Hay mezclas que nos complementan,
aires de otros - con forma de susurros - que nos arrancan de cuajo
las hojas sobrantes de los males que configuran nuestro otoño.
Compañías que nos hacen sentir más plenos
y aguas de bocas ajenas que nos matan la sed.
Hay poetas compartidos que añaden poesía
a la que ya dibujamos con nuestros besos,
palabras que son puentes con forma de versos
y abismos negros como el carbón
que dibujan , en nuestras caras, los restos de una encendida pasión.
¿Desemboca el río en el mar
o es el mar quien se cuela por el río
para regalarte la sal que se deposita en tu boca, al borde de nuestra cama?
¿Es el mármol quién hace la estatua
o es la estatua la que decide amoldarse a los deseos de quien trabaja ese mármol?
¿Dónde desembocas, amor?
Quizás nos hemos hecho mapa sin norte ni sur
tan sólo con las marcas que dibujan nuestro paisaje
lleno de palabras y silencios compartidos
sin esclavitudes ni dominios,
tan sólo con la forma de nuestros cuerpos escondidos
en el territorio conquistado bajo las sábanas.
Palabras de Ana, Tras leer a Benjamin Prado en su poema mezcla.
Tu vendaval y mis bosques.
Mis embalses y tus ríos.
Tu pleamar y mi arena.
Mi oasis y tu desierto.
Tu Paul Celan y mi Alberti.
Mi cóndor y tus montañas.
Tus puentes y mis abismos.
Mis llamas y tu carbón.
Como el río da en el mar
o el marmol llega a la estatua,
yo añado un Sur a tu Norte,
tú desembocas en mí.
Yo esclavo de lo que digo,
tu dueña de tu silencio:
así se fraguan las horas,
así se mueven los días.