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29 de julio de 2023

Tollstói

La muerte de Iván Ilich y otros relatos
de León Tolstói.

Dando los últimos retoques a esta reseña, decidí revisar el blog brevemente y descubrí que el relato de Iván Ilich ya lo había leído. Supongo que así tenía que ser. 
Los otros relatos incluidos en este libro (que no coincide con la portada que se ve) eran "El padre Sergio" y "Después del baile". Voy con spoilers:

En "La muerte de Iván Ilich"...
La primera mitad es bastante sosa. Sirve para presentar al personaje, pero le sobran páginas. Luego coge algo de cuerpo. Iván enferma y empieza a ser consciente de que se va a morir. Se refiere a la muerte como "ella"; este recurso es muy potente porque la humaniza y le da presencia, el lector siente el acecho.

Iván divaga sobre el porqué de su dolor y de la proximidad de la muerte y asevera: "¡No hay explicación! Dolor, muerte... ¿Para qué?". Cuestiona la validez de su vida, llegando a pensar que tanto dolor 
(sufrimiento físico y moral) es producto de una vida que no transcurrió como debía ser.

Se dice a sí mismo: "todo cuanto ha constituido y constituye el objetivo de tu vida es falso, es engaño que te oculta la vida y la muerte". Los objetivos personales son ilusiones que esconden la esencia de la vida y la muerte.

"Iván Ilich se hundió, divisó la luz y descubrió que su vida no había sido lo que debía, pero que aún estaba a tiempo de remediarlo. Se preguntó qué era 'lo debido' y se quedó inmóvil escuchando atentamente". Aquí Tolstói no es todo lo claro que debería ser... no sabemos con certeza si Iván tiene una epifanía que le permite darse cuenta de que no existe "lo que debía ser" o si realmente se arrepiente de cómo ha vivido (el que calla otorga). En ambos casos, falta materia cárnica.

Justo antes de morir, en un instante de lucidez piensa "se ha terminado la muerte [...] Ya no existe". Es decir, la muerte sólo existe como proyección de los vivos y se manifiesta en dolor y sufrimiento.

El final tiene pegada, pero el relato, como conjunto, es algo flojo. Mi percepción actual es muy parecida a la que tuve hace casi 10 años. Flotan cuestiones sobre si se puede definir la vida en función de la muerte y si hay algún ideal vital (vivir la vida que se debería vivir), pero no se presenta una reflexión clara ni reveladora.

En "El padre Sergio"...
Un militar se hace monje y se aísla. Una mujer intenta seducirle y por la energía pura de Sergio acaba haciéndose monja ella. Más adelante la gente acude a él para curarse, pero él siente que está perdiendo la conexión espiritual porque está dedicado a los demás. Al final resulta que peca con una mujer y eso trastoca la visión que tiene de su vida y empieza a pensar que ha vivido para los hombres creyendo que vivía para Dios. Un poco flojo, con una resolución algo insípida.

En "Después del baile"...
Un tipo vuelve feliz a casa tras hacer migas con una joven, pero luego ve cómo unos militares torturan a un tártaro desertor y le cambia la perspectiva y eso hunde la felicidad que sentía al estar con su amada. Surge la pregunta: ¿es aceptable ser feliz mientras otros sufren? Nada esclarecedor... Sin más.

Observación:
Los dos primeros relatos los escribió Tolstói al final de su vida y es evidente que hay una mirada hacia el pasado que intenta reevaluar la vida vivida, sopesando las cuestiones morales que surgen cuando la muerte se aproxima.

8 de agosto de 2015

Hadji Murat

Jadzhi Murat de León Tolstói.

Harold Bloom lo pone por las nubes. Acudo a un par de blogs que sigo habitualmente y lo ponen por las nubes. Lo leo y me deja indiferente. Estilo sencillo, directo, tirando a realista. Hay recursos interesantes: los narradores intradiegéticos, las historias que se van juntando (ecos de fragmentariedad), los saltos en el tiempo, la evocación que despierta el cardo (y la posterior circularidad), etc. ¿Qué más? ¿La historia del guerrero? ¿El individuo frente a la sociedad, la religión, la moral? Lo más destacable son los recursos, pues aunque la narración resulta bastante realista, sí que presenta ciertas estrategias modernistas en su desarrollo y estructura. No obstante, las obras postmodernas han llevado al extremo esas técnicas y al presentar contenidos más cercanos a nuestra época actual, consiguen que obras anteriores se queden obsoletas. Este texto sería revolucionario en su época, pero a día de hoy su impacto es cuestionable. Quizás se trate de mi incapacidad para salir del tiempo en el que vivo y valorar las obras desde una perspectiva que no es la mía.

1 de marzo de 2014

Gilichpollas

La muerte de Iván Ilich de León Tolstói.

Abrimos los brazos para recibir a Tolstói, siempre bienvenido. Novela corta que me dejó sensaciones contradictorias. Está claro que los dos primeros capítulos quieren hacernos entrar en calor, pero mayormente sobran. Nudo y desenlace están bien. Iván, frente a la inminencia de su muerte, reflexiona acerca de la misma. Descubre que toda su vida ha sido un error, que mucho forzar la mueca delante de los demás y poco hacer lo que realmente debería haber hecho. Llega a la conclusión de que si muere sufriendo tanto y relativamente joven es porque lo hizo mal en el pasado. Es un texto que cumple, no obstante, no me parece una gran obra. No analiza en profundidad las relaciones con los otros, sólo las esboza. Falta indagar más en la muerte, presentar un análisis más serio, más feroz, encarando a la muerte de verdad y desnudándola hasta que piel y huesos desaparezcan y el lector tenga que afrontar lo intangible.

26 de diciembre de 2013

Se desmelena

La sonata a Kreutzer de León Tolstói.

Pozdnishev te coge en un tren y te suelta un chaparrón de reflexiones sobre el amor y te cuenta la historia que le llevó a matar a su mujer, con un estilo veloz, ágil, con buenas reflexiones, interesante, y te lo lees del tirón y piensas en lo fácil que lo hace y lo bien que lo expresa y te hace dudar sobre tus propias convicciones y sobre las capacidades de otros escritores, tampoco es tan difícil, ¡vamos muchachos!, papel y lápiz, teclado y Word, y te dices que Bernhard mamó de Tolstói y que una evolución de algo que ya existe, si aporta algo nuevo, es muy válida, y te preguntas por qué los escritores, a falta de horno, no intentan coger el pan de sus ídolos y mejorarlo, y te respondes que lo mismo no es tan fácil, porque la mitad de un escritor es su capacidad de absorción.