fondonegro: julio 2016

domingo, 31 de julio de 2016

Baños de la Encina

Acuarela y rotulador, 2016.
Apunte rápido del castillo de Burgalimar, en el término jienense de Baños de la Encina a donde fuimos a parar el pasado jueves por la mañana, poco antes de nuestra segunda jornada de baños en el balneario de Canena. El apunte está realizado desde un hotel cercano, saboreando una fresca cervecita tras un caluroso paseo por el interior del castillo.

martes, 26 de julio de 2016

Dubrovnik

Acuarela y rotulador, 2016.
La primera parada de nuestro viaje por el mar Adriático y el Egeo fue el puerto croata de Dubrovnik, un turístico y amurallado enclave de fabulosas vistas marinas y fotogénicos rincones. Sólo pude hacer 2 dibujos, uno de la iglesia de Santo Domingo y un interior en un restaurante con las niñas dibujando.

lunes, 25 de julio de 2016

Santorini

Acuarela y rotulador, 2016
El lugar más espectacular y hermoso que hemos visitado en nuestro reciente viaje por el mar de Ulises, es Oia, en la isla griega de Santorini, una isla resultante de una explosión volcánica, donde se creó una caldera geológica en cuyo interior reposa el crucero Sea Diamond, hundido en 2007. Oia es una población blanca llena de cúpulas azules y añiles, de espectaculares vistas y de mágicos rincones que recuerdan algunos pueblos de mi entorno como Vejer o Xaouen, pero siempre con un mar infinito tras las miradas. Según la mitología, fue fundada por el héroe Tiro, que llegó a este rincón, buscando a su hermana Europa, secuestrada por un tal Zeus convertido en toro.

martes, 12 de julio de 2016

Cantaor de Julio 2

Témpera sobre cartulina, 2016

Balcón amarillo

Témpera sobre cartulina, 50x35, 1995

lunes, 11 de julio de 2016

4 personajes anónimos

Aguada sobre papel de estraza, 28x19, 2001.

viernes, 8 de julio de 2016

Vendedor playero

Acuarela y rotulador, 2016.
Llevo dibujados montones de estos vendedores de toallas, abalorios y sombreros en esta temporada estival en mis cuadernos playeros. Este año les ha dado por llevar una torre de sombreros sobre sus cabezas y no son tan pesados como otros años, no sabe uno si porque ya te conocen o saben de antemano por la fisonomía y el contexto que nos rodea, quién les puede comprar. Hoy los he elegido a ellos y no a ninguna familia playera o bañista lectora, para ilustrar mi jornada lúdica arenera. Hoy hemos vuelto al rincón de Valdelagrana, que limita con la playa de Levante y Los Toruños, en cuyo chiringuito he disfrutado de las primeras sardinas asadas de la temporada.

jueves, 7 de julio de 2016

Cantaor de Julio

Témpera sobre cartulina, 2016

martes, 5 de julio de 2016

Rincón del patio

Acuarela sobre papel Arches, 25x15, 2016.
Vuelvo a pintar con acuarela mi patio de Jerez, mi otra vista sin horizontes, pero llena de aromas de jazmín y dama de noche.

lunes, 4 de julio de 2016

Lectora de playa

Témpera sobre cartulina, 33x25, 2016

Manolo Morgado

Por lo que pinta, uno deduce que Manolo Morgado es buena persona: hay que serlo para poner nobleza, dignidad y propiedad en todas y cada una de las figuras que pueblan su abigarrado mundo. Cabría esperarlas en sus toreros y cantaores: la tradición quiere que veamos en ellos ciertas virtudes arquetípicas de la raza. Pero esa especie de austeridad sufrida, reconcentrada, que Morgado pone en toreros y flamencos, la encontramos también en los personajes que toma de la calle o sorprende en la intimidad de sus casas o en el ambiente semiprivado de un bar. Es un mundo doliente, ma non troppo. Un mundo de hombres y mujeres, dentro de lo que cabe, resignadamente felices. Felicidad abierta, descarada, irreflexiva, sólo encuentro en el viajero que corre con su maleta por un andén, al llamado de ese “viajeros al tren” que ya no se oye en las estaciones, pero que seguimos oyendo en nuestra memoria sentimental cada vez que queremos equiparar cualquiera de nuestros viajes rutinarios con el arquetipo del Viaje, la incursión en lo desconocido, la promesa de una vida nueva. Pero los personajes de Morgado, en general, desconfían de esos transportes caprichosos de la imaginación. Saben que el tiempo es espeso como la pasta de la que están hechos, y lo ven correr mientras apuran su copa (en el bar o en casa) o se confunden con la multitud. Hay en todos ellos, incluso en los bajitos y feos, un prurito de estirarse, de sacar pecho y dignidad, de llevar con elegancia sus chaquetas y sombreros o, en el caso de las mujeres, de acomodar sus cuerpos en la atmósfera con la seguridad de quienes se saben vestidas por la luz y el aire y por la mirada ajena. Porque Manolo Morgado es, sobre todo, un mirón, un voyeur. Los mirones ven más que los demás, atisban abismos de intimidad secreta en el pliegue de una falda o en el hueco de un escote, y hacen acopio de esas imágenes arrancadas al azar con no se sabe qué intenciones. La grandeza le llega al voyeur cuando aprende a dirigir esa mirada indiscreta más allá de los pliegues de la ropa o de los mundos privados de las personas que les atraen, y la proyectan sobre la humanidad entera, para descubrir en ella gestos, posturas y abandonos que a los demás nos pasan desapercibidos. Y bien está que así sea, porque sería demasiado oneroso captar la terrible, avasalladora individualidad de todos y cada uno de los seres que se cruzan con nosotros. Ese cometido lo confiamos a la sabiduría, y a la bondad, y al buen oficio, de hombres como Manolo Morgado.

JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA

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