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Lo siento

Leo en la red que las librerías (que no la venta de libros) están en crisis. Que últimamente se vende más, pero "de peor" calidad (volvemos al interminable debate de quién decide si algo es bueno), que se venden muchos más libros en los kioscos y en hipermercados que antes, y que estos son sobre todo best-sellers y libros infantiles.
Y a mí esto me da pena, porque me gustaría vivir en un mundo en el que no sólo se leyera más, sino también más selectivamente. Que no nos dejáramos guiar por el primer libro que nos pusieran delante, el más barato o el que más anuncian por la tele, sino que tuviéramos algo de crítica y nos lanzáramos a la aventura de leer autores noveles, o por lo menos grandes contemporáneos (aunque cualquiera corre el riesgo, con el precio que tienen los libros). Por eso yo pongo mi granito de arena y compro los libros en las librerías, siempre después de pasearme por algunas páginas y leer recomendaciones de gente que no se lleva un duro por hablar bien de un libro. Paso de largo la mesa de los más vendidos y curioseo entre las nuevas adquisiciones, o trato de llevarme un par de clásicos. Cada vez que entro en una librería, aun mirando los precios y usando un poco de juicio, no me gasto menos de sesenta euros, lo que no me duele porque no tengo otro vicio que la lectura y el estudio (y puedo ir andando a trabajar, y como en casa de mis padres, y no soy de llevar ropa de marca ni renovar mi vestuario cada temporada) y me lo puedo permitir.
Pero yo sola no puedo levantar la crisis (perdón, el desaceleramiento económico). No me importa comprar libros, eso es fácil y siempre puedo recurrir a las ediciones de bolsillo o a los chollos de Amazon (¿eso cuenta como librería?, creo que no), pero es que NO TENGO TIEMPO para leer todo lo que compro. Que tengo la casa llena de deberes, jopé. Que por más que lea -por gusto, con deleite-, siempre tengo una docena de libros esperando su turno. Que no doy más de mí. Que no puedo volver a comprarme un libro hasta septiembre por lo menos, porque sería ridículo seguir comprando si no puedo leerlos.
Que lo siento, vaya. Señores libreros, yo lo intento, de verdad, pero mi apretada agenda no me permite llegar a leer veinte libros al año, aunque compre treinta. Y, la verdad, para que estén cogiendo polvo en mi casa, que lo cojan en la suya, oiga, que mi piso es pequeño y al gato lo tengo ya en lo alto del armario porque no me cabe en ningún otro sitio...