Si te dijera
que la calle que tengo enfrente
parece vieja conocida
que por sus aceras caminé
en algún momento
Si te dijera
que extraño también mis espacios
donde puedo llorar
sin ser visto
Si te dijera
que el campo con sus flores amarillas
me recuerdan un cuadro de Van Gogh
Si te dijera
que hubiese mojado mis labios
en ese arroyo oscuro
que se forma entre tus piernas
Que el perfume de los árboles
y el canto lejano de los pájaros
ambientaron tu amor y el mío
Si te dijera
que no sé qué hacer con mi vida
que en este instante
necesito tu presencia, tu mirada
pues tus ojos siempre fueron discretos espectadores
Si te dijera
que una Iglesia alta, muy alta
me está mirando
y que me gusta su fachada
es sobria y gris como son mis días
Si te dijera
que te amo
lo escuchaste ¡tantas veces!
que perdió fuerza
Si te dijera
que sin saber
a pesar del arroyo
de mis espacios
y tú presencia
Espero el abrazo
de tu cuerpo cálido
las palabras que no son dichas
y el paseo de tus dedos por mi piel
Si te dijera
lunes, 13 de diciembre de 2010 | Publicado por Fran en 15:15 0 comentarios
Archivado en: poesia, Tiempo Atras, Zaid Narf
Anticipaciones I
Hablemos, por ejemplo, de la muerte,
de la rota iridiscencia de sus vestidos,
de la indiferencia con que asienta sobre nosotros sus manos,
y una mañana, a pesar del patio que está quieto y sin novedad,
a pesar de que la ciudad sigue tragando obreros
como en un festín impiadoso,
se te aparece ella y te dice: “vamos, muérete, que a eso viniste”.
Entonces tú, que has aprendido las mañas de la bestia,
le dices que no, que por papeles eres joven,
que no has alcanzado la edad en que aparecen las canas,
ni que conoces, por decir lo primero, Sumatra.
Y te defiendes del hueco que empieza a abrirse en la tierra,
ese, que al fin será tuyo, sin tasas ni hipotecas,
y te defiendes de las más lozanas flores
los epitafios grotescos, repetidos, impersonales.
Ella sigue ahí, tranquila, limándose las uñas,
bebiendo tu café, fumando con impostada o natural soberbia
dejando que te agotes, que le hables,
que le digas lo de siempre, la injusticia, el tiempo,
que considere todo lo que aún no hiciste,
las mareas que no acabaron de lamer tus tobillos,
esos crepúsculos entre naranjos del Tucumán que nunca viste,
los hombres que no probaste...
Al fin se va, se levanta con esa elegancia de matrona raída,
y crees que la has convencido, cuando consideras tu vida,
y tomando la soga que sin querer, ella ha dejado sobre la mesa,
la pones en tu cuello y te lanzas al vacío, impiadosamente,
poniendo, en el salto, esa última mirada de esperanza,
esperando la mano amorosa que no habrá de salvarte.
jueves, 2 de diciembre de 2010 | Publicado por Mamots en 22:33 1 comentarios
Archivado en: María Elena Anníbali
Escenario III
Sentados aquí, mirando esta lluvia,
jugamos a los pájaros ciegos
y nos anduvimos el cuerpo con las manos.
(fragmento)
Publicado por Mamots en 22:28 0 comentarios
Archivado en: María Elena Anníbali
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por el total de la palabra humana,
y no hablar es morir entre los seres:
se hace lenguaje hasta la cabellera,
habla la boca sin mover los labios,
los ojos de repente son palabras...
...Yo tomo la palabra y la recorro
como si fuera sólo forma humana,
me embelesan sus líneas
y navego en cada resonancia del idioma..."
Pablo Neruda
(Chile, 1904 -1973)
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