Sólo basta mirar a nuestro
alrededor, leer lo que otros escriben, escuchar a los que hablan y observar lo
que otros hacen para darnos cuenta de que todo sigue igual, de que todo seguirá igual a menos que…nos demos
cuenta del cambio ineludible. ¿A qué nos
referimos?
En menos de quince años la playa
de Las Terrenas no estará donde está. Si
continúa lo observado en los últimos diez años el mar habrá robado todo el
frente actual, a menos que se construya un muro en todo el litoral para impedir
que el mar siga entrando.
Al nivel nacional ya se comienza
a hablar de un daño irreparable a nuestros corales, si se mueren corales se
mueren las playas, los peces y la calidad de vida en playas y costas. En Las Terrenas se escucha una tenue
preocupación al respecto, pero no lo suficiente como para revertir el acelerado
daño a sus corales.
Aunque muchos llaman progreso al
constante crecimiento, pocos parecen atar los cabos y ver una relación directa
entre la desaparición de humedales, la erosión en las montañas y la
contaminación de las fuentes de aguas con lo que ocurre en las playas.
Todos parecen estar empeñados en
construir, construir y construir mientras que la simple idea de limitar el
crecimiento es considerado anatema. Las
Terrenas ha crecido como el atleta que se inyecta esteroides hasta volverse
irreconocible; prontamente ese mismo crecimiento la convertirá en un monstruo.
Hay un límite insoportable en
relación al costo de la vida, el indeseado
lugar al que irremediablemente se acerca Las Terrenas. La reducción en nuestra calidad de vida se
torna irreversible.
La política desperdicia demasiada
energía entre las personas que deberían pasar más tiempo planeando, invirtiendo,
ejecutando y fomentando todos los elementos que podrían mejorar el status quo: aumento en la producción agrícola, reducir el
indecente costo de la luz, reducción en los alquileres, aumentar el empleo, mejorar
las infraestructuras, entre otros.
El teatro de la política local es
un constante drama que divierte pero no resuelve. Los actores del drama a veces dan risa, otros
dan pena, pero más a menudo nos hacen llorar.
Es una tragicomedia digna de Esquilo, padre del drama griego.
Carecemos de los medios para
medir el progreso porque “medir” implica técnicas, herramientas y análisis que en
nuestro medio brillan por su ausencia.
En una comunidad progresista las mediciones se hacen en base a
indicadores que ayudan a establecer dónde estamos, hacia dónde nos dirigimos y
cuán cercanos o lejanos estamos de nuestras metas. Los indicadores más efectivos se relacionan a
tres factores importantes: la economía,
el medio ambiente y la sociedad. Pero en
Las Terrenas esos tres factores ocurren al azar, como perrito rialengo que va
donde puede encontrar comida pero siempre tiene hambre porque los parásitos se
lo comen por dentro.
Hay un límite a la desidia que
una comunidad puede aguantar. No nos
queda mucho tiempo, el mar se está entrando.