Sociedad cambiante

Llevo sintiéndome pesimista un par de semanas. Poner la tele me aterra; oír despotricar a los curas me deprime; que un hombre que mató a un chaval tenga los santos cojones de pedir dinero a la familia del crío, me cabrea. Y, sobre todo, me acojona sobre manera que el PP pueda ganar las elecciones. Porque, por más que las encuestas digan lo contrario, tal y como está la sociedad de revuelta veo la posiblidad. Y yo no quiero que Rajoy me mande.
Hoy hemos hecho la fiesta de carnavales en la ikastola, y me he animado un poco. No porque haya sido especialmente divertida -que lo ha sido, pero más agotadora que otra cosa-, sino porque he visto un par de luces de esperanza en los disfraces y la temática de las obras de los chavales. De primero a cuarto, los temas han sido los típicos: payasos, piratas, gatos y demonios, muy salados, bailando con sus andereños. Los de quinto y sexto tenían temática propia, currada por ellos, con las profesoras a un margen (menos yo, que tengo que ser siempre la prota de todos los saraos; es que yo iba para actriz, pero como no daba el físico me metí maestra).
Unos han hecho de gamberros que ensucian la calle y la policía que les persigue. Otros, el choque cultural entre unos grafiteros y unos abuelos saliendo de misa que se enfrentan a ellos hasta que se dan cuenta de que el grafiti era una preciosa pintada sobre la naturaleza. Por supuesto, no han faltado los estereotipos, como los jugadores de hockey -todos chicos- y sus animadoras -todas chicas-, o el desfile de modelos en el que, al menos, las que mejor lo hacían eran las feas (porque me lo han dicho ellas, que yo no las he distinguido). Después de la banda de roqueros de la que no he visto nada, hemos ido nosotros. Y hemos sido los mejores, por supuesto.
Un grupo de varios matrimonios se reúne en una taberna del Gasteiz del siglo doce. El monje, borracho perdido, bendice a todos (ego te absolvo in nomine pater, et fili, et... cétera), los borrachos piden más vino y los hombres coquetean y alardean de su bravura con las camareras, que pasan de ellos por ridículos y prefieren atender a sus mujeres, que les miran de lejos y discuten sobre cuál de ellos es más tonto. Una banda de ladrones y ladronas ataca la taberna y roba el dinero de todos. Intentan secuestrar a las mujeres, pero ellas se defienden estilo Mátrix y terminan llevándose a los hombres, que lloran como niños pequeños. Las mujeres, acompañadas por las camareras, van a recuperar su dinero y, de paso y de mala gana, a rescatar a sus maridos (los borrachos y el monje se ofrecen a ir, pero después de acabarse la última jarra de cerveza). Al volver a la taberna, los hombres se dedican a limpiar y las mujeres a beber y celebrar su hazaña. El monje... El monje grita un amén coreado por todos y cae rendido al suelo.
Jamás habría podido hacer algo así en Estados Unidos, es demasiado políticamente incorrecta. ¿Fomentar el alcoholismo? ¿Meterse con la religión? ¿Violencia? No, no, no... Baile casto y puro, con una canción que no diga tacos y sin mover mucho el culo, gracias. Todos los padres que han ido a ver la obra han dicho lo estupenda y fantástica que ha sido y lo mucho que se han reído. Y entonces me he dado cuenta de que es imposible que gane Rajoy, y que, aunque ganara, no podría cambiar todo lo que algunos estamos avanzando, mal que les pese a otros.

(El año que viene voy a vestirlos a la mitad de la clase de Rajoy, Zaplana, Esperanza Aguirre y Acebes; la otra mitad será del PSOE y les dará pal pelo. Me da a mí que esa obra no iba a gustar tanto...)

5 comentarios:

jose.etxeberria dijo...

Menudo hapening has montao ;-) ¿No has pensado en hacer un grupo de teatro tipo La fura dels Baus. Con tu talento y esos chavales seguro que arrasaríasis. Muy bueno. Me hubiera encantado verlo.

Anónimo dijo...

Mis pitus han ido disfrazados de toreros. Odio los toros, pero estaban graciosísimos...

Por lo demás, mañana es primer sábado de mes. A las 12, como una reina, estaré en Cuchi.

Muá

Anónimo dijo...

Al escribir tus miedos, no se hacen menos terribles? a mi me ha quedado un poso de esperanza, con esos que nunca se posan quietos y no esperan nada.
Salud!

Max Estrella dijo...

a mi me encanta ver a los niños disfrazados de todo por las calles..
por dios de Zaplana NOOO...además no creo que sea posible encontrar ese color naranja o berenjena para la cara....

Tana dijo...

:) veo que compartimos algunos miedos, Ruth, y es que las elecciones se acercan. En cuanto a los carnavales, se me han ido sin sentir, apenas vi una niña chiquita en su sillita disfrazada de pollito y otra de princesa -por supuesto de una de las de Disney, que parece que es el último grito esta temporada-. Un besazo!!