Larva de Julián Ríos.
Insostenible. 150 páginas y hartito. Ejemplo: "Tus cartas no
cortas! Así de largas..., y abrió los brazos en cruz. Quieres seguir dándome
largas? Qué corte, gran granuja cortejador, hacías trampas jugando conmigo a
las cartas... Con trucos a mí! Birlador, por arte de birlibirloque". Muchas veces
resulta infantil y ridículo. No hay gran prosa, simplemente juegos de palabras
constantes incluyendo diferentes idiomas (de ahí el subtítulo "Babel de una noche de
San Juan"), inventando palabras y conectándolas por campos semánticos, sonidos, ideas
cercanas, etc. Estructura: se lee la página derecha y ésta, mediante números,
te dirige a la página izquierda que a su vez, si tienes mala suerte, te dirige al
final del libro donde hay más notas. ¿Por qué esto? En las páginas 118-119
aparece el símbolo del infinito (o de la cinta de Moebius, ya que el autor hace
referencia a ambos) dibujado de un solo trazo, pero dividido en dos páginas, ocupando
cada círculo del símbolo una página. Supongo que el autor quiere decir que el
movimiento de derecha a izquierda pronuncia el infinito lingüístico que ya de
por sí encontramos en cada página, al mismo tiempo que funciona como una cinta
de Moebius donde todo es la misma cara (lenguaje) y no hay posibilidad de
orientarse. Aceptemos que la estructura es un arma y no una mera pose. Bien, si
analizamos la forma en relación con el contenido, el gesto es interesante. "Larva" porque es algo que todavía no ha cogido forma y no presenta la
organización de un organismo adulto. Julián Ríos nos dice que ésta es la novela
que escribiría un autor sin poner orden al lenguaje. Está claro que otro de los
objetivos principales consiste en tirar del lenguaje todo lo que se pueda,
cubriendo el máximo número posible de palabras y de relaciones entre ellas para
mostrar la maleabilidad lingüística y la vastedad de relaciones posibles. Problemón:
la idea es buena y original, pero el lector no disfruta el proceso. La novela responde
satisfactoriamente como artefacto artístico que transmite una idea, pero se
agota rápidamente porque no brinda una experiencia gratificante de lectura. Podríamos
decir que es una obra más conceptual que literaria, como el váter de Duchamp,
es un gesto interesante pero no hay disfrute estético, no permite una
contemplación prolongada. Creo que para evitar ese agotamiento se debería haber
reducido la extensión del texto (más de 500 páginas). También es criticable el
uso de mecanismos que generan interferencias e intentan barnizar de profundidad
el texto cuando en realidad son elementos ambiguos, véase la frase "Nudo
gordiano? Infinito?/ Sólo cuando se abre el libro. En el fin de la escritura,
empieza el infinito de la lectura". La amante de Wittgenstein de David
Markson es un ejercicio narrativo similar pero mucho más elegante y efectivo.
No hay desplazamientos de lado a lado, no resulta infantil, hay cierta
coherencia, se puede leer el texto sin molestias, la extensión es moderada... Creo
que la vida se convierte en arte cuando alguien pone unos límites que la
trascienden y Larva no lo consigue porque es un intento de limitar sin
límites.