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El guardián entre el centeno

El guardián entre el centeno es uno de esos libros que no importa cuántas veces leas, siempre encuentras algo nuevo en él. A pesar de que el protagonista es un chaval de dieciséis años interno en un colegio de Nueva York, cualquier persona, adolescente o adulta, hombre o mujer, europeo, americano o asiático, puede encontrar algo que le emocione en este libro. Lo estoy leyendo de nuevo, marcando las páginas que me gustan mediante el viejo método de doblar la esquinita, y os puedo decir que hay más páginas marcadas que sin marcar. He llorado -de nuevo- con la parte en la que habla de cómo reaccionó cuando murió su hermano. Se me han puesto los pelos como escarpias -otra vez- en el trozo en el que besa a Jane "en toda la cara, menos en la boca" al sospechar que el novio de su madre abusa de ella. La imagen de Holden Caulfield, con su gorro de caza rojo, paseando por Nueva York y preguntando a taxistas a dónde van los patos del lago cuando el agua se congela en invierno, está grabada a fuego en mi subconsciente literario. No hace mucho alguien me dijo que había leído el libro y que no le había parecido para tanto. No le entendí. No le entenderé en la vida.
No sé nada de JD Salinger. No sé nada de su vida, ni si fue buena persona, ni si trató bien a su familia. No me importa. No quiero saberlo. Porque soy de esas personas que, si saben que el autor es tal o cual, ya no leo su obra, o deja de gustarme. Y este libro es uno de mis favoritos, de esos que leería una y otra y otra vez, así que no quiero cagarla encontrándome que Salinger era partidario de los nazis o que violó a una mujer en su juventud. Fijaos si me gusta este libro, que lo prefiero a la serie de Harry Potter. Sí, lo he dicho. Y está en internet, así que no lo puedo retirar.
Os dejo una joyita que he encontrado en Youtube y que fue lo que me animó a leer otra vez el libro. Que sepáis que este hombre es mi alter-ego, yo quiero ser él cuando me reencarne en hombre blanco estadounidense; de momento, me conformo con seguirle en youtube y pretender ser tan "nerd" como él. Que no lo soy. Ni de coña.
(Por cierto, mi edición del libro es la misma que la suya. Cosas tan nimias como esa me hacen una ilusión terrible.)