Con Patria, Fernando Aramburu cumple con la conveniencia/necesidad que
todo escritor tiene/debía tener (utilizaré aquí este modo de expresión complementaria
remedando a Aramburu) de escribir por y para la sociedad de su tiempo. Tiempo.
Hoy parece lejana la fecha, pero ya/solo hace poco más de cinco años que los
medios de comunicación anunciaban el «cese definitivo». Quienes geográfica,
laboral, o socialmente estaban más próximos al entorno en que se desarrolla Patria, leerán esta –como ya ocurriera con la trilogía dantesca de Oscar
Esquivias– con otro afán. Los más
distantes, podrán asomarse a una sociedad cerrada, recelosa y sujeta a la ley
del silencio que durante 43 años fue, para propios y extraños, un mundo
diferente y convivir con dos familias enfrentadas por «el conflicto» en las que
se dan parte de todas las circunstancias posibles:
- - Dos amas de casa (etxekoandreak).
- - Sus maridos (uno víctima).
- - Tres hijos: médico, escritor, terrorista.
- - Dos hijas: una vive alejada con buena suerte, otra atada a tierra y familia por un ictus traicionero.
Cuando se visita un lugar por segunda
o más veces se hace este más de uno
más familiar, tras reconocer espacios
que, motu proprio, hacemos nuestros y
depositarios de nuestras experiencias. El entorno espacial de Patria bien pudiera ser: Rentería,
Oyarzun, Azpeitia, Azkoitia, Llodio…, Aramburu lo silencia como los apellidos
de los protagonistas. Yo lo he situado en tiempo y espacio conocidos pero, de
cuyo nombre no debo acordarme:
Mientras
que Olatz, la amatxo de Jose Mary preparaba la comida, este, antes cazador que
amigo –y de esto lo era y mucho– me hacía conocer el pueblo en su esencia. Llegados a un bar que
bien pudiera, pero no era el Pagoeta, cambió Jose Mary la sonrisa habitual por
un gesto de silencio:
-Aquí
–dijo– hablar solo del tiempo, ni de futbol por si acaso.
Así
lo hice.
-Es
un amigo, maqueto pero legal.
Sentenció
presentándome a la cuadrilla de la que desde aquel momento formaba parte,
cuidando siempre el consejo inicial.
La situación, de allá por los años 70
es real, los nombres supuestos, el lugar permanece en los tenebrosos rincones
de mi cerebro.
Todos vamos a entender Patria, a vivirla. Algunos a revivirla.
Hasta aquí, la anécdota y el recuerdo,
aun toca hablar de Patria en su
faceta de construcción literaria.