En el año 1215 unos 65,000 soldados mongoles bajo el mando de Gengis Khan pusieron asedio a la ciudad de Beijing, capital del imperio chino y un lugar extremadamente fortificado. Dentro de la ciudad las reservas alimenticias se agotaron. Se comieron a todos los perros, los caballos y, eventualmente, mediante una lotería se elegía a uno de cada 5 hombres para ser sacrificado y comido. Uno de esos días 10,000 jovencitas chinas escalaron hasta el tope de las altas murallas de la ciudad y se lanzaron desde la misma en suicidio masivo, a las que más tarde se las llamó “pétalos caídos.”
En el año 73 de la era actual el imperio romano puso en asedio al enclave de Masada, una alta colina no muy lejos de Jerusalén en la que habían tomado refugio unos rebeldes judíos. Cuando los romanos finalmente lograron entrar al lugar encontraron que sus 900 habitantes habían cometido suicidio. De acuerdo al relato del historiador Josefo, los judíos dentro de Masada se dividieron en parejas y mediante una lotería el que sacaba el número mataba a la otra persona (el judaísmo prohibe el suicidio). Ese tipo de suicidio colectivo les impidió ser capturados, hechos esclavos o matados.
Los rebeldes Tigres Tamil en Sri Lanka juran luchar hasta la muerte, prefiriendo cometer suicidio antes de rendirse. Igualmente, durante la segunda guerra mundial los pilotos japoneses cometían “kamikaze”, prefiriendo suicidarse al estrellar sus aviones sobre objetivos militares y así ocasionar grandes pérdidas. Los militantes musulmanes dirigieron aviones suicidas, cargados de pasajeros, en contra de las torres gemelas de Nueva York y el edificio del Pentágono en Washington, D.C. en septiembre 11 del 2001. Yo vivía en ese tiempo en Capitol Hill, en la capital estadounidense, lo que ví y sentí fue verdaderamente impactante y hasta espeluznante.
A pesar de estos ejemplos la verdad es que el ser humano tiene una poderosa fuerza interna hacia la vida. Generalmente nadie se inflige dolor así por así, nadie se levanta en la mañana y coge una cuchilla para cortarse un dedo a propósito. Nadie se dá un palo a sí mismo, nadie se auto maltrata. Sin embargo, un alcohólico persiste en la bebida aunque sabe que lo puede matar. Un drogadicto persiste en su adición aunque sabe que se le acorta la vida y en cualquier momento puede morir. Cientos de mujeres vuelven a sus esposos violentos aunque saben que pueden ser ellas la proxima víctima. En la República Dominicana una mujer es asesinada cada dos días, o sea, 15 víctimas al mes. Cerca de 300 niños y niñas son dejados/as huérfanos/as cada año por causa de esa violencia.
Por otro lado, las comunidades existen para hacer posible la vida, una mejor vida, para sus residentes. En una comunidad hay acceso a bienes como comida, muebles y recreación, al igual que acceso a servicios como luz eléctrica, agua, escuelas, hospitales, transporte, recogida de basura, seguridad ciudadadana, iglesias y oficinas gubernamentales.
Un pueblo o ciudad ofrece promesas de una mayor y mejor calidad de vida. Los pueblos no existen para que la gente viva peor y nadie comete el “suicidio” de irse a un pueblo para vivir peor. Los que vienen a las ciudades lo hacen porque piensan que vivirán mejor. Cuando una ciudad abandona la promesa de una mejor vida comete un trágico error, uno que trae profundas consecuencias sociales, económicas, culturales, espirituales y políticas.
Muchos y muchas de los/las que vivimos en Las Terrenas en el momento presente lo hacemos cundidos de profundas preocupaciones y rodeados de condiciones altamente destructivas. Nos arropa la basura, la falta de higiene, la sangre de animales en las calles, problemas con el vertedero, problemas con el matadero, problemas con el tránsito terrestre, inseguridad ciudadana y la obvia ausencia de liderazgo en la toma de decisiones respecto a los problemas.
La ciudad carece de un plan de prevención y mitigación de desastres, de un plan de protección medioambiental, de un plan de negocios y de una estrategia de desarrollo. Aunque es un destino turístico es obvio que no tenemos una “marca” de destino y que se hace lo opuesto a lo que los turistas desean y aspiran tener: una ciudad limpia y agradable. Nadie puede pretender manejar una ciudad turística con tanta basura porque es un suicidio económico.
L@s terrener@s nativ@s o adoptive@s, necesitamos volver a la vida. Prontamente debemos comenzar a hablar, a explorar, a consultar, a proponer, a idear, a soñar con lo posible y con lo deseado como comunidad. Si no lo hacemos nos vamos a autodestruir, nos vamos a suicidar, económica, social, cultural y políticamente. Por eso es que por este medio anuncio la eventual formación de un Foro Ciudadano Terrenero, para que nos pongamos de acuerdo en las maneras en que buscaremos la vida, una mejor vida, a través de procesos inclusivos, bien informados y profundamente estratégicos.
Estoy cansado de ver perecer a Las Terrenas. Es tiempo de darle vida, nueva vida! Como lo dijera el fenecido autor uruguayo, Mario Benedetti, “No te rindas.”
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
Escribo por si acaso se me olvidan ciertas cosas, como la vida en comunidad, lo real, lo imaginado, lo bueno, lo malo, uno mismo y otras cosas. Desde Las Terrenas, Latitude: 19.3167 | Longitude: -69.5333. Poesías y otros sondeos en http://misegundapersona.blogspot.com.
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viernes, 20 de agosto de 2010
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