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miércoles, 6 de mayo de 2020

Rafaelito y Margarita


Soliloquios—8
Por José R. Bourget Tactuk




          Margarita es una chica algo agria, enfadosa y narcisista.  A todos los que quieran escucharla les dice las tres verdades que todo el mundo conoce sobre Margarita: “soy la chica más jevi,” “soy la niña linda del barrio” y “soy lo mejor que ha salido de aquí”.  Con semejante perfil no era de extrañarse que todos, sin excepción, pensaran que estaba turuleca o, mejor dicho, que tiene flojo un tornillo.

            Nadie le hacía caso a Margarita hasta que la familia Peralta se mudó dos casas más abajo.  Los Peralta llegaron del sur profundo, donde se habla con la R en el desayuno, en el almuerzo y en la cena.  Desde que abrían sus bocas al despertar Luisa María, la vecina de al lado, comenzaba a reirse a carcajadas porque lo primero que decía el Sr. Peralta al levantarse de la cama era “vor par baño, que nadie se meta.” Peralta era un tipo grande y robusto, con una voz sonora y completa que se escuchaba de lado a lado.  Luisa María lo acechaba para reirse con el “vor par baño” y poco a poco el barrio se enteró de la razón de sus carcajadas.

            Rafaelito era un tipito de 13 años y medio, con una cicatriz en el lado derecho de la frente supuestamente de una caída de bicicleta, pero todo el mundo sabe que fue una pedrá en la escuela.  Era el niño menor de la familia Peralta.  Margarita tenía exactamente trece años y medio, cumplidos en febrero pasado mientras que Rafaelito era apenas una semana más viejo que Margarita.  Como sucede a menudo, Margarita estaba más “desarrollada” que su vecino Rafaelito, al que se le podía confundir con un carajito de apenas 10 años.

            El hecho es que Rafaelito comienza a echarle el ojo a Margarita quien no era la que ustedes se imaginan.  Era medio bica, pesaba 200 libras y metía el pie izquierdo de tal forma que parecía que se iba a tropezar a cada paso que daba. Pero esos eran detalles cosméticos, Margarita seguía siendo “la más chula del barrio” con unos pechos salvajes y un nalgatorio espectacular. Rafaelito prontamente descubrió que la mejor manera de acercarse a ella era piropeándola con aquello de que “oye chula, las habichuelas pa’ese concón les pongo yo el sazón.”  Margarita se moría de la risa, nadie antes la había comparado a un concón con habichuelas.

            Bueno, era martes 13 y de luna llena, una de esas noches cuando es mejor quedarse trancado en casa a tener que hacerle frente a cualquier disparate que se presente en el barrio.  Margarita estaba en la galería de su casa y Rafaelito se acababa de bañar.  “Vor par barrio”, le gritó a su mamá, quien le respondió “abur, cambio y fuera”.  Está demás decir que la mamá privaba en tineyer.

            Cuando Rafaelito vió a Margarita en la galería se le paró al frente con una miradita coqueta y le susurró para que todo el mundo oyera, “Etúvamoacaminarporaí.”  Margarita quedó estupefacta o, mejor dicho, el plátano de la cena se le atrabancó en el cocote.  Nunca antes le habían prestado tanta atención.  Salir a pasear!!  Diantre, la verdad era que estaba de acabar, pensaba ella.  “Vor pa’llá” alcanzó a decir ella y a los dos minutos estaba en la calzada con un viaje de perfume barato por todo el cuerpo. Rafaelito casi se desmaya pero el mensaje era claro:  “toi cojía.”

            Lo demás es historia.  Hicieron juntos la secundaría, se fueron juntos a la universidad.  Se graduaron de ingenieros los dos.  Tuvieron dos hijos y una hija y hoy son los dueños de la cadena de supermercados ParSur, con el monopolio más grande de venta de plátanos barahoneros y mangos banilejos en toda la pení nsula.  Margarita había rebajado 100 libras yluego se convirtió en Miss Barrio Playa 2013 mientras que Rafaelito estudió francés, ingles, italiano, alemán y creyol y se la lucía en un programa de radio titulado “Global Beat.”  Losdos eran unos duros.  Bien duros.

            En el caso de esta parejita se cumple lo de aquel dicho campesino, “debajo de cualquier yagua vieja sale tremendo alacrán.”  En este caso las apariencias engañaron y de qué manera.  Nosotros, que nos jartamos dizque de lo que creemos que somos, debemos estar atentos porque a veces los que menos aparentan son a los que mejor les va.

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