Autorretrato en Nueva York (Federico García Lorca)
Quiero
pensar que una de las formas de expresar gráficamente la complejidad de Poeta en Nueva York (otra de las
habilidades de Lorca fue el dibujo) es su trabajo en tinta sobre papel titulado
Autorretrato en Nueva York, fechado
entre 1929 y 1931, por cuanto tiene de expresión íntima y reflexión sobre lo
real y lo irreal.
Cuando
escribimos conscientemente o hacemos «monigotes» en una hoja
(inconscientemente) proyectamos sobre el papel algo de nuestra personalidad y
estado anímico. Autorretrato, ese mundo
abstracto de esquinas; animales peligrosos; rascacielos con ventanales sustituidos
por letras; una cabeza sin cuerpo de cara ovalada y cejas muy pobladas, en
mucho se parece a: «interpretación personal, abstracción impersonal sin lugar
ni tiempo» que es como Lorca definió en la entrevista concedida a La Gaceta Literaria en 1931, el libro que
hoy conocemos como Poeta en Nueva York.
Nueva
York para Lorca es una ciudad no menos negativa y destructora de valores, que la Metrópolis de Fritz Lang:
Óxido, fermento, tierra estremecida.
Tierra tú mismo que nadas por los
números de la oficina.
¿Qué voy a Hacer? ¿Ordenar los
paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son
fotografías,
que luego son pedazos de madera y
bocanadas de sangre?
Oficina
y denuncia
.
Una
ciudad donde solo el dolor del poeta muestra el sufrimiento de los hombres
desamparados incluso por la Iglesia:
Los maestros enseñan a los niños
una luz maravillosa que viene del
monte;
pero lo que llega es una reunión de
cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del
cólera.
[...]
El amor está en las carnes desgarradas
por la sed,
en la choza diminuta que lucha contra
la inundación.
Grito
hacia Roma.
Pero con Lorca el tema del amor siempre
está presente, con él comienza el poemario:
Allí, león, allí, furia del cielo,
te dejaré pacer en mis mejillas;
allí, caballo azul de mi locura,
pulso de nebulosa y minutero.
Tu
infancia en Menton.
Con él, concluye la obra dejando atrás
la ciudad del desamor y un deseo. La Habana:
Cuando llegue la luna llena iré a
Santiago de Cuba,
iré a Santiago.
[...]
Y con el rosa de Romeo y Julieta
Iré a Santiago.
[...]
¡Oh cintura caliente y gota de madera!
Iré a Santiago.
Son de negros en Cuba
El lector no ha encontrado en Poeta, los personajes objetivos y en
ocasiones patéticos que mostraba el mundo interior del protagonista de Romancero.