Acuarela y tinta china sobre papel, 32x22,2010
Chongqing es una ciudad impactante, con sus más de 30 millones de habitantes y una destartalada arquitectura que mezcla cientos de rascacielos modernos con otros que parece estar a punto de derrumbarse o de haber sobrevivido a un bombardeo, es como una Nueva York sobre cuestas pero sin barrios bajos pues en todas partes está esa singular mezcla de edificios. Una permanente neblina impide apreciar bien su profundidad y recuerda mucho a la ciudad escenario de Blade Runner pues a su población asiática se le une una sempiterna lluvia suave casi todos los días de septiembre. Es la ciudad de los mil contrastes, atravesada por el río Yang-Tse, el tercero más largo del mundo, la vista nocturna desde uno de los grandes barcos que navegan por sus bravas aguas, es única y espectacular.
En sus callejones se pueden encontrar miles de antros, tugurios y locales de mala muerte, cutres y coloristas, donde se mezclan todo tipos de actividades y negocios, sobre todo para los que se quieran aventurar a comer, y donde se pueden encontrar personajes de la china más profunda.
Mil sensaciones he sentido en esta ciudad única y descomunal pero sobre todo Chongqing pasará a mi historia como la ciudad donde viví el momento más emotivo de mi vida: conocer a mi hija Violeta Wen.