19 diciembre 2021

We are young

En la película “Contact” (1997), de Robert Zemeckis, basada en la novela homónima de Carl Sagan, uno de los protagonistas, hablando de la Humanidad, dice que esta es una especie joven, capaz de las cosas más maravillosas y de las pesadillas más atroces (más o menos).

 

Así, el siglo XX ha visto cosas tan insignes como al ascenso de la Ciencia y la Tecnología y al mismo tiempo que su uso para exterminar a millones de personas en la guerra y en las cámaras de gas. El mismo siglo que nos dio a los Beatles, nos dio a Adolf Hitler. El mismo que nos mostró a Gandhi, el mahatma, nos dio a Pol Pot o a Stalin. Hemos podido disfrutar de los cuadros de Picasso y horrorizarnos con los delirios de la “revolución cultural” de Mao Ze Dong.

 

Somos una raza joven y no tenemos las cosas claras. La misma ciencia que nos brinda la energía nuclear, nos permite construir armas termonucleares. La misma tecnología que nos permite medir con suma precisión las partes por millón del anhídrido carbónico de nuestra atmósfera, genera el cambio climático.

 

Si existiesen civilizaciones extraterrestres y nos estuviesen observando, ¿qué pensarían de nosotros? ¿Que somos demasiado jóvenes o algo mucho peor? Porque a los jóvenes se les perdona su falta de experiencia y sus errores de principiantes, pero no sé si nosotros merecemos ese perdón.

 

Ya no tanto por lo que nos hemos hecho a nosotros mismos, que no deja de ser horrible, sino por lo que le hemos hecho a nuestros compañeros de evolución, a animales, plantas y ecosistemas, al planeta en general, a la vida e incluso a especies que muestran un cierto grado de inteligencia, como delfines, ballenas o primates.

 

No sé si sobreviviremos a esta infancia difícil que estamos viviendo. Tal vez, el principal problema es que somos demasiado conscientes de que pertenecemos a una tribu (país, patria, lengua, cultura, familia, amigos, empresa, religión, equipo deportivo), pero no somos tan conscientes de que todos pertenecemos a una tribu superior que es la Humanidad y que el destino de todos y cada uno de nosotros depende del de todos y cada uno de nosotros.

 

No podemos esconder la cabeza bajo el ala y echarle la culpa a los demás. Cada uno es responsable de sus acciones.

 

Somos jóvenes, pero no somos idiotas. O al menos, eso me gustaría creer.