a la condición imaginaria del universo representado en el texto literario, sin alusión alguna a la narratividad, componente imprescindible del relato hiperbreve».
Irene Andrés-Suárez

oOo

Nota: Correcta y clara diferenciación la que hace Andrés-Suárez entre microrrelato y minificción. No obstante me permito disentir en cuanto a que el término microrrelato sea más apropiado para denominar al género. La estudiosa parte de un argumento sólido: la narratividad versus la ficcionalidad de uno y otro término. El problema radica en que el autor de brevedades no escribe exclusivamente microrrelatos: tómese por ejemplo al Elefante donde conviven en perfecta armonía microcuentos, fábulas, microrrelatos. Pienso que con la mayoría de los cultores de lo breve sucede algo parecido. Ya desde el vamos más que microrrelatistas somos minificcionistas. De ahí que el término inclusivo de minificción me parezca más acorde.
Dos cosas a considerar: primera, que esta eterna irresolución de cómo denominar al género habla de la gran cantidad de miradas que existen sobre el mismo y del buen momento por el que está pasando. Segunda, que en la práctica todos usamos estos términos (más el de microcuento) indistintamente como sinónimos.
Una última apostilla: ¿no sería mejor buscar una palabra para el género que excluya toda referencia a su extensión?
Arte: Delphin Enjolras, Mujer joven leyendo junto a una ventana
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viernes, 24 de junio de 2011

El sentido de escribir un cuento...

Raluca Deca, Meltdown


...según Agustín Monsreal.


¿Qué sentido tiene escribir o crear una microficción? ¿Obedece acaso a la premura de estos tiempos?


Escribir un cuento, un microrrelato o una minificción cambia para mejor el sentido de la vida, lo resignifica, le da nuevos valores y razones de ser, en cuanto que descubre posibilidades infinitas al quehacer cotidiano y acciona de una manera más honda y más lúdica la inteligencia, la sensibilidad, la imaginación, y las pone al servicio del acto creador, que es una de las formas más ciertas de la felicidad. Por esto, no creo que obedezca a la premura de los tiempos sino más bien a nuestra propia necesidad humana de volver al mundo un lugar más habitable, más hecho a la medida de las pasiones que nos doblegan o nos engrandecen el alma. Por otra parte, hay que recordar que “El telescopio empequeñece el universo, es el microscopio el que lo agranda”.


Foto © Raluca Deca, Meltdown

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miércoles, 18 de mayo de 2011

El microrrelato según...

Homer Winslow 01


...Francisca Noguerol.


«El microrrelato, por su naturaleza eminentemente narrativa, guarda una estrecha relación con el cuento, pero por su característica brevedad, no puede permitirse el retrato moroso de los personajes —estos se manifiestan por su actuación, y de ahí la importancia del lenguaje—, la digresión ni la marginación de ningún elemento narrativo, entre los que se incluye un aspecto tan relevante en las obras que comentamos, como el título. El microrrelato forma parte de una categoría más amplia denominada minificción —de ahí que nuestros congresos sobre el tema hayan adoptado este segundo término para englobar a todos los textos breves de naturaleza literaria—, y en este último apartado se incluyen obras mucho más cercanas a otros géneros, como el poema en prosa, el haikú o el aforismo. Por ello, hablaría del microrrelato como una subcategoría dentro de la poliédrica naturaleza de la minificción».


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jueves, 31 de marzo de 2011

El minicuento según…

Mary Jane Ansell


…Violeta Rojo


«El minicuento es una narración sumamente breve (no suele tener más de una página impresa), de carácter ficcional, en la que personajes y desarrollo accional están condensados y narrados de una manera rigurosa y económica en sus medios y a menudo sugerida y elíptica. El minicuento posee carácter proteico, de manera que puede adoptar distintas formas y suele establecer relaciones intertextuales tanto con la literatura (especialmente con formas arcaicas) como con formas de escritura no consideradas literarias».


De Breve manual para reconocer minicuentos


Arte: Mary Jane Ansell

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miércoles, 19 de enero de 2011

¿Qué elementos debe poseer un microrrelato para ser eficaz? Según…

Hermes Melcher, Pen


…dos autores.


En primer lugar calidad literaria, brevedad, intensidad expresiva conseguida con un lenguaje conciso. Yo aunaría sus esenciales factores bajo una denominación común de lectura fantástica del mundo, en la que cabe el factor sorpresa, el absurdo, el juego intelectual, simbólico etc. Pero a decir verdad no creo en las definiciones cerradas del microrrelato, o de cuáles son los factores imprescindibles en él. A excepción de la calidad literaria, todo está abierto en su creación, ya que su identidad abierta lo hace permanecer en constante cambio formal y conceptual.

Julia Otxoa


Tengo que responder con otra pregunta ¿Eficaz para quién? La eficacia depende mucho del lector. Los microrrelatos humorísticos suelen ser muy eficaces y son más masivamente eficaces cuanto más se aproximan al chiste, que no es lo deseable. Cuanto más elíptico, cuanto más compleja es su ironía y mayores son los conocimientos culturales que exige del lector, menos masivo será un microrrelato, pero muy grande será su eficacia en quien pueda acceder a él. Esto no impide que haya microrrelatos que son simultáneamente de alto nivel literario y fácilmente comprensibles. El ejemplo inmediato es Monterroso. Hechas estas aclaraciones, creo que para ser eficaz como microrrelato, una brevedad debe funcionar como una maquinita perfecta, diseñada y aceitada para llegar al final siempre un instante antes que su lector.

Raúl Brasca


…y según dos teóricos.


Como antóloga soy una antojóloga como decía Juan Ramón Jiménez. En Mínima expresión escogí textos que mostraban el desarrollo del género en Venezuela durante 100 años. Algunos de ellos porque representaban diversas vertientes, otros porque me gustaban. Ahora estoy haciendo una antología temática y escojo cuentos que me gustan. En realidad no puedo contestar la pregunta porque creo que con la minificción no hay recetas ni eficiencias. Textos muy diferentes funcionan igualmente bien. Deberían ser breves, claro, pero aparte de eso lo maravilloso de la minificción es que es siempre distinta, cambiante, poco apegada a reglas, decálogos y mandamientos. Esa sensación de estar sosteniendo un material inasible es lo que más me gusta.

Violeta Rojo


Yo no hablaría de eficacia, sino de originalidad, perfección o cualquier otro criterio literario. Cada texto propone sus propios criterios de lectura. En mi caso, cada proyecto de antología surge de una propuesta de lectura, lo cual me permite crear series temáticas o formales, establecer tradiciones genéricas, señalar relaciones intertextuales, reconocer estilos individuales, construir secuencias específicas, etc.

Lauro Zavala


Fuente: Internacional Microcuentista

Foto © Hermes Melcher, Pen

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